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SACERDOTE CATOLICO GRASSI: LOS PUNTOS SUSPENSIVOS DE UNA ACUSACION QUE DERIVÓ EN UN PROCESO, EL QUE AÚN CON UNA CONDENA, NO PARECE HABER SALDADO CUENTAS
grassiPor Jean Georges Almendras
Por los delitos de “abuso sexual agravado y corrupción de menores” fue finalmente condenado a 15 años de prisión, por la Justicia –en los Tribunales de la localidad de Morón- el sacerdote católico Julio César Grassi, de 51 años, cuyo juicio causó conmoción en diferentes ámbitos de la sociedad argentina. Pero momentáneamente no irá a prisión hasta que quede firme la sentencia dispuesta por el Tribunal Oral Número 1, permaneciendo entretanto bajo libertad vigilada, debido a que los magistrados actuantes consideraron que no existe riesgo de fuga de su parte.
La condena sobrevino como resultado de un proceso, el que comenzó a mediados del año 2002 a partir de un programa de televisión, basado a su vez en una denuncia anónima de fines de 2000. Oportunamente la Justicia inició las investigaciones sobre un perjuicio cometido contra un adolescente que estaba internado en la Fundación Felices los Niños. Conocida la sentencia, tras nueve meses de audiencias, en las calles y frente al edificio de Tribunales se registraron incidentes –con insultos, forcejeos y golpes de puño- entre seguidores y detractores del sacerdote, debiendo intervenir las fuerzas del orden que detuvieron a tres personas, resultando lesionado también un camarógrafo de un medio televisivo.
El capítulo de la pasada jornada, del día 10 de junio, fue uno más en el caso Grassi. La prensa argentina –La Nación- consignó que la sentencia fue la culminación de las múltiples audiencias en las que se escucharon atentamente a unas 120 personas, en carácter de testigos y que los jueces decidieron condenar al sacerdote, concretamente por dos casos ocurridos en noviembre y diciembre de 1996, denunciados por la víctima, un adolescente de 13 años, identificado bajo el nombre de “Gabriel”. En cambio, los jueces lo absolvieron por otros 15 hechos de los cuales fue acusado por dos jóvenes, bajo los nombres de “Luis” y “Ezequiel”.
Trascendió que al fundamentar el fallo, el Juez Mario Daniel Gómez dijo :”con respecto a la corrupción, evidentemente Grassi, para satisfacer sus bajos deseos, no trepido en llevar adelante, con un menor de 13 años, conductas que no podía ignorar que eran aptas para desviar el normal desarrollo de la sexualidad del chico”
También el Magistrado Gómez dijo que “no se trató solamente de la ejecución de actos de connotación sexual con un menor de su propio sexo, sino de la influencia en la psiquis de la víctima mediante palabras y gestos que pretendían lograr en el menor la idea de que se trataba de una situación normal” tal como consta en la resolución judicial, de 1.400 páginas.
“Luego de ordenar que el joven que lo acompañaba se retirara –continuó el juez Gómez, en su resolución- el mayor lo invitó que se sentara en su falda, para una vez allí comenzar a tocarle las piernas, lo que provocó la reacción de su víctima, quien le dijo ¿Qué onda Padre? a lo que aquel respondió que debía mirarlo como a un padre” refiriéndose a los abusos cometidos en perjuicio del joven “Gabriel”.
“Primero lo sentó sobre sus faldas, luego le tocó las piernas, aproximándose al pene, después lo sorprendió dándole un beso en la boca. Otro día le propuso sexo oral a la que accedió antes de escuchar la respuesta de una víctima paralizada. Esta conducta escalonada en su significación sexual es una clara muestra de la intención del autor de avanzar paso a paso logrando que la víctima lo aceptara como normal”, describiéndose en el fallo la materialidad de los dos hechos por los que se condenó al sacerdote.
