03finchelsteinFederico Finchelstein

El mundo vive una transformación histórica: el populismo se vuelve a encontrar con el fascismo. Esta deriva hacia la ultraderecha tiene múltiples raíces nacionales pero sus implicancias son globales.

El caso italiano es ejemplar en este sentido. En el país en el cual nació el fascismo, el populismo no rechaza a su antecesor sino que, más bien, pretende formar frentes nacionales que incluyen también a los fascistas. O, para decirlo de otro modo, fascistas y populistas comparten objetivos: formar gobierno y fomentar la xenofobia sin dejar de lado la violencia política. Los sicarios fascistas y los políticos populistas mantienen objetivos comunes.

A pocos días de las próximas elecciones italianas y en un país en donde el populismo ofrece candidaturas a diestra y siniestra la polarización predomina, pero no necesariamente la violencia. Al menos hasta que semanas atrás Luca Traini, un criminal arropado en una bandera italiana, se paseó en su Alfa Romeo tiroteando gente. Eligió a sus víctimas(inmigrantes africanos) por el color de su piel y cuando fue apresado hizo el saludo fascista con el brazo bien alto y lo hizo frente a un monumento a los caídos que el mismo Mussolinihomenajeó una mañana de octubre de 1936.

Las razones de este terrorismo fascista se explican no solo a través de la psique de este personaje sino también a partir de la historiapolítica italiana, y también global, de las últimas décadas. Esta es un contexto nuevo en donde se dan constantemente alianzas y combinaciones políticas entre fascistas y populistas.

En la Italia moderna y democrática, un país cuya constitución es claramente anti-fascista, el fascismo ha sido eventualmente rehabilitado por políticos populistas que ven en fascistasy racistas aliados potenciales o reales.

Lo mismo se puede decir de países como Estados Unidos, Francia, Austria, Holanda y Alemania.

El mismo Traini, que fue candidato de la populista y xenófoba Lega Nord, rebautizada ahora como la Lega para captar votos más allá del norte, eligió la vía de la violencia política que caracteriza más al fascismo que al populismo de la Lega, pero los vínculos entre fascismo y populismo en Italia son de larga data. Políticos de centro-derecha que se autodenominan “moderados” hacen uso político de las acciones de neofascistas como Traini.

El fascista Traini, lector de Hitler y Mussolini, supuestamente motivado por el asesinato de una joven a manos de un inmigrante, tiene motivaciones ideológicas profundas, y en realidad representa la posibilidad de pasar del populismo (una forma autoritaria de democracia) al fascismo (unaformación política que pretende destruir la democracia mediante la violencia política y la dictadura). La misma cara de Traini (un tatuaje al costado de frente) ostenta un símbolo nazi. ¿Cómo pueden los populistas ver en estos personajes motivos o síntomas populares?

Sin aplaudir las acciones de Traini, líderes populistas como Matteo Salvini, de la Lega, y también Silvio Berlusconi, pretenden explicar sus motivaciones a través del odio mutuo a los inmigrantes.

Al igual que Donald Trump luego de la masacre neonazi de Charlottesville, se resisten a condenar las acciones que identifican también con los deseos de sus bases. Se declaran en contra de la violencia pero intentan explicarla a través de un, para ellos legitimo, odio por los inmigrantes diciendo que Italia vive una situación límite. Los populistas italianos como Berlusconi proponen nuevamente una coalición con “liguistas” y también con post-fascistas. Esta coalición de centroderecha está muy bien posicionada para las elecciones del mes que viene. En este marco que no solo es italiano sino global, empezando por países con coaliciones similares como Austria pero también Estados Unidos con la demonización de los inmigrantes encuentra sus extremos en racistas como Traini o en el Ku Kux Klan, pero son los “moderados” los que gobiernan y quieren gobernar también en nombre de la xenofobia y la discriminación. También en Argentina vimos recientemente políticos que intentan explicar problemas estructurales de desigualdad y falta de trabajo a través del odio al inmigrante, a los pueblos originarios, a lo distinto.

Luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, históricamente el populismo implicó ya desde sus comienzos peronistas en Argentina ovarguistas en Brasil, un alejamiento del fascismo. Como post-fascismo, el populismo llevó a la refundación de la democracia en términos autoritarios pero no racistas o totalitarios.

El populismo, cuyos orígenes son fascistas, intentó reformular al autoritarismo de antaño en clave plebiscitaria y en la práctica alejó al fascismo de la política. Los fascistas, decía el general Perón, eran “piantavotos”.

Esta lógica del populismo peronista ya no es típica de los nuevos tiempos en donde el trumpismo en Estados Unidos generó una coalición de republicanos de centro derecha con populistas, racistas y también compañeros de ruta neo-fascistas. ¿Seguirá Italia el ejemplo trumpista? ¿Verá también Latinoamérica una ampliación de estos nuevos experimentos populistas? El “nuevo populismo” se acerca al fascismo y los sucesos italianos debería ser un llamado de atención para todos.

Federico Finchelstein es historiador. Profesor de la New School for Social Research de Nueva York

https://www.clarin.com/opinion/italia-fantasmas-fascismo_0_BkwhpPoDG.html