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02banderaargentinasiriaLA ARGENTINA, ANTE EL REGIMEN SIRIO
El gobierno nacional, que se jacta de defender los derechos humanos, debería liderar el reclamo de sanciones a Siria
Un país como el nuestro, cuyo gobierno se dice defensor de los derechos humanos, no puede mantener un silencio cómplice frente al drama del pueblo sirio. La Argentina debe adoptar una posición de absoluta firmeza, sin disimulos ni medias tintas, reclamando que la comunidad internacional y los organismos de derechos humanos condenen severamente al gobierno de Bashar al-Assad y lo sancionen por los múltiples y aberrantes crímenes de lesa humanidad de los que es directamente responsable. También debe promover la Argentina, sin retaceos, la intervención de la Corte Penal Internacional. En estos temas no puede haber duplicidad en las conductas.
Las protestas masivas y constantes del pueblo sirio comenzaron el 15 de marzo y no se han detenido. Cada viernes, la gente sale a las calles después de concurrir a los servicios religiosos para manifestar de esa manera su enérgico y generalizado repudio al régimen autoritario de Al-Assad.
La represión gubernamental sumó sólo la semana pasada otras 25 vidas a la larga lista de víctimas civiles inocentes. Además, los miembros de las fuerzas de seguridad sirias que se niegan a disparar salvajemente contra su pueblo se transforman automáticamente en blanco de las fuerzas especiales que responden al régimen.
Las protestas, no obstante, no ceden. A pesar del miedo y pese a la reacción de extrema crueldad desatada con tanques, cañones y helicópteros por el régimen autoritario, que ya ha costado la vida a más de 1200 sirios, ha causado 10.000 arrestos y ha provocado hasta ahora una ola de refugiados estimada en unas 6000 personas que escaparon a Turquía.
En los últimos días, las fuerzas especiales sirias, comandadas por el sanguinario hermano del presidente, Maher al-Assad, asolaron la ciudad de Jisr al-Shughour, emplazada en la zona montañosa de la frontera que separa a Siria de Turquía, al norte de Damasco.
Se trató de una clásica operación de castigo a su desafiante rebeldía. Sus 50.000 habitantes escaparon a la represión o fueron víctimas de ella. Muchos acampan ahora junto a la frontera turca, amenazando con cruzarla en masa si los soldados de Assad se les acercan. Otros ya la han cruzado.
Distintas ciudades en la provincia de Idlib han sufrido la misma suerte. Se trata de un encalve musulmán, mayoritariamente "sunni", que sabe bien, por experiencia propia, lo que significa soportar la violencia más extrema, desde que en los setenta y los ochenta se produjeron allí otros levantamientos populares que fueron sofocados por el clan Assad con la máxima violencia imaginable.
Una tragedia humanitaria está claramente en marcha y la comunidad internacional, dividida, se muestra impotente para poder detener las atrocidades y la brutalidad del régimen sirio. Las restricciones a la información y a los medios extranjeros no permiten evaluar con toda la precisión necesaria el impacto real de la brutalidad desatada desde el Estado contra el pueblo sirio, pero los temores de estar frente a una tragedia de grandes dimensiones crecen constantemente. Por esto, el silencio cómplice frente a la represión a quienes simplemente tienen sed de libertad no parece una opción aceptable.
Con un evidente doble discurso, el régimen de Assad acaba de prohibir al general Atef Najib, un primo del presidente, salir del país, sugiriendo así que habría una investigación en marcha sobre los sucesos acaecidos en la región de Dará que encendieran en marzo la cadena de protestas pacíficas que aún continúan.
Sería positivo, creemos, contar con protestas duras y formales por parte de nuestras autoridades ante lo que es un caso evidente de violaciones gravísimas y sistemáticas de los derechos humanos y de las libertades civiles del pueblo sirio, provocadas desde el Estado sin contemplación alguna.
 17 de junio de 2011

http://www.lanacion.com.ar/1382218-la-argentina-ante-el-regimen-sirio

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