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PONENCIA DEL DR. ANTONIO INGROIA

ingroiaLAS NUEVAS ESTRATEGIAS DE LA MAFIA Y LAS PERSPECTIVAS DE LA ANTIMAFIA EN LOS AŇOS 2000

Que es la mafia hoy, cuales son sus estrategias y sus objetivos? Cual es la consistencia del poder mafioso en los años 2000? Y cual es el balance y las perspectivas de la antimafia en Italia hoy?
Estas son las preguntas de fondo a las cuales es necesario intentar responder preliminarmente si se desea dar un cuadro atendible de la historia reciente y del estado actual de la confrontación mafia-antimafia.
No es fácil resumir en pocas páginas y explicar a un público, que no conoce directamente el fenómeno de la mafia siciliana, la historia y las dinámicas recientes de la estrategia de aquella que ha sido ciertamente – durante una cierta fase histórica – la más temible y potente organización criminal del mundo.
Y es aún más difícil para mi mantenerme a una distancia crítica de los hechos de la historia reciente de la mafia siciliana, porque es un hecho, que la mayor parte de la gente percibe como algo lejano, pero que yo sin embargo lo percibo de muy cerca. Momentos vividos con rara intensidad, momentos fuertemente ligados a eventos que tienen una causa, de los cuales a veces he sido testigo, otras veces “actor”. Y esto porque mi historia personal se entrelaza con la historia colectiva, social e institucional de la enfrentación mafia-política. Porque me he ocupado y me ocupo de mafia y de antimafia ahora ya desde hace más de 10 años, desde ese ya lejano 1988 cuando conocí a Giovanni Falcone, magistrado-símbolo de la antimafia, con quien empezé mi aprendizaje profesional presenciando a los interrogatorios y a sus investigaciones como observador y alumno. Y volví a ocuparme de esto a principios de los años 90, cuando mientras era fiscal auxiliar en la ciudad de Marsala, tuve el honor de encargarme de mi primera investigación de mafia bajo la coordinación de mi jefe de Oficina en aquel entonces, otro gran magistrado-símbolo de la antimafia mundial, Paolo Borsellino. El maestro, el amigo, el “hermano mayor” Paolo Borsellino a quien yo he seguido de cerca en sus últimos años de vida y de carrera, primero en Marsala y después en Palermo, hasta el trágico epilogo del verano ’92, cuando Paolo Borsellino perdió la vida, junto a los policías de la escolta, lacerado a causa de una auto-bomba aparcada delante del portal de la casa de la anciana madre de Borsellino, ese maldito domingo 19 de julio 1992 había ido a verla como todos los domingos. Y a partir de ese día, he seguido a ocuparme de mafia y de antimafia, participando y asistiendo a muchos “eventos que tienen un fundamento en nuestra historia reciente, como la experiencia del “método Falcone-Borsellino”, el terrible periodo de los estragos, el periodo del “rescate” en el Tribunal que heredó ese método, bajo la dirección del nuevo Procurador de Palermo Gian Carlo Caselli. Rescate que inició el 15 de enero del 1993 con la captura de Totò Riina, el principal artífice de la estrategia desestabilizante mafiosa, evento que marcó el inicio de una nueva fase, de un período único, quizás irrepetible.

Periodo terrible y periodo excepcional al mismo tiempo. Periodo terrible porque fue el periodo de los estragos: después de los del 1992 que laceraron Palermo y el corazón de los italianos, en aquel 1993 siguieron las bombas y los atentados en el en el norte de Italia, provincias que nosotros sicilianos llamamos el continente, en Roma, Florencia, Milán. Las bombas de la impotencia del Estado democrático, que habáan puesto de rodillas al Estado italiano, el que se demostró incapaz de reaccionar, un País al borde del colapso, que veía detrás la amenaza de un propio y verdadero “golpe mafioso”.
