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06silenciado03/04/17
El descubrimiento de cerca de medio millón de archivos con miles de menores víctimas de abusos sexuales y la detención de un centenar de delincuentes en una sola operación sigue sin encontrar su relevancia.

En las imágenes que recibió el sargento Corrales aparecían un hombre adulto y tres niñas. El material llegaba desde Australia y no ofrecía lugar a dudas: Se trataba de pornografía infantil. El sargento Pedro José Corrales, al frente de la Unidad Técnica de la Policía Judicial encargada de Análisis Criminal-Delitos contra menores se puso inmediatamente en contacto con su colega de la Guardia Civil del País Vasco. El agente australiano había creído identificar como española la bandera que adornaba la gorra del adulto. Efectivamente, se trataba de una ikurriña.

A partir de ahí, arrancó la investigación. Más concretamente, en una lata de aceitunas que se encontraba en la escena de lo que podría representar un pic-nic o almuerzo campestre. Tras aislar la imagen, los investigadores dieron con la fábrica que envasa las olivas, situada en la Comunidad Valenciana. La empresa, por su parte, les ratificó que distribuía el producto en una red de supermercados del País Vasco. Con esa confirmación, pasaron a intentar localizar un edificio que aparecía al fondo de las tomas. Dieron con él: una construcción industrial en desuso situada en una localidad de Euskadi cuyo nombre el sargento Corrales prefiere omitir.

Después, nada más.

Ese es el resultado de muchas de las investigaciones sobre pornografía infantil: Se encuentra el material, se identifica el lugar donde se ha realizado, pero no es posible dar con las personas que participan, sean víctimas o agresores.

"Sin embargo", explica Corrales, "hay ocasiones en las que sucede, en las que logramos identificar a las víctimas, y ese es un gran avance". Para ello resulta imprescindible la colaboración internacional a través de Europol e Interpol, con cuyos agentes él está en contacto permanente.

También sucede que, cada cierto tiempo, dan con los distribuidores y consumidores de ese tipo de material. Así ocurrió durante la Operación Pilumnus, hecha pública este viernes 31 de marzo, en la que, además, se identificó a de 10 víctimas, algo que sucede en contadísimas ocasiones. Pilumnus es el nombre de deidad perteneciente a la mitología romana que protegía a los recién nacidos y su infancia.

Datos para el espanto

El sargento Pedro Corrales, especialista en pornografía infantil, fue el encargado de ir desgranando a los medios de comunicación, este viernes 31, las cifras de la Operación Pilumnus.

Estas son:
Se han encontrado 450.000 archivos con pornografía infantil explícita.

Se ha detenido a 102 personas en 38 localidades españolas: Alicante, Almería, Barcelona, Bilbao, Burgos, A Coruña, Algeciras, Cádiz, Ceuta, Córdoba, Castellón, Granada, Huelva, Huesca, las islas Baleares, Jaén, León, Logroño, Madrid, Málaga, Murcia, Navarra, Asturias, Pontevedra, Cantabria, Salamanca, Sevilla, San Sebastián, Tarragona, Tenerife, Toledo, Valencia y Valladolid.

Han participado 136 agentes de la policía judicial de la Guardia Civil especializados, pertenecientes a los equipos mujer-menor EMUMES, procedentes de 36 unidades distintas, apoyados por otros 200 agentes no especializados.

Se han llevado a cabo 92 registros en domicilios.

Han participado más de 100 juzgados de instrucción de toda España.

Los archivos incautados superan los 1.000 terabytes.

Se da el caso de un solo detenido que guardaba más de 50.000 archivos con escenas de violencia sexual y crueldad extremas contra niños.

Otro detenido contaba con 58 discos duros interconectados desde los que clasificaba y distribuía las imágenes de abusos sexuales.

Se ha identificado a 10 víctimas.
Una pregunta golpea al lector a la vista de los números: Si hay 450.000 archivos explícitos y 10 víctimas identificadas, ¿cuántas víctimas hay sin identificar?

Entre ellas, como explican los especialistas de la Guardia Civil, participan en escenas de violencia sexual desde bebés hasta niños y niñas de 14 años, pasando por todas las edades. Y algo que ya se ha convertido en habitual: la extrema crueldad de algunas imágenes resulta difícil de describir. Por poner un ejemplo, Corrales alude a criaturas "de muy corta edad" manteniendo "relaciones sexuales con animales".

