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El nuevo presidente electo de los Estados Unidos de América

Por Giorgio Bongiovanni-8 de noviembre del 2020

"Una época oscura de demonización". Así definió el recientemente electo presidente de los Estados Unidos de América, Joe Biden, a los últimos años vividos ​​en el país bajo el liderazgo de Donald Trump.

En su discurso de victoria, el oponente fue mencionado solo una vez y, a pesar de las grandes diferencias de pensamiento, Biden pidió la unidad de la nación ("Volvamos a ser los Estados Unidos de América. Prometo ser un presidente que traiga unidad y no división. No hay Estados azules o rojos. No hay enemigos sino adversarios. Seré el presidente de todos") dirigiendo su llamado también a los 70 millones de estadounidenses que votaron por Trump ("Ahora vamos a darnos una oportunidad el uno del otro. Es hora de dejar de lado las divisiones, la dura retórica y de bajar la temperatura"). 

Entonces Biden, que no dejó de referirse al camino recorrido años atrás por el presidente Obama, volvió a hablar de "reconciliación" y de la necesidad de "curar las heridas del país, desde el racismo sistémico a la pandemia".

Por supuesto, el discurso no fue tan emocionante y memorable como el del primer presidente afroamericano, Barack Obama, pero se tocaron temas importantes como la justicia racial y el clima, considerados prioritarios junto con la solución de la emergencia del coronavirus y la crisis económica. No es casualidad que Biden reconociera la importancia del apoyo obtenido por los afroamericanos (incluso durante la difícil fase de las primarias demócratas). "Especialmente cuando mi campaña estaba en su punto más difícil, la comunidad afroamericana tomó posición por mí. Nunca lo olvidaré", agregó.

Lo cierto es que las cifras certifican que 75 millones de estadounidenses han confiado en su persona (se ha convertido en el presidente más votado así como en el más anciano de la historia).

Solo el “payaso” y el tonto de Trump, en su locura, sigue sin conceder la victoria con una gran ofensiva legal contra el resultado de las elecciones anunciada para mañana ("Esta elección está lejos de haber terminado. La victoria de Joe Biden no ha sido certificada en todos los Estados"). La prueba, si alguna fuere necesaria, de su arrogancia y de su ineptitud. Insinuar que aquella a la que se considera como la más grande "democracia", la estadounidense, pueda haber sido objeto de un flagrante fraude, como afirma el magnate, es una ofensa al mismo país que ha demostrado, en cambio, que quiere un cambio.

Por supuesto, incluso después de haber escuchado el discurso de Biden, no nos engañamos a nosotros mismos. El presidente de Estados Unidos, a lo largo de los años, siempre ha representado a los grandes lobbies de las finanzas y del mercado de armas, espejo del imperialismo estadounidense en el resto del mundo.

Ya pasó con Obama que, tras el entusiasmo del primer momento, defraudó todas las expectativas al alinearse con el sistema de poder, especialmente en su segundo mandato.

Que su adjunto y mano derecha se haya convertido en presidente de los Estados Unidos puede reavivar una débil esperanza, pero si continúa por ese mismo camino, entonces ya podemos decir que la presidencia de Biden será una decepción incluso antes de que jure.

Nuestra esperanza es que Biden siga el ejemplo de un gran demócrata, como lo fue el 35° presidente, John Fitzgerald Kennedy, que supo sorprender a todos yendo en contra, junto a su hermano Robert Francis, incluso de aquellos acuerdos que había hecho su padre con importantes hombres del poder y de la mafia norteamericana.

Esa presidencia, a pesar de sus contradicciones como la guerra de Vietnam y la crisis cubana, significó algunos cambios importantes.

Declaró su intención de poner fin a la guerra en Vietnam, apoyó activamente la batalla de Martin Luther King por la igualdad social, impuso nuevos impuestos a los industriales y, apoyando la batalla de su hermano Bob, ministro de justicia, lanzó uno de los ataques gubernamentales más poderosos, nunca registrado en el transcurso de la historia, contra Cosa Nostra.

Siguiendo la política de Kennedy, la CIA y el FBI se involucraron en la lucha contra el crimen organizado, disminuyendo enormemente su poder, pero sin lograr destruirlo. John Fitzgerald Kennedy, por lo tanto, se embarcó en una política basada en la verdadera justicia, la verdadera democracia, la unión de los pueblos a partir de una operación de "limpieza" dentro de los órganos gubernamentales puestos bajo su responsabilidad directa.

Esperamos que Biden tome su ejemplo, retomando esa política de cambio y de paz, mostrando que realmente quiere cambiar al mundo con decisiones revolucionarias y contra tendencia.

Por ejemplo, uniéndose al acuerdo climático de París sobre la reducción de emisiones contaminantes (Estados Unidos es el único país del mundo que no lo ha firmado) y también adhiriendo a la Corte de Crímenes contra la Humanidad de La Haya. Revisando las posiciones de los Estados Unidos de América por una verdadera paz en Medio Oriente, comenzando por el levantamiento del embargo a Irán, hasta que exista una evidencia real de su participación en los ataques terroristas; que sea finalmente garante de una verdadera paz entre Palestina e Israel, quitando el apoyo total e incondicional al Estado fascista y nazi que tiene a Benjamin Netanyahu como su máximo líder (en este sentido, la posición tomada en los últimos meses por la vicepresidenta Kamala Harris, quien habló en la conferencia anual de AIPAC, no es auspiciosa, ya que mantiene la voluntad de intervenir contra el racismo y las divisiones generadas incluso por aquellas fuerzas policiales que muestran derivas peligrosas). Que comience una verdadera lucha contra la mafia y los narcotraficantes, que adopte una política de desarme nuclear, junto con las demás superpotencias, para que se anule el riesgo perenne de una guerra atómica. Que amplíe los horizontes hacia las estrellas, volviendo a observar el Universo en el plano del Conocimiento. Que sea un verdadero faro para la humanidad diciendo "¡Basta!" a las guerras. Estas son las esperanzas que debe dar el nuevo presidente Joe Biden.

Si este no fuere el caso, nos enfrentaremos a otra promesa de cambio traicionada. Y será como pasar de la sartén al fuego.

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*Foto de Portada:  © Imagoeconomica

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