Sin embargo, ese año marcó también un periodo excepcional, el periodo del rescate, de la “nueva primavera siciliana”, que no fue solo local, sino nacional, la revolución de la Italia de la legalidad. A la indignación por la secuencia de estragos feroces, a la indignación por el insuficiente empeño antimafia por parte de las Instituciones, sobre todo de aquellas políticas, que habían condenado al aislamiento y a la muerte otros hombres y mujeres como Giovanni Falcone, su esposa Francesca Morvillo, Paolo Borsellino y los policías de sus escoltas, se fue alineando y terminó por prevalecer, una actitud positiva de empeño y de petición de empeño antimafia colectivo que pronto dió sus frutos. Finalmente, como consecuencia a una gran reacción por parte de la opinión pública, el Estado respondió con una fuerza a la par con el grandísimo desafìo que la mafia había puesto en acción: los resultados no se hicieron esperar. Nació un extraordinario activismo legislativo y operativo, que se concretizó con la rápida aprobación de algunas importantes reformas antimafia y con el empleo de hombres y medios (incluso el empleo del ejército en Sicilia para colaborar con las fuerzas de la policía con el fin de contrarrestar el poder mafioso en el territorio), que ayudaron a los magistrados a hacer frente a la emergencia mafiosa.
Nosotros, los magistrados que por protesta habíamos presentado nuestras dimisiones del Tribunal del Distrito Antimafia, retiramos las renuncias y nos empeñamos aún más, también para honrar el sacrificio de tantos servidores del Estado que habían caido (Falcone y Borsellino fueron solo los últimos de una larga serie). Y he aquí que la nueva estrategia global, el empeño solidario y colectivo dió en pocos años resultados que no se habían obtenido en décadas: desde el arresto de Riina al de los más peligrosos prófugos; al desmantelamiento de estructuras militares enteras de Cosa Nostra en el territorio, a la identificación, embargo y confiscación de patrimonios enormes de los mafiosos, que después se han dejado en gestión a cooperativas de jóvenes; seguido del aumento del fenómeno de la disociación de las filas de las organizaciones mafiosas, hasta el punto de llegar a ser un fenómeno de masa, a la realización de un regimen penitenciario “distinto” para los mafiosos que hiciera posible cortar cualquier contacto con la organización fuera de la carcel y asi impedir a los jefes de mafia que continuaran dirigiendo desde la carcel los tráficos ilegales; a la identificación de los autores materiales y de los organizadores de los estragos y de los hechos de sangre más graves ocurridos en estos últimos años, hasta llegar a “sacar a la luz” las relaciones de la mafia con la sociedad siciliana y nacional en todos los niveles, incluso políticos y de la alta finanza.
Este es el salto de calidad que se dió en esos años que nos daba a quienes vivíamos la experiencia directamente la sensación de estar cercanos, si no a la derrota definitiva de la mafia, de cierto si a un drástico y duradero redimensionamiento de la misma.Teníamos la convicción fundada de que pudiera hacerse realidad, en un tiempo no lejano, una de las más famosas afirmaciones de Giovanni Falcone: “la mafia es un fenómeno humano y como tal ha tenido un principio y tendrá un final”.
Han sido años turbulentos que han visto eventos que han marcado nuestras vidas y que se han quedado impresos en nuestras mentes, en una especie de carrera frenética hacia metas que parecían cercanas: las colaboraciones importantes, las verdades sobre los estragos, los ideólogos ocultos de los estragos, las relaciones mafia-política, mafia-economía y demás.
