Por Giorgio Bongiovanni - 3 de mayo del 2020
Si fuéramos senadores o diputados de la República, hubiéramos pedido un "question time" o "turno de preguntas" al Ministro de Justicia Alfonso Bonafede. No lo somos y entonces, como cronistas veteranos de noticias y hechos judiciales, le presentamos nuestro análisis a él y a nuestros lectores.
La noticia del día es la solicitud hecha por el Ministro de Justicia, Alfonso Bonafede, al CSM para nombrar, en otro puesto, al Fiscal General de la Corte de Apelaciones de Reggio Calabria, Bernardo Petralia, y así designarlo como jefe del Departamento de Administración Penitenciaria, luego de formalizada la renuncia de Francesco Basentini.
Lo digo de inmediato, antes de encontrarme atado a un poste como San Sebastián y ser atravesado por saetas "intelectuales" por lo que expondré en este editorial: Dino Petralia es un magistrado honesto y una buena persona; el Ministro de Justicia Bonafede es honesto y es una buena persona.
Sin embargo, como es legítimo, tengo un pensamiento que explicaré con algunas observaciones sobre cómo puede haber tomado una decisión que, en mi opinión, no es particularmente aceptable en este momento tan delicado para la lucha contra la mafia en un lugar aún más delicado como el de la jefatura de las cárceles italianas. Un razonamiento sobre las habilidades necesarias que demuestran el enésimo error cometido por Bonafede.
Sin embargo, en los últimos días, habíamos aceptado en forma absolutamente positiva la elección como vicejefe del DAP de Roberto Tartaglia. Un magistrado que, a pesar de su corta edad, en los últimos años ha estado directamente involucrado no sólo en investigar a la mafia, sino que también ha manejado directamente tanto a los colaboradores de justicia como a los jefes detenidos bajo el 41 bis (Salvatore Riina, Leoluca Bagarella, los hermanos Giuseppe y Filippo Graviano; Antonio, Giuseppe, Salvatore Madonia y Salvatore Lo Piccolo, por nombrar algunos). Además, junto con los magistrados Nino Di Matteo, Vittorio Teresi y Francesco Del Bene, fue el protagonista de un proceso histórico como el de la Tratativa Estado-mafia, que condujo al arresto de jefes mafiosos y miembros de las instituciones con sentencias pesadas y muy importantes en primera instancia. A pesar de su corta edad, por lo tanto, ha demostrado tener competencia y conocimientos específicos, con docenas de interrogatorios a los jefes.
También esperábamos que la elección del jefe, o de quien debería decidir la línea y la estrategia de la recuperación social de los prisioneros, la gestión de las cárceles y, en particular, la gestión de los jefes mafiosos para evitar que puedan seguir ordenando incluso desde la prisión, fuera una nominación fuerte y autorizada.
En la mesa del ministro había nombres de magistrados en actividad que muy bien podrían haber llevado a cabo la tarea, haciéndonos sentir tranquilos con los criterios de evaluación para la excarcelación de los prisioneros, eliminando la posibilidad de escamoteos y subterfugios para salir de prisión por parte de los sanguinarios jefes mafiosos de las masacres.
Pensemos en Nicola Gratteri, Giuseppe Lombardo, Nino Di Matteo, Catello Maresca y Roberto Scarpinato o en figuras como Sebastiano Ardita (ex director de la Oficina de Detenidos) y Alfonso Sabella, que ya en el pasado han desempeñado papeles importantes dentro del DAP como director de la Oficina de Inspección.
No podemos saber si habrían aceptado la nominación, porque podrían haberse negado, pero se ha preferido elegir a otro tipo de magistrado.
Petralia, durante su carrera, tuvo experiencias en Trapani, Marsala y Sciacca. Fue consejero del CSM y, en particular, en los últimos años como fiscal adjunto en Palermo, realizó un excelente trabajo como coordinador del pool de delitos contra la administración pública. Una competencia específica en una materia que tiene poco que ver con los temas de las cárceles o de la lucha directa con los jefes de las masacres, los jefes mafiosos o el interrogatorio a los colaboradores de justicia.
Todas experiencias fundamentales, en un mundo como el de las cárceles, para captar lo "no dicho" y el pensamiento del Gotha mafioso (Cosa Nostra, Camorra y 'Ndrangheta) y tal vez incluso para llegar a nuevas etapas judiciales.
