CRIMEN ORGANIZADO EN ARGENTINA. EL RIESGO DE CONVERTIRSE EN MEXICOLa aparición de 19 fosas clandestinas en la ciudad mexicana de Iguala, en el Estado de Guerrero, fue la chispa que hizo estallar ante el mundo, el proceso de impunidad y muerte que desató el crimen organizado internacional contra esa sociedad centroamericana desde el año 2006.
Desde el inicio de la llamada “lucha contra el narcotráfico” que comenzó con Felipe Calderón en 2005, se estiman que fueron asesinados unos 150.000 ciudadanos aunque el gobierno reconoció oficialmente la existencia de 22.000 personas desaparecidas. El cálculo de las organizaciones de familiares y amigos de las víctimas, es sensiblemente superior y asciende a más de 30.000 desaparecidos que se suman la escalofriante cifra de 120.000 ejecutados en el término de 8 años, en todo el territorio mexicano. No son pocas las voces que señalan una alarmante similitud entre esa realidad y la de la provincia de Santa Fe, en Argentina. Edgardo Buscaglia, especialista en temas de seguridad, presidente del Instituto de Acción Ciudadana en México y profesor invitado del Departamento de Derecho de la Universidad de San Andrés, afirmó días atrás que nuestro país comenzó a marchar hacia una situación como la de México y que esta dirección no cambiará si el sistema político “no reacciona” y crea un gobierno de coalición para “resolver los problemas” generados por el crimen organizado.
Durante la disertación “Estudios empíricos sobre las causas y consecuencias de la violencia” que brindó junto al investigador Alberto Föhrig, Buscaglia aclaró que “el próximo gobierno no podrá ser únicamente de un partido sino de coalición” porque quien asuma la conducción “no va a poder gobernar” (solo) ni “implementar las políticas necesarias contra el delito”.
México y Argentina comparten una historia que hundió sus lazos durante la Dictadura Cívico Militar que se desplegó en nuestro país entre 1976 y 1982. Entonces, miles de ciudadanos del sur, expulsados o autoexiliados de su tierra, encontraron refugio y contención en centroamérica. Durante los años más sangrientos de la historia reciente del cono sur, era difícil imaginar que esa tierra lejana, intensa, generosa y colorida, podía vivir alguna vez la realidad que está viviendo.
La Mañana de Radio Seis dialogó hoy con una periodista y documentalista argentina que vive en México desde hace más de 10 años y experimentó el comienzo y la evolución de las matanzas de civiles que fueron aceptadas y naturalizadas hasta que las masacres de estudiantes secundarios y el descubrimiento de 19 fosas en Iguala marcaron un punto de inflexión.
“La Guerra contra el Narco de Felipe Calderón que se inició en 2005 fue como echar gasolina al fuego. Desde entonces, comenzamos a ver la guerra por la plaza y los diferentes cárteles del delito organizado comenzaron a enfrentarse para controlar el territorio. Comenzaron los ejecuciones, los cuerpos desguazados en público, atentados y diferentes situaciones en todo el país que siempre quedaban en el ámbito de la guerra contra el narco. La guerra contra el narco era vivida como una guerra ajena en la que los buenos siempre eran los del Estado y los que morían eran los malos, los del crimen organizado. Si alguien desaparecía era porque en algo se había metido”, relató Diez.
La documentalista señaló que hoy en día ya no se habla solo de narcotráfico sino de “crimen organizado” que “maneja 22 rubros económicos diferentes entre los que está el narcotráfico, la trata de personas, las extorsiones y el comercio ilegal de mercaderías”. “El crimen organizado está metido en toda la economía del país”, subrayó.
Según explicó, las noticias comenzaron a relatar los secuestros de los migrantes sudamericanos que cruzan de México a Estados Unidos pero rápidamente los hechos de violencia focalizada se transforaron en matanzas masivas en los sectores populares, y luego se expandieron hacia la clase media.
“Iguala (en el Estado de Guerrero, una de las zonas más pobres de todo México) fue la manera de quitarnos la venda, cuando nos explota la realidad. Fue una manera de reconocer que si han hecho esto ahora, significa que lo han hecho anteriormente, y que el nivel de impunidad es altísimo, que el poder que tienen es altísimo, para decir puedo hacerlo y no va a pasar nada”, manifestó.
En la efímera existencia de las noticias cotidianas, no está claro si las señales de alerta que da el ejemplo de México y el análisis del especialista Buscaglia, suenan tan fuerte como para despertar la conciencia de la clase dirigente argentina.
“El colapso de los controles le baja muchísimo el costo país a las organizaciones criminales, que como cualquier empresa legal busca bajo costo para operar”, advirtió Buscaglia para insistir en la necesidad de un cambio político e instituncional.
“Las transiciones políticas que pasan del autoritarismo a futuras democracias conllevan un colapso en el sistema de controles. Argentina es una democracia en transición, porque no se puede tener una competencia electoral si existen vacíos de control y de Estado. De este modo las democracias terminan pervirtiendo y no traduciendo las preferencias ciudadanas en materia de controles. Y cuando digo controles hablo de control judicial, institucional y patrimonial de los grupos criminales”, subrayó.
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