Después, en aquel torrente en crecida, imprevistamente, la corriente pareció cambiar de dirección y por consiguiente subir el río hacia la fuente se volvió cada vez más difícil. A medida que las investigaciones alcanzaban niveles más altos, a medida que salíaan a la luz complicidades y contiguidades embarazosas, a medida que se evidenciaba la voluntad de no detenerse en la búsqueda de la verdad, aplicando integralmente el principio de igualdad de todos los ciudadanos frente a la ley, aumentaban las resistencias, los obstáculos y las dificultades eran cada vez más difíciles de superar. El camino se hacía cada vez más escarpado, más en subida. Y nosotros nos sentíamos cada vez más solos. Dificultades y resistencias legislativas, dificultades y resistencias operativas, dificultades y resistencias ambientales, en pocas palabras, el clima mutó. Esa magistradura, a la cual con buena voluntad se le había concedido un “poder” para contrarestar la emergencia de la estrategia subversiva desestabilizante mafiosa, quizás estaba “exagerando”. Un viejo cliché, de todas formas, porque en un cierto momento también había sucedido lo mismo al pool de Falcone y Borsellino y su aislamiento había tenido lugar cuando el “pool” estaba rozando los “santuarios” de las colusiones entre mafia y potencias económicas sicilianas. También Falcone y Borsellino en la segunda mitad de los años 80, una vez agotado el incentivo del maxiproceso a la mafia militar y cuando estaban ya en marcha las grandes investigaciones sobre las colusiones de alto nivel, empezaron a ser “percibidos” como “adversarios políticos”. E inmediatamente se lanzó una campaña mediática de desinformación y de descrédito: era necesario transformarles de “heroes de la antimafia” en “profesionales de la antimafia”. Y esto es lo que sucedió, diez años después, a Caselli y a los magistrados, como yo, que trabajamos con él en Palermo en esos años. La historia se repite. Historias de ingratitudes institucionales”. Pero también la historia de una “gran oportunidad perdida”, la gran ocasión de poder vencer la guerra contra la mafia, una guerra que en un cierto momento, el Estado ha dado la impresión de querer perder o por lo menos de no querer ganar: extraño deseo de empate, de un “nada”, como si se tratara de consagrar una tregua silenciosa a distancia.
Porque lo que sucedió fue exactamente esto: la estrategia desestabilizante de “cosa nostra” fue derrotada y la mafia se vió obligada a replegar en la sombra renunciando a estragos y a homicidios de alto nivel para volver a actuar en el territorio clandestinamente y a invadir el mundo de los grandes negocios para recuperar poder económico y volver a contratar las relaciones de fuerza con el poder político. La mafia de Bernardo Provenzano, el nuevo “jefe de los jefes” que sucedió a Totò Riina demostró que había hecho tesoro de su propio pasado y de sus propios errores y por tal motivo adoptó una estrategia más prudente que ha dado sus frutos.
También porque no se ha hecho lo mismo por la otra parte, por parte del Estado. Aquí no se ha hecho tesoro del pasado y de los propios errores, es más… La sensación es que se haya caido en los mismos errores. Falcone decía que el error principal en la manera de hacer frente al problema mafia era de naturaleza político-cultural: significa perder: ya hacer frente a la mafia como si se tratara de un problema de orden público, actuando con un gran empeño antimafia en la fase de emergencia criminal y bajando la presión en los momentos de éxtasis.
Parecía que la reacción habida hacia el periodo de los estragos del 92 – 93 nos hubiera inmunizado de errores de este tipo. Y sin embargo no ha sido así.
En estos últimos años en Italia, se ha hablado a menudo de Cosa Nostra como de “mafia invisible” o de “mafia sumergida”. Es positivo aclarar el significado de estas definiciones para evitar cualquier malentendido. Efectivamente son términos con los cuales no se quiere aludir a una mafia ahora ya inofensiva o, incluso, derrotada definitivamente. Todo lo contrario. La mafia, hoy, de cierto no cuenta con la misma terrible eficiencia militar de los primeros años Noventa, la cual se manifestó tragicamente con los estragos del ’92 de Palermo (que para nuestro País fue algo parecido al 11 de septiembre 2001 de New York: Giovanni Falcone y Paolo Borsellino como nuestras Torres Gemelas destruidas) y con las bombas del ’93 de Roma, Florencia y Milán. La mafia, sin embargo, a pesar de los duros golpes recibidos durante los años que siguieron a los de los estragos, hoy no es “invisible” porque ha sido derrotada: su “invisibilidad” es el fruto de una estrategia bien precisa y particularmente insidiosa.
