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maullion200EL ABUSADOR QUE OCULTÓ LA IGLESIA
2/09/2012 -  
Entre 1984 y 1992 habría violado a no menos de 50 chicos del Seminario Menor de Paraná
El cura paranaense Ilarraz ya hace algunos años que no se encuentra en el Seminario, pero ahora está al frente de una parroquia en Monteros, provincia de Tucumán.
maullionEl Arzobispado de Paraná nunca denunció ante la Justicia el abuso cometido por un cura del Seminario Menor. Por lo menos 50 chicos de entre 12 y 14 años, quienes recién empezaban su carrera religiosa, fueron violados entre 1984 y 1992 por el entonces prefecto Justo José Ilarraz, oriundo de la capital entrerriana, según se reveló a ANÁLISIS. En el ’93 se inició un Juicio Diocesano, donde declararon innumerables jóvenes, que reconocieron las perversidades que les hacía el sacerdote cuando eran apenas niños, pero optaron por ocultarlo. En esto último tuvieron responsabilidades el entonces arzobispo Estanislao Esteban Karlic, al igual que el actual titular, Juan Alberto Puíggari, quien fuera prefecto del Seminario Mayor del establecimiento en esos años. Como castigo, el cura pedófilo fue enviado al Vaticano durante un año. En los últimos tiempos, un grupo de curas, al igual que víctimas y ex seminaristas le reclamaron la expulsión de la Iglesia de Ilarraz -quien cumple funciones en una Parroquia de Monteros (Tucumán)- y la denuncia judicial, pero jamás hubo respuestas.
Daniel Enz
Ninguno tenía más de 12, 13 o 14 años. Eran casi niños. Con cada uno de ellos hizo lo mismo entre 1984 y 1992. Los acariciaba, los bañaba, los besaba en la boca, los masturbaba, los penetraba. Los descubría sexualmente y los condicionaba. Eso que sucedía entre las cuatro paredes de su habitación privada del Seminario o en el baño, no se tenía que enterar nadie. Si alguien traicionaba ese pacto perverso de confidencialidad la iba a pasar mal. Iba a empezar la hora de las represalias y se acababan los privilegios: los caramelos, los chocolatines, la buena comida, la tv o las películas en video que por las noches podían ver en esa habitación, sin pasar frío ni angustias por el cariño interminable del prefecto religioso. “Ustedes deben saber que ahora, nuestra amistad es más grande. A mayor confianza, mayor es el amor y la amistad”, repetía el cura abusador todas las noches.

Por cada año, casi siempre los elegidos eran cerca de 10. Los cálculos más acotados indican que por lo menos unos 50 chicos fueron abusados en esa década; las estadísticas mayores hablan de cerca de 80. Casi todos los jóvenes eran de la zona de Paraná Campaña, provenientes de familias de campesinos, donde la vocación religiosa suele ser más fuerte. “Siempre existió una relación muy particular entre las familias de la gente de campo de toda esta región con el Seminario de Paraná. Ellos colaboran mucho con la Iglesia y cuando traen a sus hijos, apenas saliendo de la niñez, saben que los dejan en manos de Dios y que de allí saldrán religiosos hechos y derechos, de los que siempre se sentirán orgullosos”, indicó a ANÁLISIS uno de los religiosos.

Lo que nunca midieron fue que allí dentro, en medio de tanta gente con deseos de hacer cosas buenas por la Iglesia y la sociedad, existía un depravado y con cierto poder en ese ámbito.

maullion2El Seminario de Paraná siempre se dividió en dos secciones: el Seminario Menor y el Seminario Mayor. En el primero de ellos se encuentran ubicados los chicos de entre 12/13 y 14 años. A partir de los 15, ya pasan al Mayor. En 1989, los más chicos estaban a cargo del prefecto Justo José Ilarraz, nacido en Paraná en julio de 1952 y domiciliado al comienzo de calle 25 de Junio. Ilarraz fue ordenado como sacerdote el 8 de diciembre de 1983, después de educarse en el Seminario, en tiempos en que el conductor era Alberto Ezcurra, fundador del Grupo Tacuara, seguidor desde joven del cura fascista Julio Meinvielle, del furioso anticomunista Jordán Bruno Genta y quienes también tenían como referente ideológico al fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera. Ezcurra era el jefe máximo del Seminario y un mimado del entonces arzobispo de Paraná y vicario castrense, monseñor Adolfo Servando Tortolo.

