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ilarraz10LA PREOCUPACIÓN DE MONSEÑOR
La orden es negar los hechos, apostar al olvido y ocultar otros curas abusadores
24/10/2012
Sigue la polémica sobre el desempeño de la Iglesia en el caso Ilarráz y el caso preocupa al arzobispo Puíggari.
El Arzobispado de Paraná se siente cercado y acosado por las derivaciones del caso del cura abusador Justo José Ilarraz.
Mientras el cardenal Estanislao Karlic optó por irse al Vaticano –todo indicaría que no regresará más a Paraná-, monseñor Juan Alberto Puíggari decidió no hablar más del tema e impartió la orden de que ningún sacerdote haga mención alguna en sus homilías. El plan es negar los hechos -tal como lo planteara de modo absurdo e irracional el abogado defensor del cura, Juan Fornerón-, apostar al olvido y contener otras denuncias que vinculen a más curas abusadores en la Diócesis de Paraná que, de hecho, existen aunque se vienen manteniendo ocultos. Pero la Justicia también les puede llegar: Karlic, Puíggari y Mario Maulión reciben sueldos de funcionarios públicos desde siempre y por ende se los puede acusar por “incumplimiento de los deberes” en tal rol. Daniel Enz
“El encubrimiento de los obispos ante denuncias de abusos sexuales existe por corporativismo. Es una postura comprensible, aunque no justificable; intentar salvar la institución cuando es manchada por un escándalo sexual, salvar al cura y mantenerlo como sacerdote, ya que cada vez es más escaso su número al servicio de la Iglesia”. La frase corresponde a un experimentado sacerdote español, pero es una perfecta síntesis del plan bosquejado en el Arzobispado de Paraná, en acuerdo entre el cardenal Estanislao Esteban Karlic y el actual titular, monseñor Juan Alberto Puíggari.
Ninguno de los dos podría haber llegado a lo más alto de su carrera si a principios de los 90, o más adelante, hubieran denunciado lo que pudieron conocer de boca de esos jóvenes que, con lágrimas en los ojos, escribieron de puño y letra, sentados en un escritorio y ante la atenta mirada de los curas superiores, las perversidades que les hacía o los llevaba a realizar el entonces prefecto del Seminario Menor, Justo José Ilarraz.
Lo que hicieron fue un pacto de poder por el poder mismo. Una decisión corporativa en función de una carrera religiosa. Cualquier denuncia ante la Justicia, que tomara estado público, los iba afectar en su camino ascendente. Por eso fue que solamente armaron el vergonzoso sumario diocesano interno, como para dejar constancia de que algo se hizo. Pero el trabajo es propio de estudiantes de Derecho de primer año, en el primer trimestre de cursado, o de un sumariante con la escuela primaria recién finalizada. En cada página se nota la falta de compromiso por llegar a la verdad de los hechos, al punto tal que nunca hicieron declarar al principal imputado, el cura Ilarraz, que cuando se tramitaba el juicio diocesano gozaba de los paseos en Roma y enviaba postales a varios de sus propios abusados, con ese lema perverso de “seguir afianzando la amistad y el amor”.
El cardenal y arzobispo emérito de Paraná, Estanislao Esteban Karlic, ya no está en la capital entrerriana. Hace no más de 10 días viajó al Vaticano y todo indica que ya no regresará a Entre Ríos. De hecho, la imagen pública de Karlic -un hombre de los más reconocidos en la cúpula de Iglesia Argentina en los últimos 20 años- cayó estrepitosamente a raíz del escándalo por los abusos de los seminaristas denunciado por ANALISIS. El alto prelado nunca más se mostró en público desde ese 13 de septiembre en que se conoció la publicación y derivó en una causa judicial. Tampoco hizo declaración alguna sobre el tema y únicamente se dedicó a hablar de su aporte al Catecismo Universal, tal como lo hizo en Uruguay a fines de septiembre, en oportunidad de ofrecer una conferencia en Montevideo o en una reciente entrevista con una publicación católica, en Roma.

Pero Karlic es quien controla o quien ha venido controlando todo este proceso desde 1994 a esta parte. Y monseñor Puíggari cumple a rajatablas. Si bien hubo dos comunicados oficiales reconociendo los hechos puertas adentro -lo que se consideran pronunciamientos históricos- y se aportó a la justicia la documentación del vergonzoso juicio diocesano que nunca llegó a dictamen del tribunal de la Iglesia de Santa Fe, el plan de negación y desvío a través del abogado Fornerón también forma parte de la estrategia.

Al novel letrado, de curriculum desconocido en materia penal en el ámbito tribunalicio, solamente le falta negar hasta su propio apellido. “Está demostrado que los hechos no existieron y que hay solamente una pretensión económica”, dijo muy suelto de cuerpo, sin siquiera tener en cuenta que la propia cúpula eclesiástica había reconocido los tristes episodios. O sea, no sólo que niega a las propias víctimas –a las que ha podido escuchar, aunque a veces hubo que advertirle en las audiencias que no dormitara mientras se producían los testimonios-, sino que las vuelve a victimizar con las falacias que indica. Pero está claro que es parte de un plan perverso pergeñado con algún miembro de la cúpula clerical y con uno de los hermanos del acusado. Sucede que es considerado uno de los “mejores amigos” de Miguel Ilarraz, hermano del cura abusador, con quien lleva adelante la comisión de padres de alumnas del Instituto del Huerto de Paraná.
http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=977&di=1&no=173861

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