Por Jean Georges Almendras, desde Asunción, Paraguay, 8 de octubre de 2019
Se llamaba Pablo Medina, el periodista paraguayo que fue asesinado a la edad de 53 años, el 16 de octubre de 2014, en un apartado camino de tierra roja del balneario Igatimi de la zona de Curuguaty, en el departamento de Canindeyú., a unos 350 kilómetros de Asunción. Proyectiles de escopeta y de pistola, de grueso calibre, empuñadas por manos de sicarios del narcotráfico de la zona segaron su vida. En el ataque criminal también murió la asistente suya, Antonia Almada, de 19 años. La familia periodística paraguaya se consternó y se indignó. Se sintió ultrajada. No era para menos, era el asesinato número 19 de periodistas paraguayos tras el advenimiento de la democracia, después de 35 años de dictadura militar.
Pero el periodismo libre paraguayo no ha sido el único en haber sido mancillado a punta de armas de fuego en América Latina, también cayeron (y siguen cayendo a raudales bajo las balas asesinas del crimen organizado) periodistas mexicanos y centro americanos. El crimen organizado se extendió (y sigue extendiéndose) peligrosamente, sobre las sociedades democráticas. Algunas de las cuales no son más que espejismos de democracias, porque en realidad son democracias que no hacen otra cosa que aportar y facilitar a los criminales, los caminos necesarios para concretar sus cometidos non santos, convirtiéndolas en democracias, que son semillero de los gobernantes que se corrompen, en algunos casos con los narcos, para dar paso a los narco Estados.
- Detalles
- PABLO MEDINA