UN POLÉMICO NOBEL A LA UE POR GARANTIZAR PAZ Y DEMOCRACIAPOR IDAFE MARTIN
La Academia de Oslo premió así al bloque por haber alejado las guerras, logrado la convivencia y la vigencia plena de los derechos humanos. El galardón causó tanto desconcierto como fuerte apoyo.
Galardón. El portugués José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea (izq.) recibe flores del embajador noruego Atle Leikvoll. /AFP
La primera semilla la puso el canciller francés de posguerra Robert Schuman. En un discurso histórico, guardado como un texto seminal de la construcción europea, Schuman explicó que, si se creaban proyectos comunes concretos, se darían pasos hacia una integración económica y política que haría imposible las guerras en el viejo continente. El primer paso, que Francia y Alemania compartieran la gestión del carbón y del acero, idea de Schuman, sirvió para empezar a generar confianza.
Sesenta y siete años después de la entrada de las tropas soviéticas en el devastado Berlín de 1945, el comité Nobel anunció ayer el premio para la UE “por su contribución desde hace seis décadas a promover la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa”.
Thorbjoern Jagland, presidente del comité, dijo que “la UE pasa actualmente graves dificultades económicas y problemas sociales considerables”, pero ha contribuido a que Europa “pase de ser un continente de guerra a un continente de paz. Hoy, una guerra entre Alemania y Francia es impensable”. Las derivas autoritarias actuales en Hungría, el resurgir de los nacionalismos o el auge de la extrema derecha tendrían consecuencias mucho más graves sin la existencia de la UE.
La UE nació con la firma del Tratado de Roma en 1957. Un salto definitivo con la reconciliación franco–germana firmada por el francés Charles De Gaulle y el alemán Konrad Adenauer. Fue así porque los europeos acordaron que la política revanchista contra Alemania que se practicó tras la primera gran guerra no debía repetirse y que a partir de entonces se imponía la colaboración entre iguales.
Sus seis socios fundadores –Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo– son ya 27 y varios países más esperan a las puertas.
El comité Nobel recordó ayer cómo la UE también ha sido durante décadas un estímulo hacia la democracia.
Portugal, España y Grecia dejaron atrás dictaduras de décadas para unirse al bloque en los años 80. En 2004 entraban los países de Europa del este. Croacia lo hará el próximo mes de julio.
Veintisiete países forman el mayor mercado mundial, la primera potencia económica del planeta –donante de la mitad de toda la ayuda mundial al desarrollo–, un bloque que garantiza la libre circulación de personas, capitales e intercambios culturales entre pueblos que siglos atrás sólo se encontraban en los campos de batalla.
Los países más pobres del bloque son hoy, todos, más ricos que cuando ingresaron . Toda esa construcción económica es un paso más hacia el sueño de unos Estados Unidos de Europa, una federación política que convertiría a Europa en la primera potencia política del mundo y sellaría un espacio de paz, legalidad y respeto a los derechos humanos.
Ayer no faltaron en Bruselas las grandes palabras de los dirigentes de las instituciones europeas, pero sobre todo resonó la frase del ya octogenario Jacques Delors, tal vez el mejor presidente que ha tenido la Comisión Europea. Para Delors, el premio es “un mensaje a la vez moral y político”.
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