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La Cámara Federal acusa a Prefecto Francisco Pintos de dar muerte a Rafael Nahuel

Por Jean Georges Almendras-16 de mayo de 2019

Hicieron lo imposible para ensuciar la cancha. Ensuciarla de estiércol. Se explayaron con mentiras. Encubrieron a más no poder. Desde la Casa Rosada maquinaron (maquiavélicamente y criminalmente) señalar con el dedo a los mapuches: acusándolos de terroristas; acusándolos de ser “el enemigo interno” de la sociedad argentina. Y dentro de ese contexto planificaron persecuciones, detenciones, represiones y muertes.

El 1ero de agosto del 2017 se concretó una de las cacerías más terroríficas: fue en la comunidad Pu Lof del departamento de Cushamen, a orillas del río Chubut, donde se registró la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado. El 25 de noviembre del mismo año se concretó otra cacería: fue en un cerro de Villa Mascardi, en Bariloche, donde en un operativo de desalojo, con el pretexto de que los desalojados de la comunidad mapuche Lafken Wimpul Maku, tirotearon a los Prefectos del grupo Albatros, éstos respondieron el “fuego” mapuche a balazo limpio, oportunidad en que un joven mapuche de 22 años, de nombre Rafael Nahuel, halló la muerte.

A los pocos minutos, desde las más encumbradas filas del Estado argentino, a través de la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich y de otros personajes allegados al gobierno, mintieron sobre los hechos y fortalecieron la idea de que en el lugar los mapuches actuaron como terroristas. Y que ese proceder “poco civilizado” habría causado la muerte del joven. En definitiva, desde la Casa Rosada se oficializó la versión del intercambio de disparos. Una versión que también fue apoyada descaradamente por el juez Gustavo Villanueva.

Los mapuches mienten. Ellos se resistieron con armas” fue lo que la Ministra Bullrich hizo correr por todo el país

Y dentro de ese marco se formalizaron las actuaciones judiciales en el Juzgado Federal de Bariloche, acusándose a los jóvenes que ayudaron al agonizante Nahuel, de “usurpación de tierras”. Por otro lado, cuando se formalizaron las investigaciones respecto al procedimiento de los Prefectos, primero se fortaleció la versión de que los cinco funcionarios bajo la mira, habían actuado con exceso en la legítima defensa, concretándose el homicidio.

Pero cuando finalmente se peritaron armas y proyectiles, la duda se instaló, y el debate jurídico entre los Albatros y los mapuches se agudizó.

Y finalmente, cuando los cinco Albatros estaban por ser procesados por el Juez Léonidas Moldes, pero sin su privación de la libertad, en las últimas horas, el plato se dio vuelta. Es decir, toda la mentira promovida y difundida a diestra y siniestra por la Ministra Bullrich y sus operadores (y hasta el Juez Villanueva mismo) se cayó estrepitosamente. Escandalosamente. Aparatosamente.

Ocurrió, que los jueces de la Cámara Federal de General Roca, de la provincia de Río Negro, doctores Richard Gallego y Ricardo Barreiro, y la magistrada Marian Lozano, peritajes y estudio del expediente de por medio, fallaron en contra del Prefecto Franciso Pintos. Concretamente entendieron con fundamentos irrefutables, que el arma homicida era la de Pîntos y que de esa arma se había disparado el proyectil asesino. Y entonces no había duda: el único acusado de haber dado muerte a Nahuel, fue el Prefecto Pintos. Sus compañeros fueron alivianados de ese cargo, pero por ahora siguen bajo la mira de la Justicia, pero desde una posición mucho menos comprometida que su colega Pintos.

En definitiva, que la Cámara Federal haya llegado a esa conclusión hizo que de inmediato se dispusiese la orden de captura de Pintos, para continuarse con el proceso. Así que ahora, al momento de redactarse estas líneas, Pintos debe estar ya preso o a punto de estarlo.

Y en definitiva, ese fallo de la Cámara Federal, visibilizó la burda y criminal mentira instalada por Bullrich dentro de la sociedad argentina y a nivel mundial. Puso en evidencia que el terrorismo de Estado, en la Argentina de hoy, es una práctica recurrente, bajo diferentes modalidades y en diferentes lugares, de su extenso territorio.

Las mentiras tienen patas cortas. Y las conspiraciones para el encubrimiento de los crímenes del Estado, también tienen patas cortas. Muy cortas. Y si bien, de este fallo y de todo este asunto, que a uno le haría creer nuevamente en la Justicia (también con el temor a desilusionarnos de la manera más dolorosa), se podrían dibujar esperanzas, también se podrían dibujar indignaciones y más que indignaciones.

Habrá que esperar el curso de los acontecimientos. A paso lento. Nada de cantar victoria. Por ahora no.

Por ahora solo me cabe pensar o preguntar ¿Fue necesario que pasara un año y medio para llegar a estas verdades que deben estar incomodando a muchos y a muchas?

Es realmente inconcebible que desde el Estado se maquinen estas inmundas maniobras propias del racista, del colonizador y del déspota. Maquinaciones para preservar el poder y para destruir a los pueblos originarios. Y en especial, a los jóvenes mapuches. No olvidemos que fue un joven quien cayó bajo la bala asesina del Albatros Francisco Pintos.

A los pocos meses del hecho de Villa Mascardi, en ocasión del juicio a Facundo Jones Huala en el Juzgado Federal de Bariloche, estuve junto a mi amigo y redactor José Guzmán y los jóvenes de Our Voice Romina y Renzo, recorriendo el lugar de los hechos y hablando con familiares directos y amigos de Rafael Nahuel. Y todos nosotros vimos en sus ojos, que nos hablaban con la verdad; sentimos en sus palabras el sonido de la verdad y creímos en ellos. Porque era su verdad. Una verdad inconfundible. Única. La verdad de una minoría. Que es muy diferente a la verdad de los poderosos. Y de esa verdad mapuche nunca renegamos. Aún a contra viento y marea de quienes no confiaban en ellos y ni entendían porque estábamos dando cobertura periodística a su lucha, a sus vidas, a sus esperanzas y a sus sufrimientos.

Nunca hubo armas de fuego en el cerro de Villa Mascardi. Nunca hubo intercambio de disparos. Porque no es de los mapuches portar armas de fuego, para defenderse de los que buscan desalojarlos. Sus únicas armas son sus manos y las piedras. Las armas (y armas de alto poder destructivo) solo son de los represores.

Ahora es tiempo de sorpresas. No pocos del sistema político y de la Casa Rosada y de las fuerzas de seguridad, deben estar incómodos con estas buenas nuevas. La incomodidad y el desagrado seguramente deben campear.

Por ahora, hoy, al menos, las verdades mapuches se instalaron en la sociedad argentina y en la región, y en el mundo. Por ahora, hoy, las mentiras del Estado se desenmascararon. Se visibilizaron. Y el proceso se iniciará ¿Será hasta las últimas consecuencias?

No lo sé. Como tampoco sé, si algún día, los terroristas de Estado que idearon estas mentiras y estas difamaciones, serán llevados a los estrados de los juzgados

Honestamente no lo sé, aunque tengo la esperanza de que la balanza se puede estar comenzando a inclinar para hacer justicia con los pueblos originarios en la Argentina.

Pero, sinceramente, no me ilusiono mucho. Al menos por ahora.

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*Foto de Portada: www.laizquierdadiario.com 

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