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01crisisLA ECONOMÍA GLOBAL, TODAVÍA EN RIESGO
Mario L. Blejer
Para LA NACION
Columnista invitado
24 de julio de 2011
La semana que pasó se caracterizó por un aumento sustantivo en la volatilidad y el nerviosismo con respecto a la durabilidad de la recuperación global. Las turbulencias en los mercados financieros de Europa y la batalla política alrededor de la situación fiscal en los Estados Unidos crearon fuertes tensiones financieras que se expandieron a nivel mundial. La semana termina con un acuerdo que, por lo menos temporariamente, parece encaminar el problema de la deuda en Europa, e importantes indicios de un compromiso incipiente en los Estados Unidos. Es, probablemente, un buen momento para analizar tendencias de más largo plazo y sus posibles alcances. Más allá de los eventos inmediatos, no hay duda de que la economía mundial está sufriendo una desaceleración moderada. Sin embargo, a pesar de la incertidumbre reciente, el consenso asevera que no enfrentamos una recaída dramática a los niveles negativos de crecimiento de 2008.
Aun así, las proyecciones de crecimiento han sido ajustadas hacia abajo por la mayoría de los analistas y hoy se calcula que, a nivel global, el crecimiento en este año no llegará al 4%, comparado con un 5% el año pasado. Esta tasa refleja un crecimiento de las economías avanzadas menor al 2%, mientras que las economías emergentes crecerán más de un 6,5%.
La magra evolución de las economías avanzadas tiene su raíz en el alto grado de endeudamiento de éstas, una situación que llevará mucho tiempo en resolverse. En los Estados Unidos, se proyecta un crecimiento de alrededor del 2,5%, muy inferior al necesario para reducir la tasa de desempleo, que hoy excede el 9%. Esta situación prácticamente asegura que la Reserva Federal no retirará los estímulos monetarios, por lo tanto, continuará la alta liquidez junto con tasas de interés casi nulas.
Aun cuando este escenario mediocre no pronostica una nueva recesión, los riesgos que enfrenta la economía mundial parecen haberse incrementado. Los dos principales riesgos que podrían volver más negativas las proyecciones mencionadas son la continuación y la profundización de la crisis fiscal en Europa y una desaceleración sustancial de las economías emergentes.
El contagio es probable
Con respecto al primer punto, y pese al progreso alcanzado este fin de semana, la probabilidad de un desenlace desordenado en la zona del euro continúa siendo altamente factible. Este segundo salvataje de Grecia implica, a pesar de los eufemismos, la aceptación de un default implícito, el primer default en una economía avanzada en los últimos sesenta años. Aun cuando se han tomado precauciones, el contagio a otras economías periféricas de Europa, como Portugal e Irlanda, es altamente probable. La duda que queda en el mercado es si este contagio alcanzará también a España e Italia, con lo que más de un tercio de la zona del euro estaría afectado. De ser así, podría peligrar el euro y con él la estabilidad financiera global, necesitando reestimar todos los parámetros relevantes.
El segundo riesgo se relaciona con las economías emergentes. Se estima que su crecimiento caerá este año de un 8% a un 6,5% y, probablemente, a un 6% el año próximo. La razón fundamental deriva de las políticas implementadas para enfrentar el aumento generalizado en las tasas de inflación de estas economías, como consecuencia de un recalentamiento de su crecimiento en los últimos años.
La moderación en el crecimiento es el resultado de políticas contracíclicas, principalmente, de políticas monetarias contractivas. Ejemplos claros de esta situación se encuentran en China y en Brasil, pero situaciones similares experimentan muchos otros países emergentes. Si estas políticas son exitosas en lograr un aterrizaje suave, es decir, un control de la inflación con una desaceleración contenida, contribuirán positivamente al crecimiento global equilibrado.
El riesgo es, sin embargo, que sea difícil lograr una sintonía perfecta y que un sobreajuste pueda tener consecuencias excesivamente recesivas en estas economías. Esto podría suceder, por ejemplo, si el precio del petróleo se acelera inesperadamente por razones geopolíticas.
El panorama mundial es, entonces, menos alentador que un año atrás y los riesgos, más pronunciados. Sin embargo, el escenario central continúa siendo de crecimiento positivo, aunque mediocre. Si se logran desactivar los riesgos cercanos, la situación mundial podría retomar su curso creciente en el mediano plazo.
¿Cómo repercute esto en nuestra economía? En términos generales, una economía mundial ralentizada y riesgosa no es auspicioso, pero la continuación de la alta liquidez global nos favorece a través de su impacto positivo en el precio de las commodities y mantiene el dólar suficientemente devaluado, lo que protege, de alguna manera, nuestra competitividad.
Por todo esto, y aunque el impacto de una crisis potencial pueda ser manejable, es de primordial importancia estar atento a las condiciones internacionales y adaptar los instrumentos a los cambios que puedan suceder. El viento de cola se mantiene, pero sopla más leve y con mayor intermitencia.
El autor presidió el Banco Central de la República Argentina

http://www.lanacion.com.ar/1391707-la-economia-global-todavia-en-riesgo

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