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georges almendrasPor Jean Georges Almendras-5 de noviembre de 2020

En el transcurso de los últimos días se recordó el Día Internacional Para Acabar con la impunidad de los Crímenes contra los Periodistas.

Un día del año, enfocados a asumir, a nivel mundial, el atropello al que son sometidos los profesionales de la prensa, a la hora de denunciar, preferentemente corrupciones de distinto tenor, puntualmente, en los países donde residen.

Atropellos a la libertad de expresión. Atropellos que se cometen contra el trabajo de informar en sí mismo, y contra la vida misma de los periodistas y de los reporteros gráficos.

Un día del año destinado a crear conciencia mundial y ciudadana, de que hoy por hoy, informar (o ser periodista, o sencillamente ser fotógrafo, o sencillamente ser camarógrafo) es ciertamente una actividad de riesgo extremo.

Porque la profesión que por su naturaleza misma, pone el dedo en la llaga (o lo que es decir, que informa tal como son las cosas y que informa la verdad de las cosas) es una profesión que literalmente incomoda, y molesta.

Un trabajador de la prensa, que se debe a la libertad y a la verdad, siempre molesta. Molesta al poder, molesta al funcionario público corrupto, molesta al mafioso, molesta al terrorista de Estado, molesta al dictador, molesta al gobernante autoritario, molesta al represor, molesta a quien falsea o distorsiona la verdad, molesta a quien enturbia la democracia representativa y republicana, y molesta a quienes no son amantes de la justicia y de la igualdad. Y tanto molesta, que en ocasiones, a la muerte civil de un profesional, sobreviene su muerte física. Y hay muchos ejemplos en el mundo y en la región de estos atentados: el más cercano a nosotros, fue el atentado contra la vida cometido contra Pablo Medina, periodista colaborador de Antimafia Dos Mil , en el año 2014; otro, fue el caso del fotógrafo Cabezas, entre otro, siendo una muy extensa, la nómina de colegas asesinados en el cumplimiento del deber de informar.

Todos estos asesinatos se cometieron con diferentes circunstancias y modalidades, no solo en el Paraguay y en la Argentina, sino además en Brasil, Colombia, México, Centro América y otras partes del mundo. Asesinatos cobardes que constituyen la punta de un iceberg de un maldito tempano de criminalidad y bestialidad, porque detrás de las pérdidas humanas sobreviene además una tragedia no menos menor: me refiero a la impunidad que rodea a la mayoría de estos crímenes.

En su gran porcentaje, los ideólogos y los mandantes viven las mieles de la cultura de la impunidad, instalada en las sociedades en donde se cometieron los crímenes. Los ideólogos disfrutan de su libertad en sus puestos de poder y hasta caminan entre nosotros, como si nada hubiera pasado.

Y esa es la segunda tragedia a la que nosotros, los periodistas, nos vemos obligados a padecer. Esa impunidad lacerante, que hace que las democracias se sientan debilitadas. Se sientan erosionadas.

En la mayoría de los casos, son solo los sicarios los que son detenidos y sometidos ante jueces y fiscales. Y los sicarios, en muchas oportunidades, cumplen a raja tabla la omertá; cumplen a raja tabla con el ritual del silencio. Ese silencio que no delata a los criminales intelectuales detrás de las sombras. Ese silencio que se torna una tumba. Una tumba literalmente oprobiosa, que en términos generales encubre a hombres y mujeres del sistema político; de las fuerzas de seguridad, de la justicia, del sistema financiero y empresarial; y del gobierno.

No por casualidad, un reciente informe de la Unesco concluyó que ser periodista “es peligroso”.

Entonces, nosotros como periodistas de la redacción de Antimafia Dos Mil de Sudamérica, y de Italia, junto a otros colegas libres de otras partes del mundo y junto a los jóvenes del Movimiento Cultural Our Voice, habremos de trabajar con ahínco, con energía, con fuerza y con coraje, para desarticular esas impunidades cómplices de la criminalidad organizada de este lado del Atlántico y de otras regiones del planeta.

Para que todos los días sean bienvenidos y propicios, para que todos juntos podamos acabar con la impunidad en torno a los crímenes de periodistas.

Para que este escrito deje de ser letra y sea acción, y preferentemente, esperanza.

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*Foto de Portada: Our Voice

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