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benetton200 Por Jean Georges Almendras-12 de enero de 2017
Dura represión  con el argumento del reclamo de una tierra que no pertenece a los Benetton
La sola idea de saber que hubo represión policial  sobre integrantes de una comunidad indígena, en el siglo que corre, en una región de Argentina,  me  causa repugnancia. Y la sola idea de saber que la comunidad indígena –constantemente clasificada y tildada por los represores, de subversiva y de terrorista- lo único que hizo fue defender sus tierras, me provoca más asco aún. Una historia que se repite de un tiempo a esta parte en nuestra América Latina. Una historia que habla de intolerancias y de políticas colonialistas, al servicio de mentalidades desviadas, del bloque europeo o del bloque estadounidense. Una historia que degrada a la civilización, que se jacta de avanzada y moderna. Una historia de malos y buenos. Donde los “buenos” siempre tienen el sartén  por el mango fortalecidos y apoyados por el garrote, las armas de fuego y el dinero, y donde los “malos” deben de pagar los platos rotos, porque son los desposeídos,  los campesinos o los excluidos.   En este caso, los “malos” fueron las comunidades mapuches de Chubut, a quienes aporrearon, hirieron y saquearon, y los  “buenos”, los que defendieron enérgicamente tierras que son suyas pero que están en poder (o usurpadas con membretes y formalidades tendenciosas o fraudulentas a los pueblos originarios)  o en manos de los poderosos de turno, en este caso: la empresa Benetton.

Los hechos se registraron en las tierras donde residen integrantes de la comunidad mapuche Pu Lof, en el departamento de Cushamen, en Chubut, República Argentina.  Hechos que no fueron una sorpresa  (aunque sí, la violencia que en ésta oportunidad se ejerció a la hora de reprimir) porque el conflicto es de vieja data. Cronológicamente hablando, un conflicto que tiene raíces en situaciones que se desencadenaron años atrás. Ideológicamente hablando, un conflicto que tiene raíces mucho más profundas y de tenor histórico

De una profundidad en extremo sutil, pero no por ello dañina, porque los pueblos originarios, fueron desde siempre (y siguen siendo) una piedra en el zapato del conquistador, primero; del colonizador, después; y del imperio financiero transnacional ahora. Ese imperio de ropas yanquis y de ropas europeas, diseminado por el mundo como un cáncer difícil de vencer  o extirpar. Ese imperio de ropas yanquis y de ropas europeas tantas veces denunciado públicamente por escritores sudamericanos, como por ejemplo el uruguayo Eduardo Galeano. Ese imperio tantas veces enfrentado en diferentes terrenos y en diferentes épocas, costando sufrimientos, exilio, marginación, difamación y hasta la muerte. En épocas del ayer y en estos tiempos. Ese imperio, madre y padre de un sistema financiero perverso y cruel, que no deja de ser dominante y subyugador.

La cuestión es que  ese sistema financiero perverso y cruel, para la comunidad indígena mapuche, en la región de Chubut, tiene un rostro y un apellido: Luciano Benetton

La antropóloga Florencia Trentini, a finales de mayo  2016, escribía: ”El pasado viernes 27 de mayo (de 2016) , los integrantes de los Lof (comunidades)en Resistencia del Departamento Cushamen, provincia de Chubut, fueron desalojados por la policía provincial, Gendarmería y el Grupo Especial de Operaciones Policiales (GEOP). Según denunció la comunidad, este procedimiento no solo fue extremadamente violento, sino que se realizó sin mostrar una orden judicial y los detenidos fueron trasladados a Esquel en autos sin identificación. El violento episodio se dio al costado de la ruta nacional 40, a aproximadamente 100 kilómetros de la ciudad de Esquel, en el paraje Vuelta del Río, en Leleque. La particularidad del territorio en conflicto es que el mismo pertenece a una de las estancias de la Compañía de Tierras del Sur Argentino, que desde los 90 está en manos del empresario italiano, Luciano Benetton, quien posee un millón de hectáreas en la Patagonia argentina. El conflicto  de Benetton con el Pueblo Mapuche no es nuevo. En el año 2007, la comunidad Santa Rosa Leleque decidió recuperar su territorio ancestral y durante años debió enfrentar continuos y violentos intentos de desalojo, hasta que en 2014 el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) reconoció su derecho sobre el territorio en el marco de la Ley 26.160 de relevamiento territorial. El 13 de marzo de 2015, varias familias de la zona realizaron otra recuperación en tierras de Benetton, sosteniendo que las mismas son territorio ancestral del Pueblo Mapuche, usurpado por el magnate extranjero. En aquella oportunidad, mediante un comunicado público firmado por los Pu Lof en Resistencia del Departamento Cushamen y el Movimiento Mapuche Autónomo del Puel Mapu (MAP) explicaban:”Nosotros, Mapuches, seguimos siendo una inmensa mayoría sin tierra, con la única alternativa de ser peones, empleadas domésticas y obreros, es decir, mano de obra barata y explotada por la oligarquía criolla y el empresariado transnacional”. Y sostenían que “la única manera de frenar el “asesinato planificado” desde el poder económico y del Estado (ecocidio y etnocidio), es mediante el control territorial de nuestras comunidades movilizadas”