Perfil masculino

El Convenio del Consejo de Europa para la protección de los niños contra la explotación y el abuso sexual afirma que "por 'pornografía infantil' se entenderá todo material que represente de forma visual a un niño manteniendo una conducta sexualmente explícita, real o simulada, o toda representación de los órganos sexuales de un niño con fines principalmente sexuales". Y añade que "la explotación y el abuso sexual de los niños han adquirido dimensiones preocupantes tanto a nivel nacional como internacional, especialmente por lo que respecta al uso cada vez mayor de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación por los propios niños y por los infractores".

Corrales corrobora el dato. Todo ha cambiado desde la aparición de internet y las redes sociales. De hecho, uno de los espacios donde suele arrancar la distribución de pornografía infantil es en los foros de pedofilia existentes en la llamada Deep Web o Internet profunda. Se trata de una red parecida a Internet, pero cuyo contenido no está indexado, o sea que no tiene buscadores. Se calcula que su contenido es 500 veces superior al que se encuentra en la internet superficial, la de uso común. La temática de dichos archivos es amplísima, y sumamente difícil de rastrear. De hecho, gran parte de las transacciones de pornografía infantil se pagan en bitcoin, moneda virtual. Allí, en la internet profunda - a la que cualquier ciudadano tiene acceso con un sencillo código - se alojan la mayoría de los foros de pedófilos. Como explican desde la policía judicial, la pedofilia - atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes - no está considerada en sí misma un delito, pero sí lo está el uso de archivos (vídeos, fotografías...) en los que participen menores.

Según la experiencia de los investigadores, resulta habitual que quienes comienzan compartiendo allí experiencias o fantasías terminen intercambiando archivos, y ahí se centra una de las principales vías de indagación. El perfil de dichos individuos, tal y como sucede con los recientemente detenidos, "resulta prácticamente imposible de determinar". Explican desde la Guardia Civil que no existe un patrón de edad o nivel social o cultural entre los consumidores y distribuidores de pornografía infantil. Aunque sí tienen algo en común: se trata, en su inmensa mayoría, de varones.

Según el último Estudio sobre cibercriminalidad en España realizado por el Ministerio de Interior, en 2015, se tiene constancia de 647 menores víctimas de delitos sexuales. Si nos ceñimos a la pornografía infantil, se detuvo a 405 personas por este delito, de las cuales 392 eran hombres y 13 mujeres.

Una de las mayores preocupaciones de quienes se dedican a la investigación y el estudio de este tipo de delincuentes es "la normalización" de sus conductas. La absoluta intimidad que internet proporciona la necesidad de intermediación social en el consumo, algo que va ligado, por ejemplo, a la prostitución. "Sabemos por experiencia que la exposición a imágenes de abuso sexual extremo normaliza las relaciones sexuales con niños, que acaban viendo no solo como algo normal, sino deseable", explican fuentes de la investigación.

"No es extraño que quien empieza consumiendo pornografía infantil, con el tiempo pase a intentar y llevar a cabo contactos directos con menores, por ejemplo, a través de webcams", detalla el sargento Corrales.

Inabarcable

Hace algunos meses - los datos que ofrecen los investigadores siempre tienden a vagos - , llegó hasta la Unidad Técnica de la Policía Judicial una serie de fotografías. En las primeras "aparecía un crío vestido". Llevaba puesta la camiseta de un equipo de fútbol español. En las siguientes tomas ya salía desnudo y sufriendo abusos sexuales. La investigación se centró en tres detalles. Por un lado, la ciudad a la que pertenecía el equipo. Por otro, el nombre de un hotel de Alicante que podía leerse en el cartel donde detallaba las instrucciones para efectuar llamadas telefónicas desde la habitación, sobre la mesilla de noche. Por fin, junto al cartelillo, se podía ver una revista de programación televisiva con la cara de un conocido actor en la portada.

Esos datos proporcionaron a los investigadores el lugar donde se habían tomado las fotografías y la fecha aproximada, gracias a la recuperación de la edición de la publicación. La camiseta les orientó hacia la procedencia aproximada de la víctima.

El registro de alojamientos del hotel dio sus frutos, y se pudo detener al agresor.

Sin embargo, eso no quiere decir que se detuviera a ninguno de los consumidores de dichas imágenes, ni a aquellos que después de recibirlas, siguieron distribuyéndolas. Lo que da una idea de la ingente tarea que supone la investigación.

"Por eso la prevención es clave, tanto en el caso de los menores, a quienes tratamos de informar y prevenir, como de la sociedad", puntualiza Corrales.

Telediarios de la noche

El Artículo 8 de las medidas preventivas incluidas en el anteriormente citado Convenio del Consejo de Europa se titula "Medidas destinadas al público en general". El artículo 9 lleva por nombre "Participación de los niños, el sector privado, los medios de comunicación y la sociedad civil".

