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Por Claudio Rojas G. desde Chile-28 de octubre de 2019

A partir de 1990 se buscó desarticular el amplio movimiento social de la época y los medios comunicacionales de oposición que habían proliferado durante la dictadura. Todo ello permitió la instalación de los mercaderes de la educación, la salud y la vivienda que fijaron precios y condiciones que excluyeron irremediablemente a dos tercios de la población. Esos excluidos son los que hoy protestan en las calles, advirtiendo a la clase política que hoy, a falta de otro terreno, la política se hace en las calles de la Ciudad.

El agua, los seguros de salud (ISAPRES) y de pensiones (AFP) fueron objeto de comercio por los grupos de poder. Trabajadores en rutinas flageladoras y sueldos miserables quedaron fuera de los beneficios de salud, y de educación de calidad, de medicamentos donde los mercaderes ocultaron los bio equivalentes en las tres cadenas farmacéuticas que controlan el mercado.

Por eso cuando nos enfrentamos con desigualdades extremas, que nos ubican entre los 10 países más desiguales del mundo, las ayudas del Aporte previsional solidario de vejez para pensiones miserables resultan un sarcasmo.

Si este conjunto de carencias y frustraciones de la sociedad que el oficialismo de Izquierda y Derecha no resolvió en tres décadas quiere decir que ha fallado el modelo neoliberal que administra el Estado. Con este han fallado las instituciones del Estado y la clase política que reside en el Congreso y en el Ejecutivo; conjuntamente la Justicia, los carabineros y militares, la Iglesia, también fallaron. Instituciones corruptas que en los últimos tiempos la opinión pública ha mal evaluado. Por esto, las manifestaciones de los cuatro últimos días revelan la desconfianza y peor aún, el repudio. Se acabó el tiempo de la espera. Los llamados a la unidad y a la paz frente al pillaje y al lumpen que los ejecuta no hacen sino recrear el repudio al gobierno y a la clase política. En desconocimiento total de lo que la población demanda, Piñera habla de “un estado de guerra y de un enemigo implacable”. El general Iturriaga a cargo de la defensa nacional responde que a su juicio no ve guerra en ninguna parte –advertencia a su jefe jerárquico que su diagnóstico es equivocado porque de lo que se trata es de problemas sociales no resueltos.

Para los trabajadores y el pueblo, el modelo económico y social impuesto por la dictadura y reafirmado por los sucesivos gobiernos civiles es sólo un cascarón vacío, carente de soluciones para sus anhelos y necesidades. Segundo, que las prácticas legalistas inveteradas, sobre las cuales se construyó históricamente la izquierda, están obsoletas. Ni la parlamentarización de la política, ni los espacios de la legalidad burguesa, tienen nada para ofrecerle a los sectores populares. Sólo la movilización radical de masas y, en especial las diferentes formas de acción directa, trastocan el escenario político, dividen y atemorizan a la burguesía y obligan a sus lacayos a retroceder. Tercero, que sin organización y dirección revolucionaria del proceso político la revuelta sólo se traduce en una explosión de descontento que, circunstancialmente, obliga a un reajuste del sistema de dominación, pero que en estricto rigor no modifica sus rasgos estructurales.

Observamos como el oportunismo de los que nos gobernaron por treinta años y que nos utilizaron electoralmente, hoy, al igual que ayer, buscan acuerdos a espaldas del pueblo, trasladando la discusión al interior de la moneda y parlamento para que nada cambie y todo siga igual.

Manifestamos nuestro total repudio y hacemos un llamado a todas las organizaciones a denunciar estas maniobras y a ponernos en estado de alerta.

Hoy día hay una aparente y peligrosa tranquilidad, como si el gobierno hubiese satisfecho las demandas populares al manifestar que estaba conversando con supuestas organizaciones civiles que no representan a nadie. Este presidente no sabe hacer nada sin engaño. Algunos ingenuos creen que estamos avanzando hacia la solución, pero ello está aún muy lejos de llegar.

Se ha suspendido el toque de queda y parece una buena medida, pero puede ser muy peligroso, porque si hay provocaciones y hay violencia puede el Gobierno encontrar justificación para medidas restrictivas de excepción, y no sabemos hacia donde podemos llegar.

Por otro lado han comenzado los cabildos abiertos para la construcción de una asamblea constituyente por el lado de las organizaciones que deben ser capaces de canalizar el descontento y darle una dirección a este movimiento.

Consecuentemente con lo dicho, manifestamos nuestra decisión de ponernos a disposición de la lucha del pueblo y sus convocatorias, unidos todos bajo una sola bandera:

Muchas organizaciones y trabajadores se han sumado activamente a la lucha, que iniciaran los estudiantes, y que ha logrado unificar al pueblo y sus organizaciones bajo una sola bandera.

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*Foto de Portada: www.expansion.com 

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