Ilarraz era el prefecto del Seminario Menor, mientras que el cura Juan Alberto Puiggari -actual arzobispo de la capital entrerriana- se desempeñaba como el prefecto del Seminario Mayor. El rector era el sacerdote Luis Alberto Jacob, designado por el entonces arzobispo coadjutor y administrador apostólico de Paraná, Estanislao Esteban Karlic. El prelado que venía de Córdoba y que llegara para reemplazar a Tortolo -ante el avance de su enfermedad- fue nombrado el 19 de enero de 1983. Tras la muerte de Tortolo, en abril del ’86, asumió como arzobispo.

Los niños se encontraban en el pabellón del Seminario, ubicado en el final del predio, en el ala derecha. Eran 100 camas, solamente separadas por una mesita de luz. Al fondo estaba el baño y las duchas. El cura Ilarraz estaba siempre cerca. Tenía una habitación pegada a la capilla, casi lindante con el pabellón, que a su vez estaba contigua a la del rector Jacob.

Ilarraz venía de ser secretario privado y chofer personal de Karlic y se transformó en un hombre de su plena confianza. No pocas veces lo trasladó a monseñor, en el auto de la Curia, a ver a su hermana a Córdoba, donde residía. De hecho, ese lugar de poder y privilegio en cercanías del arzobispo fue el primer cargo que tuvo el cura a poco de ser ordenado. Era el ecónomo de la Curia y también manejaba la librería San Francisco Xavier, ubicada en la estructura del edificio del Arzobispado. “El levantó la librería y Karlic lo adoraba por eso. Además, era fanático del santo, cuyo nombre quedó estampado en el logo de la librería”, recordó uno de los hombres de fe. La librería también dispone de una sede en Capital Federal, donde algunos familiares directos de Ilarraz tendrían una relación laboral.

“Es un buen hombre; hizo muchas cosas por el Seminario y eso vale mucho”, repetía monseñor Karlic cada vez que alguien le formulaba algún cuestionamiento a Ilarraz. Con fondos provenientes de Adliswil (Suiza) una comuna del cantón de Zúrich, ubicada en el distrito de Horgen, cuya relación la afianzó el ex cura de Santa Elena, Luis But, en 1982 –cuando asistió en Roma a un Congreso de sacerdotes organizado por el Movimiento de los Focolares, del que participaron unos siete mil sacerdotes- el cura Ilarraz concretó el polideportivo, enrejó y pintó a nuevo al Seminario. Incluso, logró traer la estatua del Buen Pastor allí ubicada, como así también dos cruces enormes, que actualmente están ubicadas en el cementerio del establecimiento y en la parroquia de San Cayetano, en Paraná. La estrecha relación de Karlic con Ilarraz provocaba no pocos cortocircuitos con Puiggari. Más allá de los preceptos de la Iglesia, había distancias, odios y rencores.
Quizás, por el hecho de aplicarse lo que a ellos mismos les enseñaban en el Seminario en sus tiempos de seminaristas, cuando les remarcaban la frase del filósofo inglés Thomas Hobbes, de “el hombre es un lobo para el hombre”. A los religiosos de Paraná o Santa Fe, siempre le remarcaban, en la década del ’60 o ’70, la traducción que hacían de: “el sacerdote para el sacerdote es lobísimo” y se lo decían en latín.

A fines de los ’80, principios de los ’90, la figura de Karlic fue creciendo a nivel nacional e internacional. Considerado uno de los principales teólogos del país -por lo cual, a pedido de Juan Pablo II, fue uno de los redactores del Nuevo Catecismo Universal-, a fines de la dictadura prácticamente esquivó a los representantes castrenses y formalizó buenas relaciones con el poder político, aunque siempre manteniendo un bajo perfil. Férreo opositor de la Ley del Divorcio y enfrentado con el ex gobernador Sergio Montiel (UCR) por los coletazos del Congreso Pedagógico propiciado por el ex Presidente Raúl Alfonsín, en verdad siempre tuvo mejor relación con los hombres del justicialismo. Apoyó a Carlos Menem en su idea de indultar a los ex comandantes, militares y a ex jefes guerrilleros y fue hombre de consulta de Jorge Busti y Mario Moine. Fundamentalmente de éste último, por su ligazón histórica a la Iglesia. Esto hizo que Karlic apoyara públicamente la aprobación de la ley que determinó el despido de numerosos empleados públicos en la Administración Pública, aunque luego retrocedió e hizo de mediador para dar marcha atrás en la iniciativa. También llegó a sugerir nombres para algunos gabinetes o el Poder Judicial, que de inmediato fueron aceptados.

