¿Por qué centrarse en la pobreza infantil?
No todas las personas en situación de pobreza la experimentan del mismo modo, ni son igualmente vulnerables a ella o tienen las mismas posibilidades y oportunidades de superarla, presentándose una importante heterogeneidad de la vivencia, origen y consecuencias de la pobreza según edad, sexo, pertenencia étnica y ubicación rural-urbana. Esto ha llevado a desarrollar análisis de pobreza desde perspectivas específicas, como por ejemplo las de infancia y de género.
La preocupación particular por los niños, niñas y adolescentes obedece a diversas razones. Por un lado, destaca su sobrerrepresentación en la población considerada pobre desde la perspectiva de los ingresos (Minujin, Delamónica y Davidziuk, 2006), por otro lado, su mayor dependencia física, emocional, económica y social, y, por último, la falta de autonomía de las familias y de las instituciones, y la mayor vulnerabilidad que presentan ante las consecuencias de la pobreza y la desigualdad en sus variadas dimensiones.
Los niños no solo experimentan la pobreza en forma diferente a los adultos, sino que ésta tiene también distintas formas y facetas. Los niños son más vulnerables a sus efectos, sus necesidades son más urgentes, y las consecuencias son de larga duración tanto en ellos como en la sociedad en su conjunto. La experiencia de pobreza en las primeras edades deja marcas indelebles que potencian el círculo vicioso de la pobreza. En América Latina y el Caribe, una porción significativa de los niños menores de 18 años enfrentan adversidades que los perjudican de forma directa en esta etapa del ciclo vital, que luego siguen teniendo repercusiones negativas en el resto de sus vidas y se transmiten a las generaciones siguientes. Estas adversidades se relacionan con las condiciones materiales de vida, con el acceso desigual a servicios de distinta naturaleza, con los apoyos y estímulos provenientes de las agencias de protección, socialización y formación y con su exposición a riesgos, entre los que destacan la violencia y el abuso.
A su vez, los niños y adolescentes más afectados suelen estar sumidos en situaciones de insuficiencia de ingresos y privación de sus derechos con respecto a su educación, abrigo, salud, nutrición y supervivencia, cuya solución efectiva no se puede postergar.
¿Qué se entiende por pobreza infantil?
No hay una sola definición de pobreza infantil, no obstante en el centro de ellas destaca el enfoque de la privación de las necesidades básicas con una perspectiva de derechos humanos. La definición que se sigue en esta Guía, es la realizada por la UNICEF en el año 2005, donde se señala que:
“Los niños y las niñas que viven en la pobreza sufren una privación de los recursos materiales, espirituales y emocionales necesarios para sobrevivir, desarrollarse y prosperar, lo que les impide disfrutar sus derechos, alcanzar su pleno potencial o participar como miembros plenos y en pie de igualdad de la sociedad” (Estado Mundial de la Infancia, 2005, UNICEF).
¿Por qué es necesario medir la pobreza en la infancia?
La pobreza infantil abarca más factores que los parámetros tradicionalmente utilizados para medir la pobreza –como los bajos niveles de ingreso o consumo de los hogares–. Por ejemplo, existen aspectos de la pobreza de los niños que resultan intangibles para estas mediciones: inseguridad, carencia de libertad por hostigamiento o abuso, falta de participación, y exclusión social.
Además, para los niños, niñas y adolescentes la pobreza es una profunda experiencia que ocurre en forma relacional y relativa, dinámica y multidimensional (Minujín, 2010). Por ello, la pobreza infantil no puede ser resuelta únicamente por medio del aumento de los niveles de ingreso individual: es un problema complejo que necesita estrategias integrales que comprendan el fenómeno desde diferentes aspectos.
Un mayor y más adecuado conocimiento de los determinantes y la situación de pobreza multidimensional en la infancia permitirán formular políticas públicas más eficaces para superarla y romper su transmisión intergeneracional. Por lo tanto, para cumplir con los derechos de los niños, niñas y adolescentes, es necesario erradicar tanto la pobreza infantil como la pobreza general.
