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08alemaniaFECHA: 08/03/17
Toma casi cinco minutos en ascensor llegar a la base del pozo. El trayecto hacia abajo es solemne y silencioso, sólo se escucha el gentil rechinido de la jaula sobre sus ejes verticales. La luz de las antorchas que cuelgan de nuestros cuellos oscila a medida que descendemos.
En el fondo, pasamos junto a viejas carretillas que se usaban para transportar mineral de hierro a través de estos túneles sombríos de color óxido.

La mina Konrad en Salzgitter, en Alemania, produjo hierro durante más de un siglo, de 1867 a 1976.
Con el paso de los años su laberinto fue extendido hacia profundidades de hasta 1.300 metros bajo el nivel de la superficie.
Pero la mina abandonada ahora tiene un nuevo papel: uno que podría durar cientos de miles de años.
Si todo sale como está planeado, en cinco años los túneles de Konrad se convertirán en el hogar de más de 300.000 metros cúbicos de desechos radioactivos de las plantas nucleares alemanas, casi la mitad de todos los desechos nucleares que el país ha producido.
Una vez enterrado en el subsuelo, se dejará que el material se degrade lentamente.
Pero no todos están contentos con la idea. Los habitantes locales han estado haciendo campaña contra los planes desde que éstos fueron esbozados por primera vez en los 70, y desde entonces no se han dado por vencidos.
El problema de qué hacer con los derechos nucleares ha estado presente desde que se encendieron los primeros reactores nucleares hace más de 60 años.
Algunos de los elementos radioactivos producidos en los reactores nucleares tardan décadas en degradarse.
Otros -como el plutonio-239, neptunio-237 y iodo-219- pueden resistir durante miles de años. Muchos pensamos que enterrarlos en el suelo profundo dentro de contenedores asegurados, es probablemente nuestra mejor opción.
Finlandia recientemente aprobó un plan para hacer esto en la isla de Olkiluoto y Corea del Sur ya comenzó a enterrar desechos nucleares de algunas de sus plantas nucleares en enormes almacenes subterráneos en Gyeongju, en el sureste del país.
Pero nadie sabe exactamente qué pasará con estos depósitos dentro de miles de años.
Reacondicionamiento
El geólogo Johannes Schneider detiene el vehículo en que viajamos -una especie de camioneta descapotable- y sale de él.
En la oscuridad nuestras antorchas iluminan una enorme máquina de minería.
"Actualmente cortamos unos cuatro metros en 24 horas", dice Schneider. "Después de dos metros, la máquina se detiene y entonces tenemos que reforzar la roca. Los mineros colocan malla metálica en la roca y la aseguran con tornillos".
A pesar de la enorme red de túneles existentes, la mina será extendida para almacenar los desechos.
Algunos de los conductos están siendo alargados para que pueda entrar la maquinaria que trasladará los residuos.
La vieja mina también está siendo reacondicionada. Los mineros están instalando nuevos sistemas de ventilación para mantener bajo control al polvo rojizo que lo cubre todo.
La mina tendrá también talleres subterráneos, donde la maquinaria que se utilice allí abajo recibirá mantenimiento.
Schneider también señala los baños, que degradarán otro tipo de desperdicio allí mismo.
Para lograr que la mina esté lista para el primer envío de desechos nucleares en 2022, cientos de mineros están trabajando turnos de siete horas bajo tierra.