“La respuesta de la Compañía de Tierras del Sur Argentino fue una denuncia penal por usurpación. Desde entonces la violencia, las amenazas y los intentos de desalojo fueron permanentes. En noviembre de 2015, la comunidad denunció que durante una madrugada un auto se detuvo sobre la ruta 40 y realizó dos disparos con arma de fuego para luego darse a la fuga. Mediante un comunicado público el Lof denunció el accionar de grupos parapoliciales al servicio de los terratenientes, y sostuvo que este tipo de procedimientos se debían a que la recuperación territorial ponía en peligro los  intereses de la oligarquía y el capital transnacional”

“Lejos de ser un hecho aislado o sin precedentes, la situación en Cushamen vuelve a poner sobre la mesa la violencia que sufren los Pueblos indígenas en manos de las fuerzas de seguridad que protegen los intereses de los terratenientes y de las empresas nacionales y multinacionales. Asimismo, nuevamente, la lucha indígena viene a revisar el proceso fraudulento de entrega de tierras. Esto es lo  que se pretende evitar a toda costa y para eso las fuerzas de seguridad  protegen los intereses de los terratenientes y de las empresas nacionales y multinacionales. Asimismo, nuevamente, la lucha indígena viene a poner en cuestión la “propiedad privada”, base del sistema capitalista, y demanda revisar el proceso fraudulento de entrega de tierras. Esto es lo que se pretende evitar a toda costa y para eso las fuerzas de seguridad actúan rápidamente desalojando y reprimiendo”

“Como muestra el historiador Ramón Minieri en su libro “Ese ajeno sur”, la historia de la Compañía de Tierras del Sud Argentino puede remontarse al genocidio de “Conquista del Desierto”, cuando en Patagonia se da inicio al proceso de extranjerización y concentración de la tierra que perdura hasta la actualidad, a costa de los derechos de los pueblos originarios. Las tierras que hoy están en manos de extranjeros, como Benetton, son en su mayoría donaciones otorgadas a empresas o familias que financiaron el genocidio “de la conquista”, y posteriormente han sido compradas por los actuales terratenientes a precios irrisorios”

“En este mismo devenir histórico en el que los terratenientes nacionales y extranjeros se fueron quedando con las mejores tierras de nuestra Patagonia, los mapuches han sido estigmatizados como salvajes y bárbaros a los que había que exterminar mediante “la conquista” y posteriormente tratar de civilizar e integrar al Estado argentino, principalmente como mano de obra barata. Hoy son considerados como invasores chilenos o como terroristas que ponen en peligro la paz Social” concluye Trentini.

 El informe de la antropóloga Trentini –de mayo del año pasado-  resume con pelos y señales cuál ha sido y cuál es la dirección  del poder, y cuál ha sido y cuál es la dirección adoptada por  las comunidades indígenas. Una pulseada con puntos muy precisos y de facetas, en apariencia complejas, pero que en realidad son simples, porque esa complejidad que se le quiere asignar, tiene una sola cara: la cara del saqueador ancestral, que desvirtúa la verdadera situación, distorsionando la legítima lucha de estos pueblos , como se hizo siempre, desde tiempos de la conquista.

