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35dilemaDILEMA NACIONAL PARA PUTIN
JOSÉ JAVALOYES
El camino emprendido por Vladimir Putin desde su convencimiento de que la desaparición de la URSS fue una “catástrofe geopolítica” – habida cuenta las mermas de presencia global de Rusia en el mundo -, un camino comenzado en la práctica ocho años después de su llegada al poder al llevar a cabo la Guerra de Georgia con la anexión de las regiones de Abjasia y Osetia del Sur, con que escenificar el rango de sus pretensiones para la Federación como espacio reconstituido en torno del Mar Negro, fue empeño definido por sus costes como certificada amenaza de otra catástrofe; pero ésta de naturaleza geoeconómica. Ha sido el segundo paso junto al Mar Negro por ese camino de reparación de las glorias nacionales perdidas, el de la anexión de Crimea y la instigación de la guerra separatista en Donetsk, Lugans, Górloka y otras ciudades del Sudeste de Ucrania, lo que ha venido a evidenciar, con la tercera tanda de sanciones económicas por parte de la Unión Europea y las que en paralelo viene aplicando la Administración norteamericana, lo que completa la evidencia de que este otro cataclismo es de magnitud potencialmente tan real como el que echó por tierra aquel sujeto histórico de poder nacido de la simbiosis política del mesianismo ruso y del marxismo leninista: síndrome identificado en su día por el ucranio Nicolás Bardiaef.
El peso y el coste económicos del desafío putiniano, desde la consolidación del postsovietismo, se vienen a evidenciar en términos paradójicamente simétricos con las causas del desplome de la URSS. Causas medularmente económicas, afloradas críticamente con el turno ruso de los fracasos occidentales en las guerras de Afganistán. Lo doblemente paradójico de esta realidad es que haya sido un dirigente como Putin, criado a los pechos del KGB como crisol del último nacionalismo ruso, quien funcionalmente haya venido a reincidir en la ceguera soviética, determinante de una extinción poco menos que megateriana. Doble paradoja, digo, porque Putin, por las consecuencias que ha traído a la Federación Rusa su política neoimperialista en Ucrania y Georgia, ha incurrido además en la “herética” omisión de las económicas claves marxianas de la Historia.
Es lo más cierto que el impacto de las sanciones occidentales contra la política seguida por Vladimir Putin con Ucrania, especialmente desde el pasado otoño, ha presupuesto la ignorancia de los límites económicos de la Federación Rusa – más allá de los inmensos recursos naturales que pueden albergar los ocho husos horarios inscritos en sus fronteras nacionales -, límites que, por contraste, sintetiza el dato de que su PIB  es parejo al de Italia.
A despecho de que sus reservas de divisas alcanzan la cifra de 478.000 millones de dólares, lo cierto es que en lo financiero la apenas iniciada fuga de capitales se cuantifica casi en los 80.000 millones de éstos y que el Gobierno de Moscú se ve forzado a una subida de impuestos para cubrir los costes de su engallamiento con Occidente, que se habrá de traducir forzosamente en merma y en freno del crecimiento económico de la Federación Rusa.
Quiere ello significar que lo actuado para reparar la catástrofe geopolítica exterminadora del megaterio soviético puede estar reproduciendo en el Putinato las mismas causas –económicas – que la provocaron entonces.

http://www.republica.com/2014/08/04/dilema-nacional-para-putin_830429/

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