27 de junio del 2018. Esta es la fecha en que el CSM, reunido en asamblea extraordinaria presidida por el Presidente de la República,Sergio Mattarella, aceptó la renuncia a la magistratura de Santi Consolo. Después de eso, el Consejo de Ministros nombró al magistrado de Potenza,Francesco Basentini, como nuevo Jefe del Departamento de Administración Penitenciaria, según lo propuesto por el Guardasellos, Alfonso Bonafede.
Cerca de dos años después, el nombre de Basentini terminó en el ojo de la tormenta luego de los escándalos que surgieron en el manejo de las cárceles, con los enfrentamientos de principios de marzo (en los que hubo 14 muertes) y la desastrosa gestión en la emergencia sanitaria del coronavirus con la clamorosa liberación de los jefes mafiosos detenidos entre el 41 bis y Alta Seguridad, hasta llegar a la renuncia del 1º de mayo.
Y no sólo eso. Ese nombramiento, que tuvo lugar en el 2018, está en el centro del debate político a nivel nacional después del enfrentamiento entre el consejero togado del CSM, Nino Di Matteo, y el Ministro de Justicia, Alfonso Bonafede, que se emitió durante la transmisión de La7, Non è L'Arena.
Hay una pregunta que, desde el domingo pasado, el Guardasellos se niega a responder. ¿Por qué prefirió a Basentini y no a Di Matteo?
Honestamente, escuchando los "turnos de preguntas", leyendo las entrevistas y sus publicaciones en las redes sociales, no lo entendimos. Y como nosotros, muchos italianos tampoco entendieron. En estos días, diversos profesionales recordaron que, cuanto menos, se quedaron perplejos por la elección de un magistrado que por su historia y conocimiento del fenómeno mafioso, tenía seguramente menos títulos para dirigir el Departamento de Administración Penitenciaria.
Cuando fue elegido en lugar de Di Matteo era fiscal adjunto en la Fiscalía de Potenza. Durante su carrera hizo diversas investigaciones, no a la mafia, entre ellas una sobre extracción de petróleo en Basilicata, más conocida como "Tempo rossa". Una investigación que hizo mucho ruido a nivel político (donde se mezclaban oscuros complots petroleros y fueron llamados a declarar miembros del entonces gobierno de Renzi, haciendo saltar a la ministra Guidi) y que terminó con una especie de "colapso" de las imputaciones y el archivo de las actuaciones.
Hay quienes argumentan que para ser jefe del Dap no es esencial ser experto en la lucha contra la mafia, ya que hay varias partes administrativas, como la gestión de contratos para la construcción de nuevas cárceles. Pero, como el propio Di Matteo recordó durante el episodio, el papel del departamento no es sólo el de la alta administración por cuanto "con el manejo correcto, justo, no violento o autoritario de las cárceles y del 41 bis, pasa gran parte del camino para la eficacia de la lucha contra la mafia y el terrorismo".
¿Por qué motivo el ministro, dentro de las 24 horas, cambia de opinión acerca del nombramiento y da un terminante paso atrás?
Ya hace dos años se conoció la informativa con la que se daba a conocer que algunos jefes como Cesare Lupo, o los jefes de las masacres de Brancaccio, declararon en forma rotunda que si lo nombraban a Di Matteo estarían todos "terminados".
La información llegó a la mesa del ministro que, en su vergonzosa defensa propia, declaró que no había sido condicionado, tanto que el 18 de junio le propuso a Di Matteo la posibilidad de ir a DAP o al DAG (Departamento de Asuntos Penales).
Y también dijo que consideraba al DAG como la opción "mejor y más adecuada" porque "la llegada de Di Matteo habría representado una señal clara e inequívoca para el crimen organizado".
Una declaración que en el nivel consecuente lógico es una ofensa para la inteligencia, no sólo porque el ministro sabe que está mintiendo cuando quiere hacer creer que Di Matteo habría tenido el mismo papel que Giovanni Falcone. De hecho, dado que los jefes habían expresado oposición y desilusión, amenazando con protestas, si Di Matteo hubiera llegado al DAP ¿no hubiera sido esa la mejor forma de dar una "señal clara e inequívoca al crimen organizado"?