Los periodistas de La Nación describieron que dentro de la sala de audiencias, sentado al lado de Estela Carlotto, “Gabriel” –cuyo testimonio conmocionó a los jueces- rompió en llanto al escuchar la sentencia. Por su parte, enfrente, a no menos de tres metros, por un momento Grassi dejó de mirar a los jueces, se tocó los lentes, bajó la vista y fijó su mirada en el piso.
En cuanto a la resolución del Tribunal, se supo, que si bien el sacerdote gozará del beneficio de libertad vigilada, continuará viviendo en la residencia de La Blanquita, situada frente a la sede de la Fundación Felices Los Niños, en Hurlinghan, no pudiendo salir del país, debiéndose presentar una vez por mes ante el Tribunal que lo condenó y además no podrá tener contacto con los menores. Cabe consignar que a pesar de la gravedad de la condena, el Tribunal autorizó al imputado a asistir diariamente a la Fundación Felices Los Niños acompañado por un tutor.
Una de las apreciaciones, de los jueces involucrados en el fallo, se relaciona con la condición de sacerdote. Entienden que Grassi fue responsable de abuso sexual agravado por su condición de sacerdote, porque era además encargado de la educación y de la guarda del menor que fue víctima de los abusos reiterados.
Por su parte, cuando el juez Andueza terminó de leer el fallo que la condenó, Grassi se abrazó con sus hermanos Juan José y Osvaldo, al tiempo que el menor que lo denunció, denominado “Gabriel”, se marchó de la sala acompañado por el otro menor, “Luis”, y por los funcionarios de la Oficina de Protección de Testigos de la Procuración provincial, que lo custodian debido a las amenazas que recibieron. Mientras que “Ezequiel”, el tercer denunciante, escuchó la lectura del fallo fuera del edificio.
Ahora bien, el sentenciado sacerdote Grassi afirmó: “los jueces me pusieron como una persona que es capaz de hacer algo contra los chicos. Esa fue la peor condena. Fue un fallo insólito. Se demostró que todas las acusaciones en mi contra eran mentiras; sin embargo, me condenaron”.
El periodista Raúl Portal, su amigo y colaborador, ubicado junto al sacerdote, lo consoló exclamando: “¡Quedó uno. Fue uno sólo Julio!” en referencia a que la condena se fundó solamente por los hechos denunciados por uno de los tres chicos que lo acusaron. En cambio, el fiscal general de Morón, Federico Nieva Woodgate –quien fue el principal acusador del sacerdote- analizó el fallo del tribunal aseverando que “el riesgo de que Grassi se fugue existe, por tal motivo insistiremos con el pedido de detención del acusado”.
Pero en resumidas cuentas, el fallo de los jueces será apelado, tanto desde las filas de la acusación –de los fiscales Nieva Woodgate y Alejandro Varela- como de los abogados querellantes y de los abogados del propio Grassi: doctores Daniel Cavo y Martin Tipitto.
“Un proceso que aún no terminó” fue el titular que formuló en su nota, en La Nación, el periodista de esa publicación Eduardo Carabajal, agregando que el fallo no con conformó a ninguna de las partes y que “tampoco sirvió para marcar el final de la causa judicial, que comenzó hace siete años, debido a que quedaron muchas cuestiones pendientes para que se resuelvan en la Cámara de Casación Penal. En el caso de Grassi, el Tribunal resolvió de acuerdo con lo que hacía habitualmente: decidió no detener a un acusado que estaba beneficiado con la prisión preventiva morigerada o la libertad vigilada. Aumentó las medidas de coerción y control, pero no lo detuvo, al tener en cuenta que el fallo deberá ser revisado por la Cámara de Casación Penal”
“En los próximos 20 días , además de insistir con la detención de Grassi, la fiscalía apelará su absolución con respecto a los otros quince casos de abuso sexual en perjuicio de los dos menores identificados como “Luis” y “Ezequiel”. Pero además la sentencia será apelada por la defensa de Grassi, que entiende que los dos hechos de abuso sexual por los que fue condenado no existieron. Para probar dicha afirmación sostienen que “Gabriel” se había escapado del Hogar de la Fundación Felices Los Niños, el día anterior al que habría ocurrido el abuso, tal como se describió en el fallo”
“A pesar de los nueve meses de audiencias, tampoco se pudo probar la materialidad de los otros 15 hechos denunciados, y esas son cuestiones que se deberán resolver en la Cámara de Casación, en un proceso que aún no terminó con la condena de 15 años contra Grassi, sino que continuará”
EL ENIGMA ENTRE MUCHOS: LA POSICION DE LA IGLESIA, LA POSICION POPULAR Y LA NUESTRA
La noticia del fallo respecto al sacerdote católico se hizo sentir en el territorio argentino y no menos en la Santa Sede: según Silvina Premat de La Nación, para la Iglesia Católica, el caso del Padre Julio Grassi será, tarde o temprano, directamente considerado por la Santa Sede, donde se podrá decidir si pierde o no su condición de sacerdote. En este sentido, una vez conocido el fallo las autoridades eclesiásticas precisaron que hasta que la Justicia no deje firme la condena por abuso sexual y corrupción de menores no iniciará ningún proceso condenatorio interno contra el sacerdote.
