MAFIA GLOBALIZADA
El 19 de Julio de 2012 recordamos 20 años del asesinato del magistrado Paolo Borsellino, uno de los referentes más importantes de la lucha antimafia en Italia. Murió en su puesto, como buen guerrero, combatiendo la mafia con total disponibilidad de su vida. La mafia es un terrible cáncer de las sociedades modernas, cuyas raíces la encontramos en tiempos bíblicos.
Jesús Cristo criticó y desenmascaró a los poderosos políticos y religiosos, que en alianza con la mafia económica mantenían en la ignorancia y pobreza a la gente. Y fue sin duda la primera victima de la Mafia. Fue la víctima del más grave asesinato que recuerde la historia. El asesinato de un inocente muchacho que crítico a las estructuras sociales, económicas, y sobre todo éticas, de la sociedad de su época, pero que fue respetuoso de las leyes.
Jesús Cristo murió a manos de sanguinarios e hipócritas criminales, violadores de la ley, ya que lo sentenciaron, sin siquiera darle la posibilidad de un proceso digno y justo como lo establecían las normas de aquel tiempo.
Ya en la segunda mitad del siglo XIX y en el siglo XX, en Italia, han habido muchísimos mártires, genuinos representantes de la Antimafia, como el plebeyo palermitano Giovanni Corrao, Bernardino Verro, Emanuele Notarbartolo, el teniente Joe Petrosino, el General Carlos Alberto Dalla Chiesa, los jueces Giovanni Falcone, y Paolo Borsellino, periodistas como Mario Francese, Giuseppe Fava, empresarios como Libero Grassi, que entregaron la vida por amor al prójimo, por que la Justicia alguna vez impere, ante la cruel matanza que la mafia realizó a lo largo y ancho del país, por un don Calogero Vizzini, Lucky Luciano, Riina, Bagarella, Brusca, Liggio y al decir del periodista Joan Queralt “todos ellos representantes de una barbarie prepotente e inhumana”.
También en América hemos tenido soldados de la Antimafia que libraron miles de batallas contra el crimen organizado y que sucumbieron cumpliendo con su deber, siendo protagonistas de una lucha ética. No podemos olvidar a Chico Méndez en el Brasil; a Salvador Allende en Chile; a Luís Colossio en México; a Martín Luther King y a John F. Kennedy en los EE.UU.; a Ernesto Che Guevara y a Camilo Cienfuegos en Cuba; en el Paraguay a Roberto L. Pettit, a los hermanos Villagra, a Mario Sher Prono, al General Rosa Rodríguez y a los periodistas Santiago Leguizamón y Salvador Medina.
Todos estos hombres murieron por sus ideales, pero no fueron solamente sus verdugos, los mafiosos que acabaron con sus vidas, sino sobre todo esa enorme masa de personas, que con su tibieza y conformismo han apoyado y sostenido por siglos este sistema criminal que se ha globalizado a fines del siglo XX y principios del XXI. Lo terrible y dramático de la lucha antimafiosa actual- no es el enemigo mafioso que al fin de cuentas es coherente con su metodología y estilo de vivir- sino que el peor enemigo es esa multitud de personas que con su silencio y omisión se han convertido en los principales sostenedores del sistema criminal mundial. Mafia y antimafia son dos caras de una misma moneda, dos fuerzas en puja: una buscando seguir imponiendo la Injusticia Universal y la otra buscando romper este muro e implantar la Justicia Verdadera.
Los ciudadanos latinoamericanos no debemos pensar que la lucha actual de la antimafia italiana encabezada por el periodista Giorgio Bongiovanni y su equipo de redactores del periódico Antimafia Duemila, Salvatore Borsellino, los jóvenes de la Agenda Roja, el juez Antonio Ingraoia y colegas, los sacerdotes Don Luigi Ciotti y Alex Zanotelli, periodistas como Giulietto Chiesa, compete solo a ellos. No Señores, no podemos ser tan miserables, tan mezquinos, egoístas y dejarlos solos en esta guerra por la liberación del hombre. Porque la causa de ellos, es también nuestra causa, porque esta en juego el futuro de nuestros hijos y nietos, de toda la humanidad. Debemos recordar no solo a Paolo Borsellino y a compañeros mártires, el próximo 19 de Julio de 2012, sino sobre todo es hora de que elijamos, que nos ensuciemos también nosotros las manos por el bien de los niños, de los parvulitos de la vida, que cada tres segundos mueren de hambre.
Es hora que digamos No, a las armas nucleares. No, a los agro- tóxicos y transgénicos que atentan contra la Vida del Planeta. No, a los grandes bancos y multinacionales que están llevando a la humanidad hacia el holocausto económico, social y nuclear. Pero sobre todas las cosas No, a los fariseos del tercer milenio, los personeros más crueles e hipócritas que la historia haya registrado, peor aún que la propia mafia; los potentados jerarcas del Vaticano: la mayoría de ellos cardenales y obispos, que siempre han recurrido al asesinato para tapar sus grandes crímenes; como ser la muerte del Papa Juan Pablo I, el obispo Romero, el del financista Calvi, y de tantos otros mártires.
Finalmente como hombre y ciudadano simple que aun le falta recorrer millones de años luz para intentar imitar a estos gladiadores sicilianos del tercer milenio, Bongiovanni, Borsellino, Ingroia, y tantos otros, me atrevo como laico, a realizar una plegaria al Padre Creador, para que todos los que tenemos hambre y sed de justicia estemos siempre unidos, tengamos discernimiento y nos de el coraje y la fe necesaria para resistir hasta el final en esta lucha contra el mal.