Por Giorgio Bongiovanni-9 de septiembre del 2020
La muerte de un joven siempre deja tristeza y consternación. Más aún si la causa de la muerte se debe a la violencia y a la barbarie de otros jóvenes que han dado rienda suelta a su bestialidad.
El asesinato de Willy Monteiro Duarte, de 21 años, de origen caboverdiano, ocurrido en la madrugada del domingo mientras se encontraba con amigos en una zona de discotecas de Colleferro (Roma), genera indignación. Fue golpeado durante 20 minutos. Había intervenido para defender a un amigo.
Los investigadores, por ahora, habrían descartado el motivo racial y político en el asesinato pero, entre líneas de esa acción de los cuatro jóvenes detenidos por los carabineros – Mario Pincarelli, Francesco Belleggia y los hermanos Marco y Gabriele Bianchi, todos entre 22 y 26 años, a los que se suma un quinto sujeto actualmente sólo indagado – anida el cáncer de esa ideología nazi, fascista y xenófoba que aún no ha sido erradicada de nuestro país. Esto se refleja en las frases pronunciadas por uno de los familiares de los detenidos que, según varios testigos, ha utilizado palabras que calificar de graves sería sólo un eufemismo: "En definitiva, ¿qué han hecho? Nada. Sólo mataron a un extracomunitario". Como si la vida de quien viene de otro país o tiene un color de piel diferente valiera menos.
Los investigadores están trabajando para comprender qué sucedió y, sobre todo, por qué.
Esta mañana el juez de instrucción de Velletri decidió convalidar la detención en prisión de los hermanos Marco y Gabriele Bianchi y Mario Pincarelli mientras que Francesco Belleggia tenía arresto domiciliario.
Hasta este momento la acusación contra los cuatro jóvenes es de concurso en homicidio preterintencional. No obstante, para al menos uno de los cuatro, podría cambiar la imputación a homicidio intencional.
Lo que sí se ha sabido es que todos los jóvenes han admitido su presencia en vía Oberdan, en Colleferro, en la noche que va del sábado al domingo. Si las cámaras de vigilancia no lograron filmar la escena, para esclarecer los hechos están las imágenes grabadas con el teléfono móvil de uno de los amigos de Willy. Y luego de nuevo la historia de dos testigos que vieron cómo el joven de 21 años, ya debilitado por los golpes, fue golpeado primero con una patada en el vientre ("una especie de golpe de karate"), y luego por un puñetazo en la cabeza. La autopsia de hoy será decisiva, aunque desde los primeros reconocimientos médicos la fractura de los huesos de la cabeza y la hemorragia en el abdomen parecen confirmar el testimonio de los testigos.
Es por ello que, ante tanta violencia, a pesar de tener fe en el trabajo del Poder Judicial, en nuestra opinión la acusación para todos debería ser de homicidio intencional, penado con cadena perpetua. Porque ante tanta bestialidad no se puede ser blando.
Ante determinados delitos, nuestro país no garantiza la certeza de la pena.
La duración promedio de la pena, por homicidio voluntario, es de 12 años y 4 meses, en un código que establece una pena de prisión de 21 años para la cadena perpetua. Por homicidio involuntario, en cambio, la pena promedio baja a 8 años y 8 meses, mientras que la ley habla de penas de 10 a 28 años de prisión.
Me pregunto: ¿cuál es la diferencia entre un joven que mata voluntariamente a otro joven de color y un mafioso que comete el mismo crimen? ¿Por qué el mafioso se va a pudrir con cadena perpetua en la cárcel mientras quien comete el mismo crimen, practicándolo por razones fascistas, nazis, xenófobas o políticas va a ser casi justificado y, entre descuentos de penas y afines, saldrá libre dentro de un tiempo?
Algunos delincuentes deben ser arrestados, juzgados y condenados tirando lejos la llave, sin descuentos.
Y no sólo eso. También se debe actuar de manera concreta y seria contra aquellos padres que, con sus declaraciones, no sólo justifican la acción criminal de sus hijos, sino que también alimentan ciertas ideas que nuestra Constitución repudia desde sus inicios.
Con el delito de "apología del fascismo", aprobado en 1952 para implementar la XII Disposición Final de la Constitución, que prohíbe la reconstrucción del partido fascista, se castiga sobre todo a quienes pretendan rehacer el antiguo régimen. Sin embargo, el artículo 4 también condena a quienes "exalten a exponentes, principios, hechos o métodos del fascismo, o sus fines antidemocráticos". Y las penas oscilan entre seis meses y dos años de prisión.
Aquellos padres que han "justificado" las acciones de sus hijos argumentando que el asesinato de Willy no es más que la muerte de un ciudadano extracomunitario deben ser vigilados y procesados a su vez porque en un país democrático, que rechaza determinados valores, no se puede permitir que cierta escoria viva con impunidad.
Y esto no significa violar la libertad de expresión y pensamiento porque es claro que ante determinadas ideologías no sólo hay una degeneración del estado social, sino que la democracia misma está en peligro.
Esperamos que llegue el justo castigo para estas bestias sedientas de sangre y que al mismo tiempo el Gobierno (del no cambio) despierte de una vez por todas y, en lugar de promover extrañas y ruinosas reformas de justicia, intervenga con fuerza y determinación contra las mafias y contra la deriva fascista, nazi y xenófoba que está proliferando también en nuestro país.
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*Fotos de AntimafiaDuemila
*Foto 2: La víctima Willy Monteiro Duarte