“La Cámara de Senadores aprobó en sesión virtual el proyecto de resolución que asigna el nombre del periodista Pablo Medina al nuevo salón de conferencias de prensa el Senado” así se informaba hace pocos días en los diarios de la ciudad de Asunción, en el Paraguay. Una novedad, que hoy por hoy, resulta ser más una provocación que un halago parlamentario o un justo reconocimiento hacia el periodista Pablo Medina, nuestro redactor, nuestro amigo, nuestro mártir. Una novedad que huele a hipocresía de gran magnitud. Una novedad que nos lleva a opinar públicamente en términos de indignación y de crítica, porque la resolución nos resulta un insulto a la memoria de Pablo Medina, a su familia, al periodismo libre y a todos aquellos que sabemos perfectamente que su muerte y la de su asistente Antonia Almada –el 16 de octubre de 2014, en Villa Igatimí- fue la resultante de una maniobra mafiosa, orquestada por un criminal llamado Vilmar “Neneco” Acosta que ahora se encuentra entre rejas cumpliendo una larga condena.
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- PABLO MEDINA