LA AMENAZA DE UN MAL CRÓNICO
Sábado 10 de marzo de 2012 | Publicado en edición impresa
Análisis Por Paul Taylor | Agencia Reuters
BRUSELAS.- La Unión Europea salió de la zona de emergencia, pero es posible que deba enfrentar una debilitante enfermedad crónica en lugar de experimentar una rápida convalecencia. Los desafíos que le esperan son evitar la autocomplacencia y revigorizar el crecimiento económico sin dejar de reducir la deuda e impidiendo que las políticas internas desarmen la eurozona.
Sábado 10 de marzo de 2012 | Publicado en edición impresa
Análisis Por Paul Taylor | Agencia Reuters
BRUSELAS.- La Unión Europea salió de la zona de emergencia, pero es posible que deba enfrentar una debilitante enfermedad crónica en lugar de experimentar una rápida convalecencia. Los desafíos que le esperan son evitar la autocomplacencia y revigorizar el crecimiento económico sin dejar de reducir la deuda e impidiendo que las políticas internas desarmen la eurozona.
Tres acontecimientos cambiaron la atmósfera reinante y calmaron a los mercados financieros, que a fines del año pasado parecían apostar a una disolución de la moneda única europea, que ha sobrevivido durante los últimos 13 años.
Los líderes europeos firmaron un tratado fiscal impulsado por los alemanes que fortalece las reglas de disciplina presupuestaria, con frecuencia pasadas por alto, y países clave como Italia y España están ejecutando duros recortes de gastos y reformas laborales y jubilatorias.
Grecia logró evitar un catastrófico default, al menos por ahora, al asegurar un segundo paquete de rescate internacional y un acuerdo con sus acreedores privados con el propósito de reducir su monumental deuda a niveles más manejables.
Y, sobre todo, dos enormes inyecciones de fondos baratos y de largo plazo concedidas por el Banco Central Europeo lograron impedir una incipiente restricción del crédito que podría haber desencadenado el colapso de los bancos, corridas bancarias o un infierno en el mercado de los bonos que hubiera puesto a Italia y España contra la pared.
"No hay un 100% de seguridad, pero creo que estamos saliendo de esta crisis", dijo el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy.
En el transcurso de las próximas semanas, sin embargo, los países de la UE tendrán que decidir de qué manera fortalecer su cortafuegos financiero, y si deben sancionar a España por no haber acatado los objetivos de reducción de déficit.
La canciller alemana, Angela Merkel, enfrenta a fines de marzo la decisión crucial de si debe permitir que la eurozona combine sus actuales rescates provisorios con los futuros rescates permanentes para proporcionar una reserva de fondos para casos de emergencia.
Las mayores economías del mundo, especialmente Estados Unidos y China, están presionando a Europa para que ponga más dinero en su propia defensa, como condición de aumentar los recursos del FMI para combatir las secuelas de la crisis.
Nuevas tensiones
Ante la hostilidad pública y una creciente revuelta contra los rescates en su coalición de centroderecha, Merkel podría sentirse tentada de decir que no hay necesidad de un fondo de rescate más grande, el cual requeriría una compleja aprobación parlamentaria. Si se le negara los fondos extra al FMI, las tensiones podrían volver a afectar al mercado.
El mercado de bonos está eufórico debido a la masiva dosis de morfina inyectada por el BCE, pero tan sólo ha sido anestesiado, no curado.
El dolor podría volver, por ejemplo, con otra ronda de degradaciones de las agencias calificadoras de crédito para los países soberanos de la eurozona.
Otro riesgo de la autocomplacencia es que países como Francia, cuyos costos de préstamos han bajado, suavicen las medidas de austeridad por encontrarse en un año electoral. Los partidos políticos de Italia ya están moderando algunas de las reformas liberalizadoras radicales propuestas por el gobierno tecnócrata del primer ministro Mario Monti.