Pero nunca hubo una respuesta del ministro, nunca una negación, nunca una aclaración.
A la luz de ese hecho, con los jefes de las masacres que no querían a Di Matteo ¿no era legítimo preguntarse si, de alguna manera, esas declaraciones podrían haber incidido de algún modo, o creado algún condicionamiento? Por supuesto que lo fue, más aún frente a dos años de silencio. Otra que malentendidos y percepciones.
Consciente de esas quejas que vinieron de la cárcel ¿se sintió de algún modo intimidado o amenazado por posibles represalias si seguía con su elección? ¿Tuvo miedo por él mismo?
Y si no tuvo miedo por él mismo, ¿qué pasó?
¿Quién sugirió el nombre de Basentini y por qué? ¿Hubo algún dictamen de más arriba, por parte de sujetos poderosos más o menos cercanos al liderazgo del gobierno?
¿Qué valoraciones, qué méritos, qué intenciones se consideraron apropiadas para un cargo en el cual Di Matteo, de repente, parecía inadecuado?
Sabemos que algunas preguntas son redundantes, pero, como Marco Lillo escribió hoy en Il Fatto Quotidiano, hay demasiadas cosas que el Ministro de Justicia debe explicar.
Porque detrás de la elección de Basentini en la cima del Dap puede haber algo que no tiene nada que ver con esa meritocracia tan pregonada por el Movimiento 5 Estrellas.
Hace unos días, en algunos periódicos on line y blogs que giran en torno a las cárceles y a la policía penitenciaria, se difundió la noticia de que al ex jefe del DAP Basentini se le habría asignado un lugar en el grupo de trabajo creado por Bonafede para enfrentar la emergencia del Covid-19 en las prisiones. La versión no ha sido negada hasta ahora por Via Arenula y, de ser cierto, sonaría como "salir por la puerta y volver por la ventana".
Un verdadero "repechaje". Y si bien en este frente se esperan confirmaciones o negaciones, hay otros hechos que sí están sobre la mesa y que, tal vez, pueden revelar la partida que se jugó con el nombramiento del entonces jefe del DAP.
Escribe Lillo en Il Fatto Quotidiano: "Incluso entonces, en el 2018, notamos que Basentini era menos experto en el 41-bis y la mafia, pero tiene otras cualidades en comparación con Di Matteo: por ejemplo, es amigo de Leonardo Pucci, asistente voluntario de Giuseppe Conte en Florencia, del 2002 al 2009. Además de ser amigo de Bonafede desde la universidad, Pucci y Basentini se conocieron en Potenza en el 2014 y son miembros de la corriente Unicost, como el jefe de gabinete de Bonafede: Fulvio Baldi. Los hombres elegidos por Bonafede son éstos. El resto es puro cháchara".
Un escenario digno de la vieja lógica demócrata cristiana, en la que dominaba la política de favores. En la cara de la transparencia y el cambio. De esta manera podemos ver una historia miserable y mezquina de un ministro que elige al jefe del DAP de entre sus amigos, recomendaciones y favores.
Hoy, la elección infausta y falaz del Dr. Basentini está a la vista de todos, tanto que renunció. Un Basentini que, como demostraron los hechos de los años siguientes, era totalmente inadecuado, pobre y mediocre en la gestión de la tarea.
Lo que es seguro es que la responsabilidad política de ciertas cosas no se puede descargar sólo en el director del DAP porque ese sujeto fue elegido por el Ministro de Justicia.