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Hoy, esos conquistadores del tercer milenio, que impunemente  visten a las comunidades indígenas con los ropajes y las aureolas de un  terrorismo destructivo y usurpador, tienen como  único cometido, no dejar que una verdad histórica gane las calles y gane los medios de comunicación masivos. Un cometido totalmente alejado de la verdad, donde los usurpadores son verdaderamente los acusadores y no los acusados; y donde los que ordenan la  represión no son nada más que vulgares y cobardes entrometidos, en una coyuntura histórica  redoblada de arbitrariedades.

 Y a propósito de todas estas reflexiones que me resultan inevitables, en el mes de octubre del año pasado, Florencia Trentini escribió:”Lamentablemente, para medios de comunicación masiva como “La Nación” no importa mucho lo que tengan para decir las comunidades y organizaciones mapuches, ni los académicos que desde hace años vienen trabajando con este Pueblo. No les interesa tampoco que existan leyes nacionales y convenios internacionales ratificados por nuestro país que respaldan y legitiman el reclamo mapuche por sus derechos al territorio. Invisibilizando o tergiversando todas estas cuestiones escriben notas y editoriales que no hacen más que estigmatizar a este Pueblo y contribuir a fomentar la violencia que se vive día a día en los territorios”

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Entonces, es hora de preguntarnos: ¿qué pasó en estos territorios entre los días 10 y 11 de enero de este mes de enero?

De acuerdo a las informaciones de los medios locales, hubo un operativo policial llevado adelante en las tierras recuperadas por los mapuches en el mes de marzo del año 2015, (hasta ese momento en manos del empresario Benetton) y en la oportunidad dos integrantes de la comunidad quedaron detenidos.

“Entraron a tiros, golpearon a los hombres, esposaron a las mujeres, rompieron todo. Eran alrededor de 200 gerdarmes y dos drones para reprimir a una comunidad de diez adultos y cinco chicos. Nos tratan de indios terroristas que queremos sembrar el pánico y ahora el pánico lo instalan ellos” se denunció públicamente.

 Soraya Maicoñía dijo a periodistas de Página 12 que “a pesar de que al mediodía, Gendarmería mantenía el bloqueo a los tres accesos a la comunidad por las rutas 258, 40 y un camino alternativo que conecta con Esquel, una acción de amparo logró frenar el desalojo, ordenado por el juez federal Guido Otranto”  y agregó: “ El fondo del conflicto es que recuperamos las tierras para el pueblo mapuche, que estaban en manos de Benetton, dueño de más de un millón de hectáreas en la Patagonia. Hay documentos históricos que prueban que aquí vivían nuestros pueblos antes de la Conquista del Desierto, cuando les entregaron las tierras a los ingleses. En 1994 Carlos Menen se las vendió a Benetton por muy poca plata. Tuvimos dos instancias de diálogo con los funcionarios de la provincia y los empresarios que manejan el tren. Ya les habíamos dicho que íbamos a levantar las barricadas pero con  la condición de que nos avisen cada vez que pasa. La comunidad Pu Lof reclama, además, que los habitantes de los diez pueblos indígenas instalados a lo largo de los 500 kilómetros que separan a la comunidad de Esquel puedan usar los servicios del tren para romper el aislamiento”
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Los hechos recientes allí en las tierras mapuches, levantaron de inmediato una polvareda considerable. En la región era el tema más destacado. Era el tema más grave. Era una situación por naturaleza muy sensible y muy preocupante. No obstante, el tema de la “represión a los mapuches de Chubut” no fue ni siquiera mencionado  en la mayoría de los medios de comunicación complacientes, ni del gran Buenos Aires, ni de la región, entre ellos  mi país, Uruguay. Un detalle que me irrita y que me hace entender que el camino elegido por los mapuches fue y sigue siendo el acertado. Un camino de lucha y de denuncia, que claramente no va de la mano con la indiferencia de algunos colegas que no hacen otra cosa que minimizar e ignorar una a causa justa, que no por ser distante, merece ser apartada o desestimada.

En los operativos represivos de la primera semana de enero, según trascendió, dos integrantes de la comunidad mapuche Pu Lof, debieron ser internados graves. De uno de ellos se supo que debió ser asistido en el Hospital de Bolsón tras ser herido de bala en la región de la mandíbula. Herida producida por una bala de goma.