“Karlic vivía viajando a Roma a fines de los ’80 y depositaba toda su confianza en Ilarraz en lo referido al manejo del Seminario”, se acotó. “El se manejaba con total libertad. Nadie le podía decir maullion20nada. Iba y venía en el Renault 12 del Arzobispado o en la camioneta Ford, en la que paseaba a los chicos. No tenía días ni horarios; se levantaba cerca de las 9 de la mañana, salía en todo momento y regresaba a cualquier hora. En varias instancias le echaba la culpa a que tenía reuniones con dirigentes del Club Patronato, con los que trazó una relación”, recordó un ex seminarista.

El cura prefecto -quien tenía no más de 32 años cuando se instaló en el establecimiento religioso- había logrado la inserción de numerosos jóvenes al establecimiento religioso, en función, fundamentalmente, de su tarea militante por localidades de Paraná Campaña, entre septiembre y octubre de cada año. “Era un impulsor de la vocación religiosa y las familias de zonas de campo lo recibían con los brazos abiertos y le depositaban con total confianza y amor a sus hijos que recién terminaban la escuela primaria”, indicó otro conocedor del tema.


(Más información en un Informe especial de 5 páginas, en la edición gráfica de ANALISIS del 13 de septiembre de 2012)
http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=974&di=1&no=171621

18/09/2012
Son ocho sacerdotes que le reclamaron al entonces arzobispo, a través de una carta
Los curas que en el 2010 denunciaron al abusador Ilarraz por hechos del Seminario de Paraná, también serán citados a declarar por la Justicia en próximos días
 
Maulión se sorprendió con la denuncia de los curas en el 2010.
Varios de los curas de la Diócesis de Paraná, que en septiembre del 2010, le reclamaron al entonces arzobispo, monseñor Mario Maulión, que se adoptaran medidas por “los abusos cometidos por sacerdotes a menores” y específicamente mencionaron el caso del sacerdote Justo José Ilarraz, serían citados a declarar por la Justicia entrerriana, en el marco de la causa iniciada por orden del procurador general del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos, Jorge García. La decisión fue reconocida a ANALISIS DIGITAL por fuentes judiciales y las citaciones se producirían en los próximos días.
Por D. E.
(de ANALISIS DIGITAL)

El 15 de septiembre de 2010 un grupo de ocho curas con funciones en Paraná, le enviaron una carta al entonces arzobispo de esta capital, monseñor Mario Maulión. En el escrito, al que accedió ANALISIS DIGITAL, se le indicaba la “gran preocupación” por los “abusos cometidos por sacerdotes a menores confiados a su ministerio. Sobre todo, nos preocupa la creciente notoriedad que uno de los casos está teniendo entre la gente de nuestras parroquias: el del padre Justo Ilarraz, quien fuera formador del Seminario Menor a principios de los 90”, remarcaron en la nota de una carilla. La valiente decisión de los sacerdotes es tenida muy en cuenta por los magistrados que llevan la investigación judicial desde el viernes último, tras la publicación de la revista, ya que se considera una prueba importante, además de el contenido del Juicio Diocesano iniciado en 1992 por el entonces arzobispo de Paraná, monseñor Estanislao Esteban Karlic, actual cardenal de la Santa Sede y escondido durante dos décadas.

La presentación del escrito se produjo poco después de una reunión mantenida por los presbíteros –quienes son de una nueva generación, que ronda entre los 35 y 40 años- con el propio Maulión, quien no ocultó su sorpresa al enterarse de lo que le contaban respecto al accionar de Ilarraz. “A mi monseñor Karlic nunca me dijo nada de esto, cuando hizo el traspaso del mando”, respondió sorprendido Maulión, actualmente jubilado y con residencia en Rosario, quien quedó al frente del Arzobispado de Paraná en el 2003.