Sobre todo, existe la contradicción entre la necesidad de reducir la deuda y la de estimular el crecimiento, sin cuya concreción es más probable que la deuda aumente en vez de reducirse.
España es el caso de prueba: con el índice de desempleo por encima del 23% y uno de cada dos jóvenes sin trabajo, se enfrenta a una posible agitación social.
"Hay una fuerte posibilidad de que la crisis esté pasando de una fase muy caliente a otra fase más fría. ¿Eso significa que ha terminado? En absoluto. Todavía acechan muchos peligros", resumió Janis Emmanoulidis, del instituto de investigación European Policy Centre.
Los líderes europeos firmaron un tratado fiscal impulsado por los alemanes que fortalece las reglas de disciplina presupuestaria, con frecuencia pasadas por alto, y países clave como Italia y España están ejecutando duros recortes de gastos y reformas laborales y jubilatorias.
Grecia logró evitar un catastrófico default, al menos por ahora, al asegurar un segundo paquete de rescate internacional y un acuerdo con sus acreedores privados con el propósito de reducir su monumental deuda a niveles más manejables.
Y, sobre todo, dos enormes inyecciones de fondos baratos y de largo plazo concedidas por el Banco Central Europeo lograron impedir una incipiente restricción del crédito que podría haber desencadenado el colapso de los bancos, corridas bancarias o un infierno en el mercado de los bonos que hubiera puesto a Italia y España contra la pared.
"No hay un 100% de seguridad, pero creo que estamos saliendo de esta crisis", dijo el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy.
En el transcurso de las próximas semanas, sin embargo, los países de la UE tendrán que decidir de qué manera fortalecer su cortafuegos financiero, y si deben sancionar a España por no haber acatado los objetivos de reducción de déficit.
La canciller alemana, Angela Merkel, enfrenta a fines de marzo la decisión crucial de si debe permitir que la eurozona combine sus actuales rescates provisorios con los futuros rescates permanentes para proporcionar una reserva de fondos para casos de emergencia.
Las mayores economías del mundo, especialmente Estados Unidos y China, están presionando a Europa para que ponga más dinero en su propia defensa, como condición de aumentar los recursos del FMI para combatir las secuelas de la crisis.
Nuevas tensiones
Ante la hostilidad pública y una creciente revuelta contra los rescates en su coalición de centroderecha, Merkel podría sentirse tentada de decir que no hay necesidad de un fondo de rescate más grande, el cual requeriría una compleja aprobación parlamentaria. Si se le negara los fondos extra al FMI, las tensiones podrían volver a afectar al mercado.
El mercado de bonos está eufórico debido a la masiva dosis de morfina inyectada por el BCE, pero tan sólo ha sido anestesiado, no curado.
El dolor podría volver, por ejemplo, con otra ronda de degradaciones de las agencias calificadoras de crédito para los países soberanos de la eurozona.
Otro riesgo de la autocomplacencia es que países como Francia, cuyos costos de préstamos han bajado, suavicen las medidas de austeridad por encontrarse en un año electoral. Los partidos políticos de Italia ya están moderando algunas de las reformas liberalizadoras radicales propuestas por el gobierno tecnócrata del primer ministro Mario Monti.
Sobre todo, existe la contradicción entre la necesidad de reducir la deuda y la de estimular el crecimiento, sin cuya concreción es más probable que la deuda aumente en vez de reducirse.
España es el caso de prueba: con el índice de desempleo por encima del 23% y uno de cada dos jóvenes sin trabajo, se enfrenta a una posible agitación social.
"Hay una fuerte posibilidad de que la crisis esté pasando de una fase muy caliente a otra fase más fría. ¿Eso significa que ha terminado? En absoluto. Todavía acechan muchos peligros", resumió Janis Emmanoulidis, del instituto de investigación European Policy Centre.
http://www.lanacion.com.ar/1455403-la-amenaza-de-un-mal-cronico