Por Jean Georges Almendras-17 de febrero de 2020
Fue un cordobés testigo muy crítico de la humanidad. Fue un muy activo protagonista de una lucha por el hombre nuevo. Fue un militante incondicional de la lucha social. Fue un hombre de una nobleza y de una fidelidad que pocas veces encontramos sobre estos caminos. Fue coherente con sus ideas y con las ideas revolucionarias de los líderes de la lucha de su tiempo, como Agustín Tosco, entre otros. Fue coherente con las ideas y las luchas por la justicia, de los hombres de este tiempo, como Nino Di Matteo. Fue faro de luz de la Antimafia en Argentina, inspirado en los mártires de la Antimafia italiana, como fueron los jueces asesinados por Cosa Nostra, Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, entre otros, sin olvidarnos del General Carlo Alberto dalla Chiesa, y de muchos más. Fue un protagonista de la militancia incondicional que en estos tiempos llevamos adelante todos los redactores de las redacciones de Antimafia de Sudamérica y de la redacción de Antimafia Duemila de Italia. Fue un hombre de confianza y un amigo personal de nuestro director y fundador Giorgio Bongiovanni a quien le guardó una admirable lealtad como guía para su trabajo de combatiente por la Verdad y la Justicia, en el camino de la Antimafia. Fue un hacedor de ideas y un acérrimo enemigo de las hipocresías que en no pocas oportunidades lo hicieron un rebelde contumaz y un provocador insolente. Fue un humanista por excelencia, con la humildad propia de los luchadores que obran comprometidamente con los desposeídos y con los que sufren soledades y arbitrariedades. Fue un enemigo de los demagogos y de los tibios. Fue un hombre que al hablar no tenia medias tintas ni pelos en la lengua. Fue un muy cercano colaborador de nuestra redacción en Uruguay. Fue un amigo y hermano mío muy querido. Fue también uno de mis más cercanos compañeros de militancia y de lucha en cada uno de los viajes al Paraguay en ocasión de los homenajes al periodista Pablo Medina, asesinado por la narco política no hace muchos años. Fue un personaje inconfundible en cada una de nuestras manifestaciones en defensa de los justos. Fue un hombre que conocía muy bien la profesión de abogado, con todas sus mieles, hasta que un buen día “quemó las velas” (incluido su título) y se fue a los montes de Chancaní, en Córdoba, para sumergirse en una obra humanitaria junto a los desposeídos y a los humildes. Fue un hombre que hizo de sus ideas una forma de vida. Un hombre que daba la cara, y su nombre y su apellido, para denunciar las injusticias sociales, para denunciar a la mafia y para crear conciencia, en medio de la austeridad y muchas veces rodeado de incomprensiones, desengaños, y críticas a su estilo de vida, que sorprendentemente emergían mismo de su círculo de allegados. Fue un hombre que no se inmutaba frente a los contratiempos ni tampoco se doblegaba frente a las traiciones y muchos menos a sus críticos. Fue un hombre que hizo suya la lucha de los jóvenes del Movimiento Cultural Our Voice; que hizo suya cada una de sus militancias a través del arte. Fue un hombre que comprendió como pocos el sentido que tuvo Sonia Tabita Bongiovanni, al fundar el Movimiento, cuando ella aún era una adolescente.
Raúl Blázquez fue un luchador como hay pocos. Fue un ser entrañable.
En los últimos dos años una enfermedad lo confrontó y lo puso contra las cuerdas. No obstante, él le hizo frente y la combatió, sin bajar la guardia y sin dejar de trabajar por sus ideas, siempre asistido incondicionalmente por los seres queridos que lo acompañaban en los montes de Chancaní: su esposa Alicia, y sus amigos de diaria militancia en la Antimafia y del trabajo humanitario en esa desolada región de la tierra argentina, Alejandro y Nicolás.
Hoy recibimos la noticia de su deceso. Hoy nos abrazamos a su ejemplo. Hoy los redactores de Antimafia Dos Mil y de Antimafia Duemila, y los jóvenes de Our Voice vivimos horas de congoja. La congoja que nos significa (egoístamente) no poder disfrutarlo más: como militante, como luchador y como ser humano encantador e íntegro.
Me permito recordar una vivencia: antes de que la implacable enfermedad lo debilitara en el físico (nunca en el espíritu, porque Raúl era un hombre de mucha fe en Dios y un militante de la Teología de la Liberación, pero nunca un seguidor de la Iglesia como institución) compartimos juntos una marcha por las calles de la ciudad de Curuguaty, llevando un cartel alusivo al reclamo de justicia por Pablo Medina. Bajo un sol abrazador caminamos cuadras y cuadras junto a Jorge Figueredo, Matías Gufanti de Our Voice, Dysern Medina, codo a codo, gritando a viva voz el nombre de Pablo Medina. Fue una de sus últimas apariciones públicas, en la que sobraron los intensos momentos de lucha y las anécdotas, y las bromas típicas de los cordobeses, y las vivencias más inolvidables.
Lapso después y hasta no hace mucho, siempre fortalecido por sus ideas y por sus colaboradores y su esposa, Raúl Blázquez seguía asistiendo a canales de televisión argentinos y a programas radiales.
Su voz iba en un solo sentido: denunciar a los mafiosos argentinos; denunciar al Sistema Criminal Integrado; denunciar a la mafia italiana; ponderar a los Fiscales, a los Jueces y a los periodistas antimafia de Sudamérica y de Italia.
Su voz era fuerte. Y fue tan fuerte, que en las últimas horas – este sábado 15 de febrero– cuando su vida iba extinguiéndose progresivamente, en un informe televisivo de C5N (de Argentina) sobre los ancestros mafiosos de Macri, (no por casualidad) se emitió la imagen suya mencionando a los mafiosos de la Argentina y en especial a Vincenzo Macri, tío del ex presidente.
Su voz y su fuerza para la denuncia a la mafia, seguirá siendo fuerte. Estará en nosotros sus compas sudamericanos de Argentina, Paraguay, Chile y Uruguay. Estará en los redactores de Italia. Estará en los jóvenes de Our Voice, cuando recorran el mundo.
Gracias Raúl Blázquez, por haber sido como has sido. Y por haber hecho lo que has hecho. Desde la redacción de Antimafia Dos Mil te decimos y te diremos muy fuerte: “Raúl Blázquez ¡Presente¡ ¡Ahora, y siempre¡”
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*Foto de Portada: Antimafia Dos Mil y Antimafia DueMila