La mafia, efectivamente, después de haber puesto en práctica y haber exhibido con esos estragos una violencia y una estrategia sin piedad de ataque frontal, se ha visto obligada a soportar una reacción eficaz por parte del Estado (prófugos arrestados como jamás había sucedido antes, ya sea por la cantidad como por el rango criminal, entre ellos los autores materiales de dichos estragos; bienes mafiosos embargados por un valor de decenas de miles de millones, propios y verdaderos arsenales de armas requisados). Y ha soportado también el periodo de los procesos, la mayor parte se han concluido con duras condenas. Y así es que la mafia, golpeada duramente, elige poner en practica una especie de “estrategia de la tregua” con el fin de hacer olvidar cuan peligrosa es. No más estragos, no más homicidios de alto nivel, reina el espíritu de mediación en lugar del enfrentamiento abierto. Bernardo Provenzano, jefe indiscutido del nuevo periodo, adopta la técnica del “cono de sombra”, con el objetivo de volver invisible la organización, de sumergirla. Y para protegerse mejor de eventuales nuevos colaboradores, hace más fuerte la estructura, más compartimentada, de manera que cada afiliado conozca solamente a los mafiosos más cercanos a él mismo y a sus jefes directos pero no el organigrama de la sociedad criminal. Las decisiones las toman una cumbre cada vez más pequeña, una clase de “directorio” formado por los hombres más confiables. Se recurre a las armas solamente como extrema ratio y, por consiguiente, disminuye el número de delitos que se cometen. Y la mafia ciertamente no ha renunciado a los sistemas tradicionales, comprobadamente eficientes, para confirmar y consolidar el control del territorio y recuperar el consentimiento (aunque sea coactivo) o por lo menos la tolerancia (adoptando por ejemplo la regla de “pagar menos, pagar todos” en el sector de los chantajes, que se ha ampliado, pero que resulta ser menos excesivo para un solo empresario).
Después de unos años, la mutación de la estrategia de la mafia se ha entendido como fin de la mafia. Y he aquí otra vez la subestimación, los atrasos, los pasos atrás, la desatención, la baja de presión, incluso la eliminación del problema mafia, la cual se ha aprovechado puntualmente e inexorablemente, volviéndose más fuerte y potente a nivel económico, político y militar. Un sistema de poder, el mafioso, que ha sobrevivido a su peor momento de crisis y que durante los años a seguir se ha vuelto más fuerte, hasta el punto de poder afirmar, sin temor a que nos desmientan, que hoy “las mafias” (no solo la siciliana, sino también la “campana”, de la Region italiana “Campania” y sobre todo la “calabrese”, de la Región italiana “Calabria”, son fuertes como nunca en la última década.
En este contexto se han desplegado las más duras campañas de desinformación y de agresión contra los magistrados quienes no han hecho más que lo que normalmente cualquier magistrado debiera hacer, es decir, intentar aplicar la ley de manera imparcial, sin reservar un trato favorable a los potentes, aplicando el principio constitucional de la igualdad de todos los ciudadanos frente a la ley. Campañas que han llegado al vértice cuando han sido aprobadas algunas leyes que tenían como objetivo el de limitar el poder de los magistrados. En algunos casos se ha llegado al punto de promulgar leyes sacadas de casos judiciales individuales o para penalizar a algún magistrado en particular (c.d. “leyes ad personam” y “leyes contra personam”, como esa ley que tenía como objetivo impedir que un magistrado como Gian Carlo Caselli fuera nombrado Procurador Nacional Antimafia, porque se le consideraba culpable de haber puesto bajo proceso a algunos hombres políticos potentes y famosos por colusión con la mafia).
No se trata de una historia completamente nueva, es un deja vu. El objetivo es siempre el mismo: castigar a quien ha osado aplicar la ley igual para todos, violando la regla que no está escrita según la cual hay algunos que son más iguales que otros y por lo tanto hay que tratarlos de forma distinta.