De esta persona, de nombre Emilio Jones, Soraya Maiconia dijo a Página 12: “le dispararon a quemarropa, a tan corta distancia, que le destrozaron el maxilar. Sabemos que pasó bien la noche y que le harán estudios para cirugías de reconstrucción”

Otro de los heridos, identificado como Fausto Jones Huala, debió ser trasladado al Hospital de Bariloche donde fue ingresado a una sala de terapia intensiva presentando varios disparos en la cabeza. Las heridas le habrían afectado el habla.

Po su parte Isabel Huala, en diálogo con “La izquierda Diario”, enfáticamente dijo que en el desalojo y la represión habían detenido a su hijo Nicolás; dijo además que habiéndose comunicado con la policía de El Maitén no le explicaron donde estaba detenido. “No sé donde los están llevando a los detenidos. Tengo miedo que los desaparezcan” fue la categórica afirmación de Isabel Huala.

Avasallamiento. Desconocimiento de los hechos históricos. Represión. Poder. Terror. Y un aparato judicial y mediático al servicio de los intereses extranjeros. Todo para obtener tierras. Las mejores tierras de una región de la Argentina, que siempre han sido codiciadas por el invasor. Tierras que serán defendidas a conciencia y tenazmente, porque “resistencia no es terrorismo” como reza un cartel exhibido bien alto por las comunidades mapuches durante sus movilizaciones.
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¿Estamos en el siglo pasado? Parecería que sí, para algunas mentalidades. Mentalidades y políticas de expansión, de una soberbia criminal realmente repulsiva.

 Nos jactamos de un mundo a “full” en el que la calidad de vida ha llegado a niveles inimaginables. Pero no nos damos cuenta de lo que nos rodea. Ni siquiera nos damos cuenta de lo que tenemos en las entrañas mismas de esta humanidad dominada y carcomida por el capital financiero. Porque pareceríamos estar adormilados y anestesiados por un egoísmo dañino, a flor de piel. Un egoísmo tal, que –aún sin proponérnoslo- nos transforma en cómplices del crimen. El crimen de avasallar pueblos enteros,  como se avasalló hace más de 500 años, enarbolando cruces y empuñando espadas. Para saquear en grande. Para saquear almas y riquezas de todo un continente. Como vulgares salteadores que con el tiempo se regodearon de títulos y privilegios. Porque eran los conquistadores. Porque eran los colonizadores.

¿Los mismos salteadores de las tierras de los mapuches? Sí, los mismos, pero con otros rostros, con otras vestimentas y con otros nombres y con otros apellidos. Pero son los mismos, porque actúan con los mismos métodos, con los mismos fraudes, con los mismos argumentos y con los mismos cuentos. Métodos y fraudes modernísimos. Métodos de “saqueo y muerte”, del tercer milenio. Métodos que se siguen aplicando en las tierras mapuches, usurpadas por el conquistador Benetton, en la Argentina democrática de hoy: 2017. Métodos que se siguen aplicando en África, Medio Oriente y muchos países de América Latina, como Honduras,  Paraguay y Chile entre otros. Métodos que siguen sembrando heridos y cadáveres. Métodos para pisotear o literalmente para hacer desaparecer a los pueblos originarios, no sin antes despojarlos de lo más sagrado: de sus tierras.

 La Madre Tierra. La Pacha Mama. Se sigue desangrando, para hacer ricos a otros, de tierras muy lejanas. No hemos aprendido nada y la hipocresía se ha institucionalizado. Se ha globalizado. Como el capitalismo corrosivo. Como la mafia corrosiva.

El escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano, que ya no está entre nosotros, dejó un legado de pensamiento y análisis brillante, verdadero y muy testimonial, sobre la realidad de su  tierra sudamericana: un libro muy vigente:“Las venas abiertas de América Latina”.

No solo por el atropello al pueblo mapuche, tengo sobradas razones (y estoy seguro de que muchos de los lectores igualmente) para pensar (como ya lo pensó Galeano hace más de tres décadas) de que hoy, esas venas de la “madre tierra sudamericana” siguen abiertas. Muy abiertas.  

 Habrá que responder al invasor, como siempre se ha hecho en la historia de nuestros pueblos sudamericanos.



*Foto de Portada: www.resumenlatinoamericano
*Foto 2: www.agenciapacourondo 
*Foto 3: www.resumenlatinoamericano
*Foto 4: www.políticaargentina

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