A propósito, la abogada y apoderada legal del obispo de Morón, Bibiana Soler señaló: “ vamos a acatar lo que diga la justicia secular y a aguardar su fallo definitivo”, especificando además que aún “no se habló” sobre el procedimiento canónico.
Dice la periodista Premat que el obispo deberá comunicar a la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la Santa Sede, el caso protagonizado por el ex seguidor de Don Bosco y creador de la Fundación Felices Los Niños, aun si considera, como afirma la defensa del sacerdote, que se trata de “una causa armada”.
En concreto, habrá que aguardar la reafirmación de la pena, para que eventualmente se adopten las medidas sancionatorias ajustadas al Derecho Canónico. En el caso de Grassi, la sanción de la Iglesia podría ir desde la suspensión hasta la exoneración o pérdida de su condición de sacerdote.
Entretanto fuera del Tribunal predominaron los forcejeos y los insultos. Los unos –aquellos que simpatizan con el sacerdote- vestían una remera con una leyenda que peticionaba un fallo a favor del religioso que decía así: “que se iluminen los jueces”. Unas personas, de la Convergencia de Izquierda, portaban carteles que decían “Cárcel a Grassi”. Del otro lado, opuestos a esta corriente clamaban por la inocencia del sacerdote. Más tarde, los insultos se incrementaron, como así también los forcejeos y los golpes. En medio de esos incidentes, un vehículo blanco se apartó de entre los revoltosos: en su interior, con custodia policial, iba el sacerdote Grassi, saludando con una mano a los únicos que continuaban apoyándolo.
En el último tramo de ésta crónica, resta nuestra reflexión: no menos mordaz o imparcial que la de la justicia, porque si creemos en ella, la balanza se inclinaría por sus resoluciones .No obstante la telaraña jurídica –no sería la primera vez- encierra siempre una nueva instancia. Y ha quedado claro, que las apelaciones no estarán ausentes. Pero también ha quedado claro, o al menos a nosotros, que el caso es perversamente complejo y controvertido, porque el cura –esencialmente por su perfil- no deja de ser enigmático, carismático y polémico. Y estos ingredientes, bien pueden ser también los motivos centrales de una cruel zancadilla del destino, como irremediable cómplice de una “causa armada”. Creemos que también eso puede ser, desafortunadamente viable. Dios, si creemos en él –claro está- es quien conoce ciertamente la verdad de los hechos, como es norma en todos los episodios de igual o peor tenor y en el que los intereses –de uno o de otro lado- tienen mucho que ver, que decir y decidir, más allá de la conciencia. La Ley humana es una cosa: a las pruebas nos remitimos, con el caso Grassi y la sentencia en cuestión; pero la Ley divina, también es otra cosa. ¿Las pruebas sobre el particular? Estamos convencidos que tarde o temprano, saldrán a luz, e imparcialmente, para ser la lumbre que iluminará el sendero tachonado de acusaciones y de descargos. Será la Verdad a secas: aunque dolorosa quizás, pero Verdad al fin.

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