Cada trabajador lleva una antorcha y un botiquín de autorescate que le abastecerá oxígeno durante una o dos horas durante una emergencia, como un incendio.
Cuando un grupo de trabajadores pasa junto a otro se dicen "Glück auf!", un antiguo dicho minero alemán que significa, más o menos, "buena suerte".
En la entrada de los túneles hay un santuario de Santa Bárbara, que se dice cuida de los mineros, artilleros y aquéllos que trabajan con explosivos.
Apilados y sellados
Para lograr la aprobación del gobierno, el proceso de llenar la mina con material radioactivo tiene que se descrito con detalle.
Durante el curso de unas cuantas décadas, trenes y camiones entregarán desechos nucleares que han sido comprimidos y sellados en contenedores especiales.
Los contenedores serán trasladados bajo tierra a través de los pozos existentes y después serán colocados en su última morada, en alguno de los túneles, con máquinas operadas por humanos.
Los contenedores serán apilados y sellados, cada 50 metros, por un muro de concreto. El espacio entre estos muros será rellenado con más concreto a medida que los túneles se vean gradualmente abarrotados con desperdicios.
Por casualidad, el año en que Konrad espera su primera entrega de desechos es el quese espera que las últimas plantas nucleares de Alemania sean clausuradas.
Desde hace tiempo este país ha estado pensando en abandonar la energía nuclear y el gobierno de Angela Merkel finalmente decidió hacerlo en 2011, después del accidente de Fukushima en Japón.
Aún así, los desechos de las plantas desmanteladas, y el material contaminado de los edificios que las componen, seguirá siendo radioactivo durante miles de años.
Desde mediados de los 70, la mina Konrad ha estado catalogada como receptora potencial de desechos nucleares.
Pero la licencia para almacenar dicho material no fue otorgada hasta 2007 y desde entonces ha habido retrasos.
Se suponía que el almacenamiento ya tenía que haber empezado, pero ha sido postergado casi 10 años. Una portavoz del gobierno explica que esto se debe a que es necesario reconstruir algunos de los pozos para hacerlos seguros.
Barriles corroídos
El retraso ha tenido efectos secundarios. En 2014, se descubrió que los barriles de desechos nucleares que iban a ser enviados a Konrad y que fueron almacenados temporalmente en una planta desmantelada, estaban corroídos.
Éstos fueron colocados en fosas con muros de concreto que no fueron diseñadas para almacenamiento de largo plazo.
También se ha ido incrementando el costo. Se calcula que la Oficina para la Protección de Radiación de Alemania, una agencia gubernamental, está gastando casi US$3.600 millones para convertir a Konrad en un depósito y trasladar los desechos hasta allí.
Y más retrasos podrían seguir aumentando esa cifra.
Se eligió a Konrad en parte porque es una mina inusualmente seca, gracias a una capa de barro de 400 metros de grosor que sella a la mina del agua subterránea.
Uno de los mayores temores sobre el almacenamiento subterráneo de desechos radioactivos es que el agua que se filtra gradualmente erosione los contenedores y que el material radioactivo se traslade hacia la superficie.
Incluso si este proceso toma miles de años, podría ser desastroso.
"Aquí hay cierta humedad", admite Schneider, y señala una hilera de brillantes estalactitas blancas. Pero éstas están formadas principalmente de sal y explica que las soluciones salinas son menos móviles que el agua dulce subterránea.

