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Por Ricardo Almeida-Octubre de 2019

Los muros, separan, dividen. Pero en este caso el muro del Centro Social “El Galpón de Corrales”, de Camino Corrales 3041, hace que a través de la imagen de Aída Sanz y de su memoria, nos haga sentir que ella viene del pasado recordándonos que esta acá. Presente. Recordándonos que su lucha continúa, para que la justicia social sea una realidad, y para que aquellos que le quitaron la vida sean juzgados.

Llegamos al Centro Social a media mañana. El sol, la música del parlante que nos traía canciones de la resistencia y el equipo que se encargaría de pintar el diseño dibujado el día anterior, todo nos decía que iba a ser una jornada excepcional, como realmente lo fue. Mientras el tiempo transcurría iban llegando compañeros que se fueron sumando a la pintada.

Conversamos con algunos de ellos que repartían una publicación elaborada a partir de las entrevistas realizadas a la familia de Aída, su hermano Carlos, su hermana Anabella y su prima Alba Fernández (donde se construye la historia de Aída). Un valioso trabajo que se hizo realidad gracias a la colaboración de los sindicatos AFUSMI, AFSCASMU Y LA PLENARIA MEMORIA Y JUSTICIA.

De él extrajimos algunos datos de lo que fue la vida de Aída. Ella nace el 23 de setiembre de 1950. Es hija de Elsa Fernández y de Carlos Sanz. Creció en la casa materna de la calle Coronel Lassala en Villa Española, barrio que se caracterizó por la presencia de gente de trabajo, fábricas muy conocidas en esa época como por ejemplo: FUNSA, la textil CAITEX, y también los mataderos clandestinos y otras actividades de la época. Como en muchos barrios de trabajadores estaba presente la solidaridad y el compañerismo. Dentro de este contexto se desarrolló la vida de Aída. Asistió a la escuela 117 de la calle Lavardén, frente a FUNSA, y al liceo Nº 14 de 8 de Octubre y Propios. Terminado los estudios secundarios intenta estudiar derecho pero se da cuenta que no era para ella. Entonces descubre que su vocación era la salud, y es así que decide estudiar para recibirse de auxiliar de enfermería en el Hospital de Clínicas. Y esto acontece en 1973. En plena dictadura se convierte en una perseguida política, y en mayo de 1974 logra cruzar desde Colonia a Buenos Aires, gracias a vecinos y amigos de la militancia política Ella era integrante del movimiento “26 de Marzo del 71” y cumplía además una intensa militancia social, en el barrio y en el sindicato.

La publicación nos dice que a fines de diciembre de 1977 un grupo de aproximadamente 25 uruguayos fueron secuestrados y mantenidos en cautiverio en los centros clandestinos de detención Pozo de Quilmes, Pozo de Banfield y COTI Martinez. Entre estos detenidos se encontraba Aída Sanz, su madre Elsa Fernández y su compañero Eduardo Gallo Castro, Maria Asunción Artigas, su esposo Alfredo Moyano, Yolanda Casco y su esposo Julio D Elia, entre otros.

AIDA SANZ 2

Sobre el mediodía, el rostro de Aída comenzaba a tomar forma en el mural. Me aproximo a Irma Leites, ex presa política e integrante de Plenaria Memoria y Justicia, que en ese momento se tomaba una pausa para limpiar los pinceles, y le pregunto si quería hacer uso del micrófono de Barriada FM, radio comunitaria, para contar a los vecinos como surge la idea del mural, a Irma se le sumo Cecilia militante sindical, que nos cuenta cómo surge la idea del mural.

“Es como revivir un montón de cosas, la gente que pase por acá y vea quien era Aída. Este rescate de la memoria viene de unos 10 días atrás, del ámbito de la salud. En los dos sindicatos se la recordó a Aída. Comienza cuando Gavazo empezó a atenderse en el SMI. Es muy difícil encontrarse con Gavazo y no tener un sentimiento de repudio y de impotencia, que llevó a hacerle un escrache, funcionarios y usuarios, vecinos. Se hizo una asamblea en la puerta, repudiándolo, al punto que la empresa tuvo que decirle que no concurriera más. Entre compañeros sindicalizados, usuarios, vecinos, echamos a Gavazo. Había que decir que ahí había trabajado una compañera que el persiguió. Hay que ponerse por el lado de todo lo que esta compañera luchó, por amor, por justicia, por otro mundo mejor”.

Complementando a Cecilia, Irma Leites dijo: “Uno no se debe endurecer nunca, cada vez que hacemos un rescate, y la familia nos abre las cajas, lugares donde tiene guardadas sus fotos, amarillas, sus pertenencias, sus recuerdos, a nosotros nos enternece, nos vincula, nos retrotrae a otro tiempo. A Aída la conocí, no sabía cómo se llamaba. Era un tiempo en que tratábamos de no saber el nombre de los compañeros. Salíamos en el último ómnibus y ella siempre se bajaba por acá, en una parada diferente. Me daba cuenta cuando veníamos juntas. Ella tenía que caminar más o menos cuadras, para que no se dieran cuenta donde vivíamos”

Antes de cerrar el programa le preguntamos a Irma si se puede relacionar el tema del plebiscito en contra de la reforma con algunos hechos que se dieron antes de la dictadura. Y nos contestó así: “Aparecen los mismos personeros del militarismo, los defensores de la impunidad, que proponen a través de la legalización, medidas muy represivas. Los colectivos que estamos en contra de la reforma estamos pensando en un antes, un durante y un después de octubre. Esto no para acá, hay un proceso en América Latina en el cual los sectores que han negado siempre los desaparecidos, la violación a los derechos humanos, las torturas, las cárceles, para ellos lo punitivo es cultural y protege sus intereses, por eso nosotros decimos bajo la consigna “Ningún voto a las botas” estamos hablando de algo que tiene que ver con el ayer y con el hoy. Tenemos que derrotar eso en octubre, que nadie coloque la papeleta en el sobre”.

Pasada la media tarde, terminado el mural, se convoca a los vecinos a formar parte de la llamada por el rescate de Aída, al ritmo de los tambores por Camino Corrales hasta la calle C. Lassala donde vivió Aída. Durante el recorrido los vecinos se sumaron a la llamada que termina con una oratoria frente a la casa. Un rescate más por la memoria.

AIDA SANZ 3

Hoy, muchos piensan que traer nuevamente a los militares a las calles es la solución para sentirse “seguro”, pero la realidad nos muestra que esto no es así. No elimina las causas que provoca que la gente salga a las calles a pedir que se cumplan los derechos humanos fundamentales como el derecho a la alimentación, la salud, la vivienda, lo que está pasando en Chile, Argentina, Perú, Ecuador y Paraguay. En estos momentos reprimen a los ciudadanos en las calles de Chile porque el pueblo pide al gobierno que cumpla con sus promesas. Todo forma parte de las piezas de un juego de ajedrez manipulado por las mafias del mundo con fines bien precisos, una etapa previa a la formación de un posible “plan cóndor”, buscando volver a regímenes militares como forma de solucionar las crisis sociales y políticas tal como sucedió en los años 70 y 80 en muchos países de América del Sur.

Han pasado más de 40 años y en el Uruguay aún los familiares de las victimas continúan pidiendo justicia ante la indiferencia de algunos políticos. Esos políticos que sorprendentemente piden la presencia de los militares nuevamente.

Lamentablemente, los regímenes y las políticas que profundizan las desigualdades sociales han logrado uno de sus objetivos: la deshumanización.

Así estamos.

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*Fotos de Plenaria Memoria y Justicia

REDACTORES

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