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18maduroVENEZUELA: DERIVA AUTORITARIA CON OLOR A CRISIS DE RÉGIMEN
POR MARCELO CANTELMI
22/02/14
Atrapado en la crisis sin precedentes que sacude su país, el presidente venezolano Nicolás Maduro ha producido la afortunada recuperación del término “fascista”. Con gran persistencia, el líder bolivariano y sus seguidores de allá y del exteriorhan revoleado el concepto sobre las cabezas de quienes los cuestionan desde la calle en un intento de descalificar con esa carga ideológica semejante atrevimiento. Pero ese juego retórico puede ser una trampa.
Es interesante detenerse un instante para intentar indagar de qué habla el hombre fuerte venezolano y lo que puede estar desnudando con esos tonos.
Mussolini definía a la “doctrina fascista” como la construcción de un Estado omnipresente, cargado de un nacionalismo exacerbado donde “el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo”. Una de las condiciones de esa arquitectura es la supresión de la disidencia política en beneficio de un partido único. No hay otredad conceptual ni adversarios legitimados porque se trata de enemigos a suprimir. En ese encuadre suprematista lo que se ve del diferente no son sus cualidades y condiciones, sino el grupo al que pertenece.
Desde ahí se arma el juicio. Las mayorías, a su vez, son construidasen base a la exacerbación de los sentimientos de frustración de las masas, del uso de enemigos externos o internos, reales o imaginarios, y una descomunal maquinaria de propaganda.
Toda la descripción remite, paradójicamente, a lo que ha construido el reformismo bolivariano y que es un modelo con reverberaciones en la región, como en la actual experiencia argentina.
Hay una antigua palabra de raíces griegas, que puede ayudar a redondear el concepto, la oclocracia . En una síntesis muy apretada, el término define a un gobierno no de multitudes como se pretende sino de muchedumbres.
No es una mirada peyorativa. Las multitudes son complejas y diversas y han sido rescatadas en la historia. Rousseau aclaraba que la oclocraciaes una forma degenerada de la democracia. Desnaturaliza la voluntad general que es manipulada para encarnar los intereses de unos pocos y no del conjunto. Eso se logra por diversas vías, la más visible y cotidiana es la clientelar.
Los poderes resultantes, por cierto, se asumen como perpetuos. Oros analistas han advertido en esos vicios formas autoritarias de democracias imperiales en el sentido monárquico del sujeto providencial que se alza sobre las instituciones que son las que deberían controlarlo.
Si se observa con esa mirada el escenario venezolano, cuyo presidente legisla con poderes especiales cedidos por el Parlamento, cabe preguntarse qué otro ejemplo de esos desvíos implica el arresto de un dirigente opositor como Leopoldo López. Es una acción cuyo exceso evidente debería haber provocado algo más que preocupación en los países de la región.
Este político integra la derecha venezolana, sector que se ha fortalecido por los fallidos del gobierno y una población fastidiada por la crisis. López, es cierto, ha presionado hasta los límites institucionales para buscar la renuncia por incompetencia del presidente, en una acción que ha preocupado incluso al otro líder opositor Henrique Capriles que prefiere seguir un camino más moderado y pausado atento a la bomba de relojería de la economía nacional. Pero en cualquier caso, nada de eso justifica que acabe en la cárcel. O que su aliada en el Parlamento, Corina Machado, esté amenazada con la pérdida de su banca por denunciar la deriva autoritaria del régimen.
Esos procedimientos absolutistas tienen puntos en común con la actual desventura de Ucrania. El país del Este europeo viene de un trimestre de sangrientas batallas callejeras.
Lo gobierna un régimen pro-ruso que en 2011 envió a la cárcel a la ex premier y dirigente opositora Julia Timoshenko.
Al igual que a López en Venezuela, a la ex funcionaria le inventaron una causa para amputarla del espacio político. Como el presidente Viktor Yanukovich acaba de perder la batalla en la calle, el Congreso en Kiev ordenó ayer la liberación de la mujer. Por si quedaran dudas sobre la manipulación que tuvo aquel arresto, el Parlamento lo hizo tras recortar los poderes absolutos que se había otorgado el jefe de Estado.
Hay otras comparaciones entre aquel escenario y la comarca bolivariana.
Las dos naciones padecen una arrasadora crisis económica.
Ucrania es uno de los países más pobres de Europa y tiene el segundo índice mundial de mortalidad infantil.
También subsiste allí una desmadrada corrupción.
El discurso progresista hace rato que se estrelló con una realidad implacable de austeridad que incluyó la supresión del seguro de desempleo. En la crisis de Ucrania existen fuerzas geopolíticas tectónicas en disputa que exceden las fronteras de ese país, pero lo que alimentó la furia en las calles y sobre la que se montó ese conflicto fue aquel escenario de desmantelamiento social y de una democracia viciada.
En Venezuela, el revoleo de insultos a la oposición, la expulsión ayer de la CNN y antes de los funcionarios de la embajada de EE.UU., intenta correr del foco las verdaderas contradicciones que han hecho posible la actual crisis. La protesta tuvo un origen social por la demanda de mayor seguridad pública.
Los estudiantes de Táchira encendieron esta mecha después de un intento de violación que sufrió una universitaria. Los números de muertes violentas en la patria chavista son alucinantes y resultado de la anomia de un Estado que se auto-relata como y vigoroso pero devieneen un espectro a la hora de cuestiones centrales como la de cuidar a la gente. Fue sobre ese conflicto que se cargaron los restantes, larvados; particularmente la quiebra económica que es la del bolsillo de la gente. En la cresta de las protestas, el gobierno prefirió culpar a la oposición de los problemas en los que está encerradoen lugar de haber intentado aliviarlos, lo que hubiera desactivado la crisis y desarmado la oposición.
El efecto fue la escalada del conflicto. Es una maniobra premeditaba y peligrosa. El régimen apuesta a una derrota de la calle para liberar el camino a un ajuste que afloje la crisis antes de que se torne inmanejable. Hay desesperación y desconfianza en ese intento tardío, y se advierte en el uso de parapoliciales y una represión implacable. Un retroceso sin retorno.
http://www.clarin.com/opinion/Venezuela-deriva-autoritaria-crisis-regimen_0_1089491132.html

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