Los que están involucrados en el proyecto creen que tomaría al menos 300.000 años para que esta humedad llegara hasta la superficie.
Para entonces, los desechos radioactivos deberían ser inocuos.
Oposición
El pueblo de Bleckenstedt está a unos dos minutos manejando desde la entrada principal a Konrad.
A ambos lados de la carretera y en los jardines de los pobladores hay barriles de petróleo amarillo brillante, pintados para simular recipientes de material radioactivo.
Esta es una de las formas cómo algunos de los 600 residentes de la localidad están demostrando su oposición a la transformación de la mina vecina en un vertedero de desechos nucleares.
También están desplegados letreros de marchas anti nucleares y un elaborado mural pintado en la puerta de una granja que advierte sobre los peligros de la radiación.
Uno de los residentes está indignado porque compró un apartamento en el pueblo hace una década, antes de que se otorgara la licencia para el almacenamiento nuclear a Konrad.
Alega que desde entonces el valor de su propiedad se ha reducido a una tercera parte de su precio original. Cree que el gobierno alemán debe compensar a los locales por el efecto del almacén en los valores de las propiedades.
Otra residente me dice que está preocupada por si ocurre algo malo en la mina. "Hemos visto lo que ocurrió en Asse", dice.
Asse II, a sólo 25 km de distancia, es el nombre de otra antigua mina, y quizás el mayor percance de desechos nucleares de la historia de Alemania.
Es hogar de 126.000 barriles de material radioactivo que fueron desechados allí y apilados descuidadamente entre 1967 y 1978.
Algunos años después se descubrió que una salmuera radioactiva se estaba filtrando de la mina y el hecho se hizo público en 2008.
Nadie sabe exactamente qué hacer con el problema. En teoría, los desechos de Asse II podrían ser trasladados a un nuevo depósito, dice la portavoz de Konrad.
Pero la actual licencia de Konrad no incluye esa posibilidad.
Rosemarie Streich, quien ha vivido en Bleckenstedt toda su vida, me invita a su casa.
Está en sus 80 años y recuerda haberse unido a protestas contra Konrad en los 1970. Todavía hoy sigue asistiendo a manifestaciones.
"Obviamente, soy consciente de que esto tiene que ser almacenado en alguna parte y quizás tiene que ser aquí", dice. "Pero el problema es cómo surgió".
Transparencia
No siente que los que están detrás del proyecto han sido siempre transparentes con los residentes sobre los riesgos involucrados. Pero piensa que las protestas han tenido un efecto para retrasar el proyecto.
Esa también es la opinión de Ludwig Wasmus, un agricultor local, y Ursula Schonberger, un activista político.
Wasmus nació aquí y rápidamente se volvió parte del movimiento anti Konrad. "Fue algo natural", dice.
Schonberger es originario de Múnich pero ha estado tomando parte en manifestaciones anti nucleares durante 35 años. Hoy, su hija está con ella. "La próxima generación", dice.
Wasmus y Schonberger son miembros de un comité que se opone al almacén de Konrad que fue fundado después del desastre nuclear de Chernóbil. En 2017 es su 30º aniversario.
La organización ahora tiene un pequeño edificio en Bleckenstedt que sirve como lugar de reuniones y centro de información anti nuclear.
Las paredes están cubiertas con folletos y afiches, incluido uno con una fotografía de un montón de barriles de Asse II mal apilados.
Ambos piensan que se les ha impuesto Konrad sin consultarlos.
"Si inspeccionamos todos los distintos sitios y concluimos que Konrad es en realidad en lugar más seguro, no tendría problemas en estar de acuerdo con eso", dice Schonberger.
El problema es que todo ha sido presentado como hecho, dice Wasmus. "Ellos simplemente eligieron este lugar, eso es todo".
Otro almacén
Una de sus preocupaciones es que Alemania tiene muchos más desechos nucleares de lo que puede almacenarse en Konrad, lo cual sugiere que tendrá que encontrarse otro lugar para mantener el resto.
"Tendremos dos regiones contaminadas", afirma Schonberger. "Esto no tiene sentido".
"El movimiento continuará", dice Wasmus. "Aún creemos que podemos evitar el almacén de Konrad".
Las autoridades alemanas, sin embargo, se mantienen firmes en su plan. Todos, incluidos los manifestantes, están de acuerdo en que algo debe hacerse para almacenar los desechos nucleares a largo plazo.
Pero guardarlos bajo la superficie significa lograr la aceptación de quienes viven cerca.
En Reino Unido, por ejemplo, hay una batalla continua y hasta ahora no se han aprobado depósitos.
Debajo de Bleckenstedt, los mineros continúan su trabajo. Los túneles de Konrad, que se extienden por kilómetros bajo la superficie, pronto recibirán una enorme porción de desechos nucleares alemanes.
El único signo visible de qué se encuentra allí son las instalaciones de alta seguridad sobre la superficie, y los barriles de petróleo amarillos.


LINK:

http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-39191425

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