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cortinas200Por Jean Georges Almendras y José Guzman-1 de marzo de 2018
Enviados especiales de Antimafia Dos Mil a Bariloche, Argentina

Conocimos a Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo línea fundadora, en agosto del año pasado. La conocimos en el lugar donde Santiago Maldonado fue víctima de una desaparición forzada: en una de las márgenes del río Chubut, en los terrenos de la Pu Lof Cushamen, sobre la ruta 40, a unos 80 kilómetros de la ciudad de Esquel. Dialogamos con ella, admirados por su personalidad y por su entereza, a sus casi 90 años. Admirados por la fortaleza en la lucha por la justicia que lleva adelante luego de que su hijo fuera un desaparecido más de la dictadura argentina. La fortaleza de una mujer que habla, actúa y se expresa, con la paciencia y la sabiduría que da el sufrimiento. El sufrimiento reflejado en sus ojos, que también brindan ternura. Esa ternura de la vida. Esa ternura del amor a la vida. Del amor a la verdad.
Nora Cortiñas lleva colgado en su cuello la foto de su hijo desaparecido. Anduvo lento pero sin miedos, en el terreno donde también transitó Santiago Maldonado. Nora Cortiñas milita por su causa, y por la causa de los mapuches. Aunque en definitiva hacen una sola la causa: la causa por la justicia y por la verdad. Una causa sin fronteras.
Ayer, en los accesos al gimnasio donde se llevó a cabo la audiencia en el juicio de extradición al Lonko Facundo Jones Huala, nos reencontramos con Nora Cortiñas. Con su emblemático pañuelo blanco en la cabeza, hablando con los integrantes de las comunidades mapuches, participando de la movilización de apopo al Lonko y expresándose libremente, es una militante de fierro.. Pequeña de cuerpo, y de un corazón enorme, Nora Cortiñas nunca se aparta de los valores propios de una militante de su talla. Y habla sin pelos en la lengua, sobre el juicio de extradición al Lonko, pero en particular a su alegato.
“Fue un alegato que es una escuela de sensatez, porque realmente no encontraron lo que ellos querían para acusarlo. No pueden inventar. No están solos los mapuches en la Patagonia. Ellos querían trabajar con la traición. El discurso del Lonko fue muy inteligente. En Chile no se pudo comprobar el delito por el que se le acusa. El Lonko tiene que estar libre”
Cuando preguntamos a Nora Cortiñas cuándo terminaría toda esta persecución a las comunidades mapuches fue categórica en sus reflexiones. Fue directa, acusando al sistema y al gobierno.
“Acá hay una dictadura civil. Macri ganó con votos, no con botas, pero parece que las protege a las botas, y eso duele. No podemos volver para atrás. En este momento estamos retrocediendo”
Cada movilización sobre las persecuciones de la que son objeto las comunidades mapuches, cada movilización relacionada con la violación de los derechos humanos, es motivos para un encuentro con esta mujer admirable que es Nora Cortiñas.
Su diminuta figura, que no pocas veces contrasta con el monstruoso porte policial de los grupos de choque de elite apostados y al acecho, cerca de donde se realizan las concentraciones de personas en actitud de clara protesta dirigida contra el poder, es inconfundible. Y lo que es más, impone respeto. El respeto de una mujer que en cada una de sus palabras no deja de sembrar enseñanzas y de acusar a quienes arrebataron vidas humanas en tiempos de dictadura. Esa dictadura que no lleva uniformes ni botas, pero que hace estragos de igual o peor manera, de aquellos años. Los años del terrorismo de Estado. Ese terrorismo de Estado que hace de marco a un gobierno democrático. Democrático entre comillas. Democrático en teoría, porque en realidad es un gobierno autoritario, antidemocrático, segregacionista, tirano, insensible, antipopular y en estrecho vínculo con el capital financiero. Porque el capitalismo es la base de su existencia y de su permanencia. Una permanencia deshonrosa, porque atenta descaradamente contra el estado de derecho que suponemos todos, rige hoy por hoy en la Argentina.
Una y otra vez Nora Cortiñas es requerida por los periodistas que están en los alrededores del gimnasio. Una y otra vez, todas sus palabras se transforman en misiles. Misiles compuestos de verdades.
Y sus palabras no son verdades a medias. Son verdades con mayúsculas y prácticamente son alegatos nacidos del sufrimiento propio y del sufrimiento ajeno.
Hacedora de una militancia que no conoce de fronteras, Nora Cortiñas se mueve entre las comunidades mapuches como una mapuche más.
Partiendo de esa premisa, vivió la movilización del día del juicio al Lonko Facundo Jones Huala. Partiendo de esa premisa, vivió con los mapuches y con todos los que nos encontrábamos allí, la dinámica de una solidaridad, que va más allá de la solidaridad. Vivió un compromiso irrestricto, con la denuncia y con la defensa de quienes están siendo abusados y oprimidos por el poder político y económico, de un gobierno que no se cansa de empañar la vida democrática de la argentina de nuestros días.
Cuando Nora Cortiñas afirma con vehemencia que el Lonko Facundo Jones Huala hizo un alegato inteligente y sensato, no está equivocada. Solo el Lonko puede atreverse a decirle al juez su parecer por la muerte del joven Rafael Nawel.
“Si les queda algo de humanidad, les hablo a las fuerzas de seguridad, no sigan reprimiendo después de lo que les pasó a Rafael Nahuel y Santiago Maldonado”
Y mirándole a los de ojos del juez Villanueva agregó: “Usted tiene la responsabilidad en su muerte (de Rafael Nahuel). No era necesaria esa violencia irracional ¿Por qué no reprimieron con balas de goma? ¿Por qué es más fácil matar. El asesinato de Santiago Maldonado es un crimen de Estado como fue el crimen del mapuche Matías Castilez y de tantos otros. No le tengo miedo a las balas, a los once años conocí un calabozo por ser pobre y mapuche, y porque afeábamos esta ciudad. Pero además la mano de obra barata mapuche construyó este gimnasio. Y éste juicio es un capítulo más de esa dinámica estatal criminal.
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Fotos Antimafia Dos mil y Our Voice

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