Por Jean Georges Almendras-28 de setiembre de 2020
No sé, a ciencia cierta, si la gran prensa chilena difundió esta imagen. No sé, a ciencia cierta, si los grandes medios de la región sur de nuestra América Latina, hicieron lo propio. Ni tampoco sé, a ciencia cierta, si la gran prensa de mi país, Uruguay, se hizo eco de ella. Solo sé que este niño (al que llamaremos Nahuel, porque su identidad verdadera la mantendremos en reserva), en la región Sur de Chile, más precisamente en la Plaza de Armas de la ciudad de Temuco, fue literalmente violentado por los servidores del orden del régimen autoritario del presidente Augusto Piñera. Una violencia que se mece y se acuna en el entendido de que todo lo que es mapuche, debe ser puntualmente, ultrajado y avasallado. Una violencia que se ejerce con la displicencia del sistema político lacayo de un régimen fascista, que se alimenta de las ya harto conocidas doctrinas del país del Norte, cuya ingerencia en la política chilena data de los años setenta y tiene excelsa vigencia en nuestros días.
La historia de Nahuel se suma a una nutrida casuística de abusos que se están cometiendo (incluso mientras escribimos estas líneas) contra las comunidades mapuches en Chile. Que hace a una persecución despiadada que aplica el winca, es decir el hombre blanco, sobre la población del Wallmapu.
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