Pin It
45hungriaHUNGRÍA: LA DEMOCRACIA, SOMETIDA A MUERTE LENTA
Por Marcelo Cantelmi
El país centroeuropeo está mostrando uno de los casos más alarmantes de degradación autoritaria por el desprestigio de la política tradicional frente a la crisis económica y social.
- 07/01/12 
No es siempre con un único manotazo que se destruye a la democracia. Se la mata también con pequeños golpes que acaban por formar el puño definitivo . Hungría es hoy ejemplo extremo de esa deformación y de un modo autoritario de colonización del sistema de representación que se extiende como un lugar común en el mundo.
 El actual gobierno de ese país que, como en la bella y la bestia, ha dado genios como Franz Liszt o revoluciones legendarias como la de 1956 contra la URSS, es una estructura populista con tintes neofascistas que ha secuestrado virtualmente a Hungría como lo hicieron efectivamente los nazis en épocas no tan lejanas como para dejar de asustar.
Es interesante atisbar en ese escenario como si se leyera en la caverna de los tiempos que corren . En abril de 2010, seis años después de que el país ingresara en la Unión Europea, una coalición encabezada por el conservador nacionalista Viktor Orban, líder del partido Fidesz, acrónimo de Alianza de Jóvenes Demócratas, ganó con un aplastante 52,73% de los votos en las elecciones legislativas y se quedó con la mayoría absoluta en el Parlamento.
 Ese triunfo contundente fue consecuencia del agotamiento de una sociedad que venía de una arrasadora crisis económica en 2008 y 2009, que derrumbó al anterior gobierno socialista del premier Ferenc Gyurcsany, quien llego a reconocer que había falsificado las cuentas del INDEC local para ganar en las urnas.
El país fue salvado de la bancarrota por un préstamo condicionado de 20 mil millones de euros del FMI, el Banco Mundial y la UE. La situación social, desocupación y crisis presupuestaria, no mejoró, sin embargo, y la imagen de los políticos se desplomó en el mismo pantano del escepticismo de la sociedad .

 La enorme mayoría electoral del Fidesz, que llegó al poder con promesas de remontar la economía de ese pequeño país (explica el 0,8% del Producto de la UE) le permitió a esa organización imponer una agenda de cambios extraordinarios en las instituciones nacionales.
Con la complicidad o el silencio de la única formación opositora que ha crecido en Hungría a caballo se la crisis, la xenófoba y abiertamente nazi Jobbik, Orban escaló su discurso nacionalista, rompió con el Fondo como símbolo de una “lucha por la independencia” y lanzó un programa que recortó la autonomía del Banco Central, transformó en un tribunal menor a la Corte Suprema, acorraló a la prensa independiente y nacionalizó el sistema de jubilaciones privadas en busca de una caja para pagar parte de la deuda del país.
Este primero de enero, hace una semana, entró en vigencia una nueva Constitución que los fundamentalistas del oficialismo impusieron a mano alzada ignorando las quejas de la demacrada oposición y de los organismos internacionales a los que está atado Hungría en el continente
 Montado en el apoyo que le dieron las urnas y con un discurso de salvación nacional, Orban construyó un edificio de notable absolutismo. El máximo tribunal fue doblegado, aumentando sus miembros con el retiro por diferentes vías de sus atributos para revisar la constitucionalidad de las leyes.
 El Fidesz creó un nuevo organismo, una Oficina de Justicia Nacional, al estilo de nuestro Consejo de la Magistratura pero sin incluir en él a la oposición. Allí un funcionario designado por períodos que superan en extensión al del propio gobierno, se ocupa de reemplazar y nombrar jueces y decidir, fuera de cualquier concurso, qué magistrado actuará en cuál causa.
Esta Constitución, que eliminó la palabra República y refiere sólo Hungría a secas, prohíbe el casamiento homosexual, el aborto, asume la doctrina social cristiana como política de Estado y reconoce a 14 iglesias sobre el total anterior de 348 .
 La carta además virtualmente ilegaliza el derecho de huelga y rediseña los distritos electorales para que sólo un partido, el Fidesz naturalmente, se beneficie. El régimen hizo votar, además, una serie de leyes que crearon un organismo regulatorio de la prensa incluyendo Internet , que es ocupado por miembros del partido de gobierno con un jefe inamovible y mandato de nueve años con poder para multar y llevar a la quiebra a los medios si violan un confuso estándar de equilibrio político en la información. 
Este febrero, Klubrádió, la principal radioemisora opositora húngara, deberá cerrar porque ese consejo le retiró la frecuencia para dársela a una sociedad ligada al régimen.
La cereza de esta torta es la inclusión en la Constitución de un consejo específico con poder de veto sobre los presupuestos. Los miembros de ese ente también son elegidos por el gobierno con aval parlamentario por lapsos de hasta 12 años y sólo pueden ser relevados con los dos tercios de los votos del Congreso. El mecanismo es realmente perverso.
 El gobierno debe hacer votar el presupuesto anual cada 31 de marzo. Si el Parlamento no lo respalda porque aquel organismo veta el documento, el presidente de la nación, que también ha sido designado por el Fidesz, disuelve el Congreso y llama a nuevas elecciones.
Dicho de otro modo, si la oposición llega al poder el consejo nombrado por el Fidesz puede vetar una y otra vez los presupuestos y hacer caer esos gobiernos hasta que se imponga aquel que este poder actual que se advierte eterno considere aceptable. 
Todo este monstruoso aparato se activó mientras se mantenía la ilusión de que la economía remontaría . Pero los números no cuadraron y el gobierno se lanzó sobre la gente con un durísimo ajuste. Hungría que tiene una deuda del 82% de su producto estará este año en el borde de la recesión con un crecimiento de 0,5% contra 2,6% que s se había pronosticado.
El desempleo ronda el 12% y cerca del 20% de la población está imposibilitada de pagar las nuevas facturas aumentadas de agua, electricidad y gas. Orban, cuya popularidad se derrumbó súbitamente, debió volver a pedir auxilio al FMI y a los organismos europeos que escaparon del esperpento institucional que armó en el país. 
Decepcionados, el golpe más significativo lo dio una gigantesca marcha de protesta de los húngaros frente a la Opera de Budapest en las primeras horas de este año cuando nacía la nueva Constitución. Pero era un combate que se sabía perdido, como escribió Bruno Ventavoli en La Stampa.
Dentro de la Opera, el poder festejaba. Y en la calle, en el frío, la gente despertaba tardíamente a la atroz pesadilla que habían permitido montar.

http://www.clarin.com/opinion/Hungria-democracia-sometida-muerte-lenta_0_623337791.html

REDACTORES

anna.jpgbgeorges.jpgbgiorgio.jpgbjuan.jpgblorenzo1.jpg
Copyright (c) 2009. Antimafia Dos Mil Argentina