Por que un deja vu? Porque, para quedarnos en el tema de la magistradura antimafia, muchos en Italia hoy recuerdan con emoción figuras desaparecidas de magistrados-mártires como Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, pero pocos están dispuestos a recordar que Borsellino, por ejemplo, a quien todos habían apoyado cuando se trató de nombrarlo Procurador en Marsala, fue duramente atacado por parte de hombres políticos y de “politicólogos (periodistas que comentan hechos políticos), cuando denunció durante una intervención en público y en un par de entrevistas, el bajón de la presión en la lucha contra la mafia y el desmantelamiento del pool antimafia. Y Borsellino fue atacado también porque había violado otra “ley que no estaba escrita”, esa que dice que “la ropa sucia se lava en familia”: Ay de quien lo hacía a través de intervenciones públicas. Sin embargo, explicó Borsellino años después, “el pool antimafia tenía que morir así, ante la opinión pública, no en las habitaciones secretas del poder. Y así fue que Falcone, a quien todos aplaudían cuando mandaba bajo proceso a asesinos y traficantes de la mafia, pero a quien muchos atacaron apenas dió inicio a los procesos contra algunos “cuellos blancos”. Es siempre la misma historia desgraciadamente, que parece que se repite ciclicamente, a pesar de todo.
Y hoy? Hace dos meses, Bernardo Provenzano, después de 43 años de prófugo, ha sido arrestado en una casa de campo en Corleone, el pueblo donde nació. Un hecho importante e histórico, pero no capaz de cambiar la fisionomía de la mafia y de sus estrategias.
Es difícil formular hipótesis ahora sobre el futuro de la mafia y de sus estrategias y establecer un balance definitivo de un periodo tan importante y complejo. Toca en el futuro por ejemplo, la decisiva batalla para contrarestar el fenómeno de la globalización de la economia mafiosa a través del más grande mercado de la economía ilegal. El desafío más importante del futuro está en la capacidad por parte de los Estados y de las legislaciones nacionales de renunciar a un pedazo de “soberanía nacional” a favor de reforzar los instrumentos sopranacionales de contraste a la criminalidad transnacional. Pero un desafío no menos importante del futuro es el de conseguir derrotar el fenómeno mafioso, transformar la economía ilegal en economía legal.
En este sentido, una señal tangible de progreso lo representa la “otra Sicilia” y la “otra Italia”, esa parte del País que se ha puesto del lado de los magistrados incluso en los años más difíciles y que nunca ha cedido. La Sicilia de los jóvenes que trabajan en cooperativa en las tierras confiscadas a la mafia y que comercian pasta, vino y aceite producido en esas tierras, sustraidas a la economía mafiosa y que han sido transformadas en tierras de la legalidad. La Sicilia de los párrocos -coraje que obran en los barrios más difíciles de Palermo. La Sicilia de los profesores y de los estudiantes que todos los días realizan con entusiasmo en las escuelas de todos los niveles muchísimas iniciativas antimafia.
La Italia de muchísimas asociaciones de voluntariado que han creado en todo el territorio nacional una cultura concreta de la legalidad y un empeño autentico antimafia para construir de verdad otra Italia.
Para dar más fuerza a esta Italia “nueva” y de la legalidad es necesario el apoyo de la opinión pública nacional e internacional. En particular, estoy convencido de que es posible enfrentarse a un poder mafioso cada vez mas internacional solo mediante un movimiento antimafia internacional, un movimiento antimafia que se traduce en iniciativas internacionales para obtener por parte de las Instituciones internacionales empeños concretos precisos y acciones concretas. Por esta razón estoy convencido de que depende de todos nosotros y de todos vosotros el que se haga realidad la profecía de Falcone (la mafia, como fenómeno humano, ha tenido un inicio y tendrá un final), aunque se trate de un contexto internacional así de complejo, cada uno de nosotros puede tener un rol y tiene una responsabilidad. El final de la mafia depende de cada uno de nosotros, ciudadanos del mundo.

ANTONIO INGROIA

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