Fecha: 12/11/16
Que Donald Trump ganara las elecciones de los Estados Unidos alarmó, sorprendió, enojó, a la “gente bienpensante” alrededor del planeta. También aquí. Pero, por casa, ¿cómo andamos? Porque todos parecemos tener un pequeño Trump en nuestro interior. Dejemos de lado lo más obvio, al senador Pichetto hablando contra los inmigrantes. Miremos también los reclamos de los industriales, las polémica por las universidades gratis para extranjeros, la intención de cobrarle la atención sanitaria a los habitantes de países vecinos. Y las medidas que empieza a diagramar el propio Gobierno en sintonía con los nuevos aires que corren por el mundo.
Trump escandalizó diciendo que deportaría a inmigrantes y que levantaría un muro para que no entraran más mexicanos a los EE.UU.. El capítulo local en esa sintonía vino de parte de Miguel Ángel Pichetto, al afirmar en TV: “Hay una migración muy compleja y no hay ningún tipo de reciprocidad. Tenemos que dejar de ser tontos. El problema es que siempre funcionamos como ajuste social de Bolivia y ajuste delictivo de Perú”.
La reacción fue fuerte. Pero hubo puntos de contacto. Como el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, quien aseguró a Infobae: “Nosotros estamos de acuerdo con las declaraciones de Pichetto sobre la inmigración. En los últimos años, por responsabilidad de las autoridades anteriores, no se realizaron los controles que marca la ley de inmigraciones”. Ni hablar del debate del jueves en el Congreso, donde con la presencia del procurador general penitenciario Francisco Mugnolo se planteó que en el país el 20% de los presos son extranjeros.
El tema de los inmigrantes es central en este debate. Dos semanas atrás, en esta columna citábamos un estudio de IPSOS para “medir” el cambio de ambiente político alrededor del planeta, esas corrientes de pensamiento que acaban de llevar a Trump a la presidencia, pero antes hicieron triunfar al Brexit en Gran Bretaña o crecer a Marine Le Pen en Francia. La pregunta que hicieron fue “¿Los inmigrantes hacen más difícil conseguir empleo a los nacidos en su país?”. En Estados Unidos el 48% respondió que sí. “Sobre esa gente trabajó Trump hablando contra los inmigrantes”, explicaron en IPSOS. ¿Y aquí? El 56% de los argentinos dijo estar de acuerdo con ese planteo. Sólo superados por los turcos y los rusos. No es una cifra menor.
El fondo de la cuestión es económico, destaca Miguel Bein. “El problema está en lo que pasó con la distribución del ingreso. Desde los 80, el 90% de los norteamericanos perdió un 15% de su ingreso, al ritmo de una mayor apertura económica. Y desde 1986 al 2006, las familias de EEUU duplicaron su endeudamiento para compensar esa pérdida. Eso afectó a los que viven en los Estados Unidos más profundo, mientras que en las costas, los sectores de más ingresos, las empresas de tecnología, ganaron ingresos”.
“El problema es cuando las democracias no logran dar respuesta a esa pérdida de ingresos”, diagnostica Bein. Así se explica el viraje a políticas de menos apertura comercial, de rechazo de los extranjeros. Es, en palabras del economista, el crecimiento del “nacionalproteccionismo”.
En el Gobierno nacional dicen que eso no llegará a estas orillas. En la Casa Rosada insisten en que “nosotros somos el post-populismo, estamos de vuelta de eso”.
Cristina Kirchner, como otras veces, fue funcional a ese planteo oficial al identificarse con Trump: “Lo que el pueblo de los Estados Unidos está buscando es alguien que rompa con el establishment”, dijo el jueves. Pero, por sobre todo, agregó que había ganado alguien que hacía del “proteccionismo, sus trabajadores y la defensa del mercado interno, su bandera”. Como ella, claro.
Ese ambiente de discusión, por cierto, es propicio para los reclamos proteccionistas locales. Textiles, calzado, electrodomésticos levantan más su voz. “Hay un caldo de cultivo para los industriales que buscan protección y tipo de cambio bien alto”, define Bein. El Gobierno, por caso, esta semana aceptó subsidiar indemnizaciones por la rebaja de aranceles de importación de productos electrónicos. Pero no es lo único.
En la semana, en Chaco salieron a reclamar control para los paraguayos que se atienden gratis en sus hospitales. En la Casa Rosada están de acuerdo con ese criterio. “Los chaqueños no se pueden atender gratis en los hospitales de Paraguay”, dicen en el máximo nivel del Gobierno. Y van más allá: critican los acuerdos por los cuales algunos extranjeros tienen prioridad en operaciones de trasplantes. Semanas atrás se armó polémica en la opinión pública sobre si la universidad estatal debía ser gratuita para los extranjeros. “Es un debate que nos debemos”, dicen en los pasillos más cercanos al despacho de Mauricio Macri.
Pero hay más. “Argentina se fue al extremo, como si fuera un país rico”, dicen esas mismas fuentes. Y avanza en el Poder Ejecutivo la idea de poner más regulaciones a la inmigración. En línea con los nuevos aires. En la cúpula del Gobierno dicen: “Nosotros no somos como Trump, que habla de volver a viejas glorias; eso es Cristina. Nosotros hablamos del futuro”. Pero, en ese futuro, parece que también tienen lugar palabras como proteccionismo y control de la inmigración, ejes del discurso del ahora presidente de EE.UU.. Todos tenemos un pequeño Trump dentro nuestro, no?
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http://www.clarin.com/politica/Ojo-Trump-llevamos-dentro_0_1685831450.html