Es por esta razón que la elección de Dino Petralia se convierte en un grave error, especialmente en este preciso momento histórico, donde dentro de las cárceles es evidente que se está jugando una partida "política".
Y quizás por razones "políticas" se evitó elegir nombres más "impopulares e incómodos".
Una vez más, el Ministro de Justicia ha tropezado, perdiendo clamorosamente la oportunidad de ir más allá de las evaluaciones del equilibrio político.
Justo él, que es el representante en el gobierno de ese "Movimiento 5 Estrellas" que siempre se autodenominó "del cambio".
¿Qué tiene de diferente, en cuestiones de lucha contra la mafia, el ministro Bonafede respecto a sus predecesores? Poco o nada si se observan ciertos hechos.
Basta rebobinar la cinta de la historia hasta el 2018, con el nacimiento del primer gobierno de Conte con la marca 5 Estrellas-Liga.
Entre mayo y junio de ese año, el Movimiento 5 Estrellas proponía al magistrado Nino Di Matteo como jefe del DAP. Al final, sin embargo, Bonafede prefirió a Francesco Basentini, quien renunció en los últimos días a su cargo y regresó a Potenza después de los escándalos de los enfrentamientos en las cárceles y de las excarcelaciones.
En junio del 2018 supimos de la existencia de un informe, que terminó en la mesa del ministro, de parte de los agentes del Grupo Operativo Móvil (GOM), el departamento móvil del Cuerpo de Policía Penitenciaria, sobre algunas declaraciones de detenidos mafiosos con prisión perpetua y bajo el régimen del 41 bis, que entre ellos comentaban sobre la falta de prudencia en los nombramientos para los ministerios del naciente gobierno Liga-5Estrellas. Esos mafiosos, respecto al posible nombramiento de Di Matteo para el DAP, dijeron abiertamente: "Si viene Nino Di Matteo estamos terminados, para nosotros se acabó".
En la prisión de Aquila, Cesare Carmelo Lupo, ex regente del clan Brancaccio por cuenta de los hermanos Giuseppe y Filippo Graviano, dijo: "¿Vieron que como jefe de departamento (director del DAP, ndr) quieren poner a Di Matteo? ¿Qué quieren hacer? ¿Sacudirnos aún más? Ya estamos apretados, más que esto no nos pueden hacer". Al mismo tiempo, otros se propusieron hacer algo para expresar su oposición, con protestas o huelgas.
Protestas y huelgas carcelarias que se han desarrollado desde principios de marzo contra las medidas del gobierno para reducir el riesgo de contagio del coronavirus en las cárceles. Así se llegó al decreto "Cura Italia" que, a pesar de excluir a los jefes de la mafia de entre los prisioneros que podían salir, fue juzgado negativamente por magistrados como Nino Di Matteo y Sebastiano Ardita, quienes llegaron a definirlo como un "indulto enmascarado" y una "peligrosa señal de distensión".
Alarmas que se repitieron cuando empezaron a salir, y no a causa del "Cura Italia", los jefes detenidos en alta seguridad y bajo el 41bis.
Declaraciones más que legítimas en un momento que recuerda a los años de la Tratativa Estado-mafia, cuando la mafia golpeaba con bombas para aflojar la prisión dura y abolir la cadena perpetua. Veintiocho años después, hay sombras que regresan con prepotencia y muchas preguntas siguen sin respuesta.
¿No cree el ministro Bonafede que ha llegado la hora de responder porqué, en su momento, eligió a Basentini, cuya gestión en el DAP fue un fracaso, y no a Di Matteo? ¿Por qué en el 2018 hizo ese llamativo cambio, casi inmediatamente después de las protestas de la mafia? ¿Fue sólo una coincidencia?
En los últimos días, hemos leído en una entrevista con Il Fatto Quotidiano, que el Guardasellos no es el responsable de las excarcelaciones. Pero ¿acaso la renuncia de un hombre que fue elegido directamente por su persona no lo hace igualmente responsable?
Probablemente las respuestas nunca llegarán, pero como miembro autorizado, y también como ministro, de ese "Movimiento 5 Estrellas" que prometía "cambio" y "transparencia", debería entonces decirnos la verdad, sin atrincherarse en ominosos silencios.
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*Foto de Portada: © Imagoeconomica