Giulietto Chiesa, periodista histórico, corresponsal de L'Unità en Moscú durante 20 años, luego de La Stampa, y hoy director de Pandora TV, en este video editorial realiza un análisis muy lúcido de la emergencia internacional del Coronavirus, del peligro que se cierne sobre nuestro país, sobre el mundo y sobre cómo podemos superarlo.
Si en la primera parte el tema principal fue la reforma de la justicia y del CSM, en este segundo capítulo de la entrevista con el consejero togado del CSM Nino Di Matteo, el foco cambia a la mafia y a sus relaciones con el poder, para luego llegar a las masacres de principios de los noventa y a la búsqueda de los ideólogos externos de las mismas.
-En los últimos meses ha habido dos sentencias, la primera del TEDH (Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ndt) y luego la del Tribunal Constitucional, sobre el tema de la cadena perpetua y la concesión de beneficios penitenciarios incluso para aquellos que no colaboren con la justicia. Casualmente, en las últimas semanas, un jefe de Cosa Nostra como Giuseppe Graviano se refirió a ambas. ¿Cree que existe una conexión? ¿Cuáles son los riesgos que se corren después de estos pronunciamientos?
La operación realizada en los últimos días en el puerto de Livorno, coordinada por la DDA de la Fiscalía de Florencia (Fiscal Jefe Giuseppe Creazzo, Fiscal Adjunto Luca Tescaroli y sustitutos Eligio Paolini y Beatrice Giunti), siguiendo una orden europea de investigación de la Fiscalía de Marsella, nos ofrece la enésima prueba de que Italia es un punto neurálgico del narcotráfico mundial. Los investigadores han incautado más de tres toneladas de cocaína. Una cantidad que, en el mercado, habría arrojado una cifra igual a 400 millones de euros. Así se descubrió la existencia de una gran organización internacional (tres traficantes fueron arrestados en Francia, ndr) de socios colombianos y marselleses, con poderosos recursos financieros de cientos de millones de euros.
Por el momento, entonces, no surgirían conexiones con nuestras mafias, pero es difícil pensar que esos estupefacientes, dirigidos a Marsella desde Colombia, podrían haber llegado a nuestros puertos sin que nuestras mafias estuvieran al menos informadas.