En la carta de los curas –todos ellos en funciones en diferentes barrios de Paraná y en localidades vecinas- se le indicaba a Maulión: “Nuestra preocupación es doble. Por un lado, el hecho de que el padre Ilarraz continúe ejerciendo el ministerio sacerdotal, sin que se le haya aplicado ninguna sanción canónica ni haya sido convenientemente investigado y juzgado por la autoridad civil. Es un hecho que quien padece pedofilia puede cambiar solo con mucha dificultad. En todo caso –se agregaba- es una imprudencia y así lo confirma la praxis actual de la Iglesia, que siga ejerciendo el ministerio y estando en contacto con fieles, con los cuales puede volver a ocurrir lo mismo que aquí en Paraná”. Los sacerdotes recordaron incluso, en el escrito a Maulión, “las rotundas afirmaciones de Benedicto XVI en su viaje a los Estados Unidos, al decir que no hay lugar en el sacerdocio ni en la vida religiosa, para quienes dañan a los jóvenes”.

Asimismo, expresaron su preocupación por “el hecho de que el silencio de las autoridades eclesiásticas sea interpretado por nuestra feligresía como un acto de encubrimiento o complicidad. Creemos que tarde o temprano el caso va a salir a la luz y tememos por el impacto negativo que pudiera tener para la fe de nuestros creyentes y la confianza que depositan en nosotros. Nos parece que prolongar el silencio, a la larga, pueda dañar mucho más la imagen de la Iglesia en Paraná, que reconocer los sucesos y nuestra parte de responsabilidades en los mismos”.

Más adelante reclamaron a Maulión “una acción que con toda claridad ponga de manifiesto nuestra profunda aversión a lo sucedido, nuestra disponibilidad a que se lleven a cabo las acciones legales pertinentes, tal como lo ha pedido el Santo Padre, en cuanto a que los responsables de estos males deben ser llevados a la Justicia y nuestro sincero empeño en que estos hechos no vuelvan a ocurrir nunca más”.

Maulión se comprometió a adoptar medidas, pero, al parecer, nunca las pudo concretar, ya que se jubiló el 3 de noviembre de 2010, o sea dos meses después de ingresada la carta y fue reemplazado por monseñor Juan Puíggari, quien fuera prefecto del Seminario Mayor entre 1984 y 1992 y no desconocía los hechos, ya que fue él quien receptó la primera denuncia por abuso de menores en el establecimiento religioso.
Fuente:
http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=171905

El letrado presentó un hábeas corpus preventivo
“Todo esto tuvo un fuerte impacto en Ilarraz y por eso prefirió abstraerse y hablar a través de su representante”, dijo el abogado Jorge Muñoz
 
Ilarraz está acusado de abusar de jóvenes en el Seminario de Paraná.
El abogado Jorge Muñoz, apoderado legal del sacerdote Justo José Ilarraz, acusado de abusar sexualmente de al menos 50 jóvenes que asistían al Seminario Menor en Paraná, indicó que el cura “se encuentra en la provincia de Tucumán, pero como tuvo un fuerte impacto todo esto en su persona, prefirió abstraerse y hablar a través de su representante”. El letrado presentó ayer un recurso de hábeas corpus preventivo, con “el fin de resguardar la persona del sacerdote, evitando la situación de condición de peligrosidad procesal”. Por otra parte, remarcó estar convencido de que “las denuncias devendrán en nulas”.
El letrado dijo que “la situación de prófugo que se dice de Ilarraz es injusta, porque eso lo determina el órgano judicial y él se encuentra a disposición de la justicia. Además, no existe una situación formal en la que lo hayan requerido, pero si sucede se van a hacer las defensas de rigor”.

En ese sentido, en declaraciones al programa A quien corresponda (Radio De la Plaza), añadió: “No existe una circunstancia en que las personas ofendidas por el supuesto delito hayan hecho la denuncia. Por eso yo creo que las acusaciones devendrán en nulas. Sin embargo, se está analizando la posibilidad de hacer una actuación espontánea”.

El abogado remarcó que “al no estar hechas las denuncias de las supuestas víctimas, esto es algo totalmente abstracto y nulo”. En este punto colisionó con la idea del procurador general de Entre Ríos, Jorge Amílcar García, quien dijo que independientemente de la actitud que adopten las víctimas, la Justicia tiene la obligación de actuar por tratarse de una denuncia gravísima de corrupción de menores, y en ese sentido dijo que se buscará abrir la causa judicial.