La Convención sobre los Derechos del Niño
Estimar la pobreza infantil implica identificar las privaciones que afectan a los niños, los derechos que se ven vulnerados, y a partir de ellos realizar los procedimientos necesarios para reflejar el ejercicio de derechos de la infancia. Esto es hacer un seguimiento del cumplimiento de los compromisos asumidos por los Estados, y evaluar los programas y proyectos implementados en los distintos países, en relación con su impacto en la disminución de la extensión y profundidad de la pobreza y la desigualdad.
La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), que entró en vigencia en 1989, establece criterios normativos que permiten velar por el bienestar de los niños, niñas y adolescentes. Los compromisos asumidos por los Estados signatarios de la CDN se dirigen a aumentar las oportunidades y capacidades que permitan a los niños, niñas y adolescentes tener un presente y un futuro sin pobreza y romper su dinámica de reproducción.
La Convención define a los niños como sujetos de derechos, y valida toda una serie sobre factores que se conciben como constitutivos del bienestar infantil, que están ausentes en situación de pobreza.
Los menores de 18 años que viven en la pobreza se ven privados de muchos de sus derechos, entre otros y en particular: el derecho a la supervivencia, la salud y la nutrición, la educación y la información, la vivienda, la participación y la protección frente a los riesgos, los daños, la explotación y la discriminación.
¿Cuáles son los principios que guía la CDN?
Los derechos consagrados en la Convención sobre los Derechos del Niño son universales, integrales e indivisibles, e impulsan un único marco jurídico, programático y de política. La CDN abarca derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales, y se guía por cuatro principios básicos:
i) El interés superior del niño;
ii) Su derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo;
iii) El respeto de sus opiniones, lo que implica la ciudadanía de los niños, niñas y adolescentes; y
iv) El principio de no discriminación, que significa que cualquier negación o exclusión por motivos de raza, pertenencia étnica, género o nacionalidad es inaceptable.
El principio del interés superior del niño obliga a considerar la superación de la pobreza en la infancia y adolescencia como prioridad en la lucha por la reducción de la pobreza en el conjunto de la población. Debido a esto los Estados, las instituciones, la comunidad, las familias y los individuos deben compartir la responsabilidad de proteger y promover los derechos de los niños, niñas y adolescentes, y otorgarles prioridad respecto de otros compromisos.
¿Qué se entiende por aplicar un enfoque de derechos?
El enfoque de derechos es un marco conceptual y de acción, que debe ser utilizado tanto en el ámbito del desarrollo como en la reducción de la pobreza (Abramovich, 2006). Uno de los aportes más importantes de este enfoque es el reconocimiento de que todas las personas, independientemente de su edad, sexo, pertenencia étnica, inserción en la estructura socioeconómica u otras condiciones, son titulares de derechos, lo que obliga al Estado a realizar acciones dirigidas a asegurar su ejercicio como parte del diseño, ejecución de políticas y programas de reducción de la pobreza.
Por otra parte, los derechos humanos poseen una doble dimensión. Por un lado, son constitutivos, ya que tienen un valor intrínseco, y por otro lado son instrumentales, en tanto posibilitan el goce del bienestar. Debido a esto la pobreza y la imposibilidad del goce efectivo de los derechos están íntimamente ligadas, ya que la primera ocurre en situaciones en las que los derechos humanos son denegados o violados de forma sistemática (Sengupta, 2005).
UNICEF (2004)(1) sostiene que el concepto de pobreza infantil, junto a las estimaciones de sus alcances, puede ser construido sobre el principio de acceso a un número específico de derechos económicos y sociales. El incumplimiento de éstos implicaría, por ejemplo, muerte prematura, hambre, desnutrición y falta de acceso al agua potable, servicios sanitarios, servicios médicos e información y educación, con las consecuencias que ello conlleva.
En este contexto, en la presente Guía, se entiende la pobreza infantil desde una perspectiva que prevé las privaciones de los derechos de los niños contemplados en la CDN, proponiendo un enfoque basado en derechos humanos, cuya aplicación orienta la medición de la pobreza infantil y redundaría en la reducción de este flagelo.
http://dds.cepal.org/infancia/guia-para-estimar-la-pobreza-infantil/guia-contenido-1.php