En ellos se pueden leer los siguientes puntos:
Cada Parte promoverá u organizará campañas de sensibilización para informar al público en general sobre el fenómeno de la explotación y el abuso sexual de los niños y sobre las medidas preventivas que pueden adoptarse.

Cada Parte alentará la participación del sector privado, en particular el sector de las tecnologías de la información y la comunicación, la industria de viajes y turismo, los sectores bancario y financiero, así como de la sociedad civil, en la elaboración y aplicación de las políticas para la prevención de la explotación y el abuso sexual de los niños, y en el establecimiento de normas internas mediante la autorregulación y la corregulación.

Cada Parte instará a los medios de comunicación para que faciliten información apropiada acerca de todos los aspectos de la explotación y el abuso sexual de los niños, dentro del respeto a la independencia de los medios y la libertad de prensa.

Cada Parte promoverá la financiación, inclusive, en su caso, mediante la creación de fondos, de los proyectos y programas realizados por la sociedad civil con vistas a prevenir y proteger a los niños contra la explotación y el abuso sexual.
Cabe preguntarse si nuestra sociedad recibe la información necesaria, si en "el sector de las tecnologías de la información y la comunicación, la industria de viajes y turismo" se hace el suficiente hincapié o si los "sectores bancario y financiero" están tomando cartas en el asunto.

En España existe el Registro Central de Delincuentes Sexuales. Se trata de "un registro que se integra en el Sistema de registros administrativos de apoyo a la Administración de Justicia, en el que se incluyen los datos relativos a la identidad y perfil genético (ADN) de las personas condenadas mediante sentencia firme por los delitos contra la libertad e indemnidad sexuales y trata de seres humanos con fines de explotación sexual, incluida la pornografía, con independencia de la edad de la víctima". Dicho registro permite que aquellos agresores condenados en firme por explotación o abuso sexual contra menores "no puedan realizar actividades ni ejercer profesiones u oficios que impliquen el contacto habitual" con ellos.

Sin embargo, para calibrar la poca relevancia social de la pornografía infantil, vale un vistazo a los informativos vespertinos de las principales cadenas el mismo viernes en el que se difundió la Operación Pilumnus, teniendo en cuenta la magnitud de los datos conocidos:
Antena3 y LaSexta no creyeron oportuno informar sobre la operación.

Cuatro la incluyó al final del noticiero dentro de un sumario que incluía otras noticias breves.

Sólo Tele5 y La1 informaron al detalle.
En fin

De los 450.000 archivos en los que menores de todas las edades son sometidos a una violencia que espanta incluso a los investigadores más curtidos, solo se han identificado 10 víctimas. Y se ha detenido a un centenar de presuntos consumidores o distribuidores. La expansión, multiplicada e incontrolable, de dichos archivos hace imposible barajar una cifra siquiera aproximada de cuántas personas han participado de los delitos.

Basta sustituir a los niños agredidos y violados en las imágenes encontradas por cualquier otro ser - hombres/mujeres, perros, caballos... - para llegar a la conclusión que las agresiones sexuales a menores constituyen un tabú al que nuestra sociedad aún no le ha hincado el diente.

Con el mismo objetivo, basta sustituir a los hombres - no hombres y mujeres, solo hombres - que aparecen y consumen, por miembros de una secta, miembros de una iglesia, o situarlo en otro momento histórico, para que la noticia gane todo el peso que se le hurta. Sin embargo, a las víctimas no les afecta el perfil del agresor. Son víctimas. Si acaso, el hecho de que cualquier tipo de hombre, de cualquier edad, país, nivel económico o cultural participe de este delito, lo hace mayor cuantitativa y cualitativamente. Y probablemente, consigue silenciarlo.

"Detrás de ese medio millón de imágenes hay medio millón de niños y niñas víctimas", declaró este viernes uno de los responsables de la operación. Y sí, se trata de una imagen, quizás exagerada, para explicar la Operación Pilumnus. Pero, si en una sola operación y solo en España, se descubre a miles de niños y niñas agredidos y violados por hombres adultos, no es difícil imaginar el calibre del problema.

La sociedad española ha conseguido hacer visible y repudiable de forma habitual la violencia contra la mujer. Existen una Ley integral, campañas de prevención, protocolos de información y concienciación, y sobre todo una cada vez más feroz conciencia social. La comparación con todo ello evidencia el camino que queda por recorrer en la violencia contra los menores, en general, y las agresiones sexuales muy en particular.
https://es.sott.net/article/52153-La-pornografia-infantil-en-Espana-sigue-siendo-silenciada-en-los-medios-de-comunicacion-por-que

 

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