CHINA:LA EXCEPCIONALIDAD NO ES SOLO ESTADOUNIDENSE
POR MARCELO CANTELMI
09/11/13
No tan lejos ya de Occidente, en China, entre este sábado y el martes, una cumbre del Partido Comunista promete marcar nuevos rumbos en la extraordinaria parábola que el gigante asiático ha emprendido desde su primer desperezamiento aperturista hace más de tres décadas. Se trata del Tercer Plenario del Congreso del PCCH, el último del año calendario que sigue a la instauración de un nuevo gobierno. Los dos primeros plenos se dedican a la elección de los cargos y a la estructura administrativa. El último es el que define las políticas que se aplicarán a lo largo del período que viene.
Los antecedentes históricos son los que le dan un aire épico a estas terceras citas porque varios de ellas transformaron literalmente al mundo. El de diciembre de 1978 marcó nada menos que el inicio de las políticas de “reforma y apertura” de mercado que impuso el legendario Deng Xiao Ping. El de noviembre de 1993 desmanteló casi hasta los cimientos la gigantesca estructura de empresas públicas que pasó de diez millones a menos de 300.000. Esa mutación fue parte sustancialdel programa que produjo un ciclo largo de crecimiento sin precedentes que convirtió a China en la segunda economía del planeta.
Aquellas imágenes inspiradoras son las que ahora alimentan multitud de especulaciones sobre si el nuevo presidente Xi Jinping está dispuesto a convertir su tercer pleno en otro momento clave de la historia. Lo que está sobre la mesa es el llamado plan 383, que en su base incluye la reducción de las barreras comerciales, el impulso a la competencia y la autorización para transacciones con la tierra. Es importante eso porque, aunque de todos modos la tierra seguirá en manos del Estado, los intercambios aumentarán el movimiento de dinero en el interior pobre del país. Ese flujo sería una continuación de las políticas que impuso el gobierno precedente de Hu Jintao para amplificar el consumo interno. China ya no es exportador excluyente. Su balanza comercial está equilibrada o se inclina a la importación y tiende a aprovechar su mercado interno como nunca antes para escapar de las crisis globales.
En la misma línea, los especialistas no descartan una ampliación significativa de los mercados financieros, pero son en general cautos en relación a los ritmos. El riesgo, en la visión de medios como The Economist sería el de persistir en el gradualismo sin advertir las urgencias. Economistas como Zhou Hao, directivo del ANZ Bank de Shangai son muy escépticos: “No estoy seguro de que el gobierno impulse una agenda radical o gradual de reformas durante este encuentro”, acaba de declarar a China Economic Review.
Aceptemos que en la expectativa de un cambio radical existe mucho de mirada occidental que suele establecer que el salto de calidad del “imperio del Centro” se coronará cuando se equipare incluso institucionalmente con los sistemas que rigen en las potencias de este lado del mundo. Ese no es, sin embargo, el pensamiento chino,aunque el dinámico y creciente modelo de probeta capitalista dentro de su sistema lo va cubriendo todo y acaba pulverizando los argumentos. El catedrático Li Xiguang, de la Universidad Tsinghua, comentó tiempo atrás a este columnista en Beijing que “esto puede serun capitalismo a la China o -medito- también, un socialismo a la China ... La apertura económica no significa un cambio político al estilo occidental. Hay contradicciones claro, pero -se conformó- quizá seamos una excepcionalidad.
Como EE.UU., que también podría ser una excepcionalidad”.
Lo cierto es que este nuevo liderazgo promueve una intensa curiosidad combinada con las urgencias que impone la realidad. Asumido en marzo de este año, Xi Jinping es un príncipe o “princeling” como se llama a los hijos de los históricos del régimen comunista.
Pero hay algo más. Su padre Xi Zhongxun fue perseguido por Mao y luego, tras la instauración de Deng, dirigió el primer modelo de libre mercado, “la zona especial de Shenzhen”.
Cosmopolita, ha vivido en EE.UU. y forma parte junto a su equipo de la quinta generación, los primeros en el poder que nacieron y vivieron en la china reformista tras el maoísmo. No debería sorprender que Xi haya mantenido en su puesto al presidente del Banco Central, Zhou Xiaochuan, pese a superar los 65 años de edad que lo obligaban a jubilarse. Alrededor de Zhou, un militante tenaz de la apertura de la economía, se enlistan todos los reformistas que han llegado ahora al poder.
Uno de ellos es el premier Li Kequiang quien, a diferencia del presidente, no cuenta con blasones familiares (el sector político de lostuanpai ) pero sostiene en coincidencia que se debe romper el “monopolio administrativo” del Estado y darle paso a la inversión privada.
Estas figuras están donde han llegado porque hay razones objetivas que lo hacen posible. Una de ellas es que el crecimiento ha caído por debajo del mítico 8% del PBI.
El Banco Mundial proyecta que la curva irá en mayor descenso con poco más de 6% en 2016, y cerca de 4% en los años siguientes. Ese proceso se une a un baja pausada de la inversión, y la casi duplicación de la deuda total de la economía a 187% del PBI, según datos del JPMorgan.
El país necesita un cambio que lo haga más eficiente para evitar que esos problemas se vuelvan inmanejables. Una salida es su inmenso mercado interno de 1.300 millones de habitantes.
El gobierno anterior de Hu Jintao, otro tuanpai , padrino político del actual premier, impulsó un cambio drástico buscando integrar al interior en el consumo como una forma de escapar de la crisis global de 2008 que ha sido la gran razón de la caída del crecimiento. El premier de esa época, Wen Jiabao, fue el primer alto dirigente que pronunció la palabra “democracia”, entendida como una eventual válvula en un distante futuro para aliviar la presión social que produce una economía que se estrecha. Xi Jinping quizá sea ahora el líder del período en el cual el renminbi chino se revalúe y devenga en la tercera moneda de reserva junto al dólar y al euro. Y en el cual China, como explora con el experimento de apertura total de Shangai, prefiera resolver sus grandes contradicciones abriendo completamente su economía.
Difícil. Aaunque ése es el destino, no sería prudente esperar tanto esta vez.
Copyright Clarín, 2013.
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