POLITICOS Y NARCOTRAFICO
Camilo Ciruzzi14-10-2014,
Una política de estado se puede definir por acción u omisión. Está claro que en Neuquén, a la luz de los hechos, la segunda opción es la que triunfa sobre los esfuerzos y la planificación de largo plazo que requiere la lucha contra el narcotráfico.
La intendenta Soledad Martínez, de Zapala, una dirigente que suele ser demasiado franca dentro del sinuoso ambiente político neuquino, admite que las políticas de corto plazo y efectistas son las preferidas por los gobernantes, incluso en su gestión. Lo que implica que se descuiden temas graves, como el crecimiento voraz del tráfico y consumo de drogas, entre otras cosas, porque “no hemos tenido la iniciativa de juntarnos con otros intendentes”. La frontera provincial con Chile es un colador. Sus resquicios permiten pasar y vender droga. Poco pueden hacer los controles aduaneros en los cuatro pasos permanentes y menos aún controlar los 32 senderos clandestinos. Las fuerzas de seguridad responsables de investigar a las redes delictivas se ven sorprendidas por el volumen de droga que llega a la región. Pero si los especialistas han demostrado tener pocos reflejos, menos puede pedírsele a la clase política, que, al menos en este tema, se mueve como un paquidermo torpe y rengo. Sobre todo cuando algunos asuntos, al hacerse evidentes, desnudan el fracaso de una gestión. Claro: nadie quiere poner una fanfarria para proclamar su ineptitud.
Martínez reveló que hace poco se enteró que vendían porros en los baños de las escuelas de Zapala, algo que pasa también en la capital. Una prueba más de la comodidad con que el narcotráfico crece cuando los dirigentes miran a otro lugar.
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