CONTENIDOS ARCHIVADOS

Pin It
otromas200Por Jean Georges Almendras-2 de agosto de 2107

Luciano Rivera, de profesión periodista, fue muerto a balazos en la madrugada del 31 de julio. Su asesino accionó el gatillo de su pistola automática cuando el reportero lo increpó por estar molestando junto a otros hombres a unas mujeres que se encontraban en el bar “La Antigua”, del Municipio Playas de Rosario, en Baja California, en una zona mexicana fronteriza con los Estados Unidos.
Dos proyectiles impactaron en el rostro del periodista, que cayó al piso prácticamente agonizante ante numerosos testigos. Los involucrados se retiraron rápidamente del lugar pero una cámara de circuito cerrado de las inmediaciones registró  nítidamente su cobarde fuga y en particular de quien no titubeó en abrir fuego para poner punto final a la valerosa actitud del periodista.

Es que Luciano Rivera intervino en defensa de las mujeres, seguramente  inspirado en sus valores de justicia y en su ética de hombre íntegro, dedicado a una profesión que le permitió conocer muy bien la arbitrariedad de los violentos de su tierra natal. Esos violentos del crimen que no  guardan ningún respeto por la vida humana.

Luciano Rivera fue el noveno periodista asesinado por delincuentes, en lo que va del año 2017 y los hechos causaron conmoción y repudio en los medios periodísticos de México. Rivera trabajaba como reportero del Canal de Noticias Rosario, afectado a diversos temas.

Las autoridades policiales que tomaron cartas en el asunto consignaron oficialmente que  lapso después del mortal ataque, tres  personas habían sido detenidas bajo sospecha de haber participado en el episodio, al tiempo de incautarse un arma, que se estima fue utilizada para acabar con la vida del periodista.

Hasta aquí la versión de los hechos. Pero no debemos quedarnos así, con la narración frívola de lo acontecido, porque el episodio tiene un muy duro trasfondo. Un trasfondo que deja al descubierto un mensaje horrendo.

 Una vez más. Ese mensaje horrendo que habla a las claras de que el crimen organizado gusta de responder con violencia extrema a quien osa enfrentarlo, no importa donde  ni en qué circunstancias. Sea en un bar, en el marco de una riña circunstancial. Sea en una cobertura periodística, donde la denuncia es el objetivo.

La cuestión es que otra vez, la violencia criminal nos robó a toda la familia periodística del mundo, a uno más de los nuestros. Y esto ocurrió en México donde  ejercer la profesión de comunicador, de periodista, significa  estar expuesto las 24 horas al día, porque el crimen no soporta a los hombres de prensa. Porque el crimen se siente impune. Y además, y lo más triste,  porque se sabe impune y se sabe protegido.

El mensaje del ataque a Luciano Rivera  ha sido claro. Hay asesinos libres que no dejarán que nadie los enfrente. Y en la madrugada del lunes 31 de julio de este 2017, Luciano Rivera  los encaró por estar acosando injustamente a mujeres. Y ellos no dudaron en abatirlo. Hacerlo a un costado.

Luciano Rivera se comprometió porque presenció una injusticia. Intolerable para sus valores. Intolerable para su calidad humana.

 Y haber atentado contra su vida, fue un atentado contra todos los periodistas de México, que una vez más  sienten con impotencia que la violencia criminal sigue campeando en su tierra, como una maldición lacerante y corrosiva para la vida de los hombres libres y los hombres justos.

Ejercer el derecho de ser libre llevó a Luciano Rivera a intervenir por una causa justa, aún estando en un bar y  en horas de la madrugada. Y hacerlo, en algunos lugares de este planeta, significa codearse con la muerte. Significa enfrentarse con hombres despiadados que ignoran la vida. Que ignoran la justicia, mancillándola, como en este caso, en un bar de la Baja California o en los más altos puestos del poder.

 Luciano Rivera, es cierto que  no estaba en una cobertura de prensa, pero estaba defendiendo a mujeres que eran avasalladas. Estaba comprometiéndose con la vida y la justicia. Y eso fue suficiente para callarlo a puro plomo. Cobardemente.

Luciano Rivera, con su actitud estaba honrando la vida (aún pagando con la suya, como un mártir) y fue un ejemplo. Sus asesinos, que lo sepan. Y los que no lo mataron, también.  


*Foto de Portada : www.diariotijuana

REDACTORES

anna.jpgbgeorges.jpgbgiorgio.jpgbjuan.jpgblorenzo1.jpg
Copyright (c) 2009. Antimafia Dos Mil Argentina