Cuando se le consultó al abogado del sacerdote si complica la estrategia de la defensa el hecho de que las autoridades eclesiástica admitieron que hubo al menos tres casos de abuso, el abogado Muñoz sostuvo: “Lo que haga la institución me resulta ajeno, por ahora no podemos evaluar nada. Pero estamos analizando con estudios de colegas en la provincia de Entre Ríos para hacer una defensa en conjunto”.

El caso

Durante años, el caso se mantuvo oculto. Ilarraz llegó a Tucumán en 1995 y ejerció el sacerdocio durante los últimos siete años, en la Iglesia del barrio Ñuñorco, en Monteros. Pero la confianza de los fieles de la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús se hizo añicos la semana pasada, cuando se conoció que el cura fue denunciado ante las autoridades eclesiásticas de abusar de 50 niños de entre 12 y 14 años, que estudiaban en el Seminario de Paraná entre 1984 y 1992.

Ilarraz había sido denunciado a principios de los 90 y el entonces arzobispo de Paraná (actualmente cardenal) Estanislao Karlic; y el actual arzobispo, Alberto Puíggari, recibieron las denuncias, pero no las trasladaron a la Justicia civil, sino que -luego de un Juicio Diocesano- Ilarraz viajó al Vaticano.

Los abusos denunciados hablan de al menos 50 víctimas, aunque se sospecha que podrían ser cerca de 80. En el Seminario de Paraná ingresaban niños que provenían, en su mayoría, de familias campesinas. Ilarraz era el encargado de recibirlos. Según la publicación de la revista ANALISIS, esta posición habría sido aprovechada por el sacerdote para abusar de los menores con la excusa de “contenerlos”. A cambio de su silencio, les ofrecía privilegios, como golosinas y viajes al exterior, de acuerdo con lo que relataron las víctimas.

En 1993, se inició un Juicio Diocesano, donde declararon decenas de jóvenes que denunciaron abusos. Karlic y Puíggari, que en ese entonces era prefecto del Seminario Mayor, siguieron el caso. Ilarraz fue enviado al Vaticano por un año, donde escribió un trabajo sobre el futuro de los niños (“Los niños: nuevos misioneros para nuevos tiempos”), y terminó su Licenciatura en Misionología. Volvió al país en 1994, estuvo un año en Córdoba y luego fue destinado a Tucumán.

La investigación

Justo Ilarraz tenía 32 años cuando se hizo cargo del Seminario Menor. La primera denuncia la realizó en 1992 un joven que se resistió al abuso. “De aquí en más irás todos los días a la Capilla a pedir perdón”, le dijo el cura. Los prelados Silvio Fariña y Alfonso Frank recibieron los numerosos testimonios de los abusos y cada uno de los jóvenes denunciantes firmó una declaración.

Reunión en la Diócesis de Concepción

En tanto, ayer, el obispo Rossi y sacerdotes de la Diócesis de Concepción analizaron la acusación que pesa sobre Ilarraz. Fuentes de la Catedral de esa ciudad informaron que, tras el encuentro, emitirán un comunicado.

18/09/12 http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=171898
 
18/09/2012
La norma amplía los plazos de prescripción de los delitos que afectan la integridad sexual
Caso Ilarraz: Piazza explicó los alcances de la ley que lleva su nombre y exhortó a “perder el miedo”
 
Se refirió a la denuncia contra el prelado que abusó de al menos 50 menores de edad en el Seminario de Paraná.
La llamada Ley Piazza amplía los plazos de prescripción de los delitos que afectan la integridad sexual de los menores de edad. Ahora se empieza a contar cuando la víctima cumple los 18 años -antes de la normativa, era desde el momento en que ocurrió el abuso-. El cambio fue impulsado por el diseñador de moda Roberto Piazza, quien este martes se refirió al caso que involucra al cura Justo José Ilarraz como abusador de al menos 50 jóvenes en el Seminario Menor de Paraná. “Hay que animarse a denunciar. Hay que perder el miedo a las amenazas y a la sociedad que señala con un dedo”, dijo.
En diálogo con LT14, el diseñador de moda habló sobre el caso de abuso de menores en el Seminario de Paraná, tras la denuncia periodística de la revista ANALISIS.

