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El escándalo de fondos del Vaticano que involucra al cardenal Becciu

Por Giorgio Bongiovanni-26 de septiembre del 2020

Durante meses, las autoridades de la magistratura vaticana han llevado adelante una serie de investigaciones sobre algunas transacciones financieras ilegales.

Investigaciones conducidas por el "Promotor de Justicia" del Vaticano, Gian Piero Milano, y el adjunto Alessandro Diddi, que giran en torno a algunas millonarias compraventas inmobiliarias en el exterior, en particular de prestigiosas propiedades en Londres, y de algunas "extrañas" empresas inglesas que habrían participado en esos negocios.

En particular, nos referimos al inmueble de lujo adquirido por el Vaticano en la capital inglesa, por un valor de más de 200 millones de euros, por cuanto habría surgido la utilización de un sistema de inversiones que se habrían realizado explotando el dinero de las limosnas, las del óbolo de San Pedro y las de la CEI (Conferencia Episcopal Italiana, ndt).

En el curso de las investigaciones habría surgido también otra historia relacionada con una cooperativa sarda involucrada en la ayuda a los migrantes, la "SPES" de Ozieri, presidida por Tonino Becciu, hermano del prelado. El cardenal, por tanto, habría sido acusado de haber tomado 100 mil euros de los fondos reservados precisamente para dárselos a la cooperativa que preside su hermano.

Todo esto estaría detrás de la dimisión y renuncia al cardenalato de Angelo Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, que terminó en el centro de la investigación cuando sustituyó la Secretaría de Estado de la Santa Sede. Las investigaciones habían derivado en la incautación de computadoras y documentos en las oficinas de la Secretaría de Estado y de la AIF (Autoridad de Información Financiera de la Santa Sede, ndt), y la suspensión de cinco funcionarios, entre ellos el director de la AIF Tommaso Di Ruzza y monseñor Mauro Carlino, secretario del propio Becciu.

Ahora, sin embargo, habrían surgido nuevos elementos y por eso llegó la decisión del Papa Francisco de aceptar (con comunicación el jueves por la noche) la "renuncia al cargo" del prelado.

En el pasado Becciu siempre había desestimado todas las acusaciones, defendiendo incluso la inversión realizada.

En su declaración preliminar afirmó: "renuevo mi confianza en el Santo Padre. Al convertirme en cardenal prometí dar mi vida por la Iglesia y por el Papa. Hoy renuevo mi confianza y estoy dispuesto a dar mi vida". Luego comentó sobre el pedido de renuncias, definiéndolo como "surrealista": "Ayer a las 18.02 me sentí un amigo del Papa, fiel ejecutor del Papa y luego el Papa, hablando, me dice que ya no tiene fe en mí porque los magistrados le informaron que yo habría cometidos actos de peculado".

Becciu se defendió explicando que los 100 mil euros iban a ser destinados a un fondo de Caritas para hacer frente a una emergencia por desempleo en su diócesis, y que estos "no se utilizaron". En todo caso, remarcó Becciu, "en este momento no soy investigado ni se me ha notificado de ninguna disposición de los magistrados. Sólo el Papa me dijo que habría cometido peculado. Si los investigadores, según los cuales el delito de peculado se configuró porque el dinero de Caritas fue a la cooperativa presidida por mi hermano (lo que no es exacto como se ha visto), me quieren oír, estoy a disposición".

Más allá de los hechos, que deben ser constatados por los magistrados competentes, no podemos dejar de destacar la obra evangélica de gran cambio puesta en marcha en los últimos años por el Papa Francisco.

Un intento constante de renovar a la Iglesia desde sus cimientos.

En comparación con muchos otros Papas, conspiradores y silenciosos, que a menudo fueron un obstáculo para la investigación de las diversas obscenidades que han arrojado a todo el Vaticano en la oscuridad (como los numerosos casos de pedofilia, los escándalos vinculados a Monseñor Marcinkus, el asesinato de Calvi, el Banco Ambrosiano y las conexiones con Cosa Nostra), el Papa Bergoglio ha sabido encontrar la fuerza para ir más allá no sólo demostrando plena confianza en la labor de los jueces y la magistratura, sino además interviniendo, como acto de prevención, en la destitución de ciertos sujetos en determinados roles. Demostrando así al mundo que, incluso los hombres de la Iglesia, con humildad y obediencia, ante acusaciones graves, deben estar a disposición de la ley.

En la cultura cristiana hay ejemplos de esto. Basta mirar al mismo Jesucristo que, ante las acusaciones recibidas, no renunció a ser juzgado por las autoridades. Un Jesucristo que por su obra a favor del pueblo resultará inocente y no culpable ante los ojos de la ley. Su condena vendrá con la corrupción de otros jueces, injustos y falaces. Dos mil años después, obviamente hablando de los que son creyentes o de fe cristiana, como yo, y que reconocen en Jesucristo al Hijo de Dios, no hay duda de que ha sido absuelto.

Del mismo modo, no tenemos dudas de que, en caso de que se averigüe la falsedad de estas acusaciones, el Papa Francisco reinstalará al cardenal removido otorgándole nuevos cargos.

Defenderse en el mérito de los hechos es un derecho, pero ante el máximo ejemplo recibido, quienes, como Becciu, en un primer momento dicen que aceptan las decisiones del Papa y luego insinúan que ha recibido condicionamientos y presiones, demuestran ser arrogantes e hipócritas. Después de todo ¿qué se puede esperar de estos obispos, cardenales y monseñores ávidos de poder?

Los Papas del pasado habrían justificado ciertas acciones. Gracias a Dios, hoy ya no es así.

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*Foto de Portada: Tiziana Fabi/AFP

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