Hay documentos que demuestran que, por mucho tiempo, en las directivas del DAP, no ha habido ninguna referencia al 41 bis. En diciembre del 2019, los magistrados se reunieron en la Fiscalía Nacional Antimafia por su cuenta, pidiendo razones por las cuales el DAP no tomó medidas respecto a los 41 bis que de alguna manera se habían aflojado y aligerado. Gestión que, inicialmente, había sido delegada a la subjefa, Lina Di Domenico, para luego ser asumida, dentro de los cuatro meses, por el propio Basentini. Sin mencionar la circular del Dap, de fecha 21 de marzo, enviada a los directores de las cárceles, en la que se le solicita que comuniquen "con diligencia a la autoridad judicial, para cualquier determinación de competencia", el nombre de los detenidos con más de 70 años y que estén afectados por ciertas enfermedades.
Una circular que, basta leer las disposiciones adoptadas en las excarcelaciones, ha sido, de alguna manera, invocada por los diversos jueces y tribunales de vigilancia.
Además, es absolutamente inconcebible que la circular se haya enviado al Fiscal Nacional Antimafia recién el 21 de abril, cuando los primeros jefes ya habían regresado a casa.
Una vez más vuelven las preguntas: ¿es posible que el DAP actuara por motu proprio?
¿Es posible que no se pueda prevenir el problema de las cárceles? ¿Es posible que antes de intervenir de manera seria, frente a la incapacidad del DAP, se permitieran enfrentamientos y liberaciones? El ministro Bonafede se despertó de su letargo e incompetencia hace sólo una semana, estableciendo una norma específica por la cual, para eventuales excarcelaciones de los jefes sometidos al régimen del 41 biso en Alta Seguridad, es necesaria la opinión de la Fiscalía Nacional Antimafia y de la DDA de competencia, optando por cambiar a los jefes del departamento. Ciertamente, de mucho valor la de Roberto Tartaglia, sobre cuya designación el propio Di Matteo expresó una gran convicción durante el Plenum del CSM.
Si uno quiere ser serio, no puede atrincherarse detrás de las reformas del voto de intercambio, corrupto, anti prescripción, para hacer que la gente cante que "todo está bien", justificando errores serios que, nos guste más o menos, han sido cometidos.
La cuestión del fallido nombramiento al Dap no es el único y clamoroso paso atrás que los Cinco Estrellas han reservado para el magistrado que investigó la Tratativa Estado-mafia.
No fueron simples "rumores" los que se habían difundido sobre la designación de Di Matteo como Ministro de Justicia o Ministro del Interior en el futuro equipo de gobierno. Como lo mencionó el propio Lillo, también hubo una reunión privada, antes de las elecciones de 2018, en la que se le ofreció el cargo de Ministro del Interior (mientras que en público se hablaba de Paola Giannetakis para no ponerlo en dificultades).
Algún tiempo después, el 7 de abril del 2018, en Ivrea, en el evento organizado por la asociación Gianroberto Casaleggio, el entonces fiscal nacional antimafia Nino Di Matteo participó desde el escenario de la conferencia organizada por dicha asociación. Recordamos los aplausos en la escena abierta mientras hablaba de sus propuestas de intervención en la justicia, como la expansión del uso de escuchas telefónicas y el uso de agentes encubiertos. Se dirigió a la política para garantizar la independencia del poder judicial y luego pidió verdad sobre las masacres, recordando la existencia de un sistema que tiene interés en que la justicia no funcione.
Estaban presentes el jefe político Di Mario, el propio Casaleggio, y también Bonafede.
El magistrado fue recibido con una ovación de pie y un aplauso abierto de todos los líderes del Movimiento. Sin embargo, sucedió algo que esos diversos líderes ignoraban, luego del nacimiento del gobierno con la Liga.
Ha llegado el momento de que todos se hagan responsables de los graves errores cometidos. Comenzando por Bonafede, pasando por el gobierno, se deben dar respuestas a los asuntos turbios concretados en estos años. Y el ministro, una vez admitidos los errores, como la elección de un director del DAP falaz e inepto, lo repetiremos hasta el infinito, debe renunciar. Sin examen de recuperación en septiembre.
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*Foto de Portada: © Imagoeconomica