Consideró que es un “tema es tan simple como complicado”, y cuestionó a la Iglesia por “tapar” estos delitos. En este sentido, se refirió a la ley que lleva su nombre y explicó que la normativa amplía los plazos de prescripción de los delitos que afecten la integridad sexual de los menores de edad. Ahora se empieza a contar cuando la víctima cumple los 18 años. Antes de la normativa, era desde el momento en que ocurrió el abuso. Piazza también habló sobre la importancia de “perder el miedo al miedo”. Y agregó: “Hay que animarse a denunciar, hay que perder el miedo a las amenazas y a la sociedad que señala con un dedo”.

http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=171914
 
18/09/2012
Columna de opinión
Los delitos por su nombre
 
La Iglesia de Paraná, en el centro del debate.
La edición de la revista Análisis del jueves 13 de setiembre del corriente año les cambió la vida a varios. Algunos de los que durante veinticinco años - años más, años menos - han mantenido silencio han podido hablar. Unos, los más, los más anónimos, los más lastimados, los más débiles, para denunciar lo que padecieron de niños. Otros, los menos, los más avergonzados, los más poderosos, los más responsables, para confirmar y asumir los padecimientos de aquellos niños.
Por Marcelo Baridón y Alvaro Piérola (*)

Los sufrimientos y padecimientos de aquellos niños fueron cometidos por al menos un hombre en una comunidad, la nuestra de Paraná; organizada por leyes de un Estado, el nuestro de la República Argentina; aprovechando la enorme ventaja que para influir y disminuir la resistencia a la propuesta más inverosímil, otorga al educador la relación educador-menor educando; en una geografía en la que aquellos niños se encontraban a merced de su educador sin red que los aleje de él; y quizá lo más grave, en un sistema ideológico que se supone afirma, sostiene, milita y reproduce, al menos verbalmente, todo lo contrario a lo que a aquellos niños padecieron.

No se viola a quién se ama. El buen pastor no abandona su rebaño al lobo. No se suelta ni se protege al lobo después que violó a los corderos. Todo esto fue lo que nos enseñaron en el Colegio Don Bosco de Paraná y por aquel entonces, como ahora, tampoco aplicaron. Somos dos ex alumnos de Don Bosco y uno de nosotros testigo en un caso del padecimiento de otro niño, de la valentía de al menos dos maestras que denunciaron la violación y de la actitud hipócrita de la institución educativa, que lejos de entregar al lobo a las autoridades del estado para que lo juzgue por un delito aberrante, lo escondió y lo protegió hasta que más pudo. Fueron tantas las violaciones de otros corderos que cometió Angel Tarcisio Acosta que el Estado, por fin, lo enjauló.

Vivimos en una comunidad organizada bajo la forma democrática de un Estado, en la cual rigen leyes que califican conductas como delitos que rigen para todos, extramuros e intramuros. No hay límite geográfico o institucional que impida la vigencia de la ley. Al menos así también nos lo enseñaron en la Facultad de Derecho de Santa Fe, valga la paradoja. Violar niños es un delito aberrante que se agrava cuando el que viola es quién educa.

Al igual que aquellos que pertenecen a la institución del violador, la violación de aquellos niños nos provoca verguenza; todos nosotros, violador incluido, pertenecemos a la misma condición, la humana, que se degrada con cada violación de un niño. Pero la verguenza no alcanza. Como siempre, lo que alcanza para construir un mundo mejor, aquí en Paraná y ahora en nuestro tiempo, es la justicia, que es justamente lo que falta; tal como nos enseñaron en el Colegio Don Bosco:

1.- Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él.

2.- Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:

3.- Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.

4.- Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.

5.- Felices los afligidos, porque serán consolados.

6.- Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

7.- Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.

8.- Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.

9.- Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.

10.- Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos."

[Extracto del Sermón de la Montaña del Libro del Nuevo Testamento, Evangelio según San Mateo, Capítulo 5 en la edición oficial de la página web del Estado del Vaticano http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PUF.HTM]

(*) Alvaro Piérola es x alumno Don Bosco Paraná, Promoción Primaria año 1993. Marcelo Baridón es ex alumno Don Bosco Paraná, Promoción Secundaria año 1982.

 http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=171918

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