Economía, justicia y política. El diálogo de Rodríguez SImón con Martín Irurzun.
Domingo 30 de septiembre de 2018 | 18:11
(Por Horacio Verbitsky) El reformateo del acuerdo stand-by con el Fondo Monetario Internacional procura asegurar al capital financiero internacional y sus socios locales que durante el mandato del presidente Maurizio Macrì la Argentina no declarará una nueva moratoria de su deuda externa ni le faltarán fondos para pagar los compromisos crecientes, que abultan el déficit fiscal que el gobierno se había comprometido a reducir y que en realidad aumentó.
Macrì consiguió que se adelantaran para lo que queda de este año y el próximo desembolsos por 18.400 millones de dólares y se agregaran otros 7.100 millones al acuerdo inicial por 50.000. El problema quedará para quien venga después, ya que para 2020 sólo restará un aporte del FMI por 6.000 millones y no hay la menor certeza de que para entonces los mercados voluntarios reabran sus puertas a la Argentina.
Con el acuerdo anunciado por su Madame, el Fondo cumple con la obligación central de su rol realmente existente, que es proteger los intereses de los grandes inversores institucionales, tal como hizo en 2001 con el megacanje, el blindaje y los pagarés garantizados con la recaudación impositiva, que dieron tiempo y billetes para el eufemístico vuelo a la calidad, es decir la fuga del espacio nacional. En cambio, el Estado Nacional incumple con su principal obligación, que es proteger la producción, el empleo, la salud, la educación, la cultura de los argentinos.
Macri al Fondo, Cristina al Poder
Como escribió antes de la firma de la enmienda el analista Kenneth Rapoza en la revista de negocios Forbes, “Macri puede ganarse el corazón y la mente de quienes trabajan para el FMI y tal vez de algunos pocos inversores que busquen garantías de corto plazo de que les pagarán, pero no del argentino promedio. Si la economía claudica, la Argentina enfrentará un fuerte giro a la izquierda. Los tenedores de bonos están preocupados, como lo indica la caída del precio del bono a un siglo y el creciente riesgo de default, medido por los swaps contra el default”. Como ninguna de las fracciones peronistas tiene simpatía por el FMI, dice, “no les preocuparán los tenedores de bonos en Nueva York, si tienen que elegir entre pagarles a ellos, a los empleados públicos o mantener las luces encendidas para la clase trabajadora”. Uno de los gráficos que acompañan la nota se titula: “Tiempo de salir de la Argentina”.
En otro artículo, publicado el viernes 28, luego de una visita a Buenos Aires, Rapoza citó a Fernando Pertini, propietario de Millenia Investment Advisors. “Es difícil ser optimista en la Argentina en este momento. La nueva zona de no intervención del Banco Central es una invitación a los inversores más audaces a apostar en contra. Crecen las posibilidades de que Cristina vuelva al poder”. Otro empresario, que maneja un fondo de inversión y tiene vínculos con el gobierno, describió tres escenarios posibles:
Macri sigue el mismo camino y termina como De la Rúa, con quien también simpatizaban los inversores internacionales.
Trata de encarcelar a Cristina por el caso de los cuadernos, en cuyo caso habría una catarata de protestas por lo que muchos ven como una persecución política.
Un probable ataque especulativo contra la nueva banda, lleva el dólar a más de 50, lo cual derivaría en una completa dolarización.
Rapoza dice que el broker pidió reserva de su nombre por “razones de seguridad”, y concluye: “Un peso más débil puede ser buenísimo para negocios en dólares como la exportación, los bienes raíces y el turismo, pero la mayoría de los políticos, aún de centro, se opondrían, por la pérdida de soberanía. En el país de Perón, no y no”.
El artículo se titula “Si el FMI fracasa, gana Cristina Kirchner”, pero en el párrafo final ni siquiera habla del fracaso del Fondo. Bastaría con que “no fuera un éxito rotundo” para que Cristina entrara a la Casa Rosada en enero de 2020.
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