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giulietto-chiesamanoLA GUERRA DE LOS MENTIROSOS AL CUBO
Por Giulietto Chiesa - 5 de Septiembre 2013 – “La Voce delle Voci”
Con toda probabilidad el 2013 terminará en guerra. El golpe contra Damasco nos es presentado como “limitado”, “breve”, como una “advertencia”. En realidad no es más que un truco (esta es una historia de trucos) para comenzar una larga guerra. ¿Cuán larga? Infinita. Es decir hasta el final. Nuestro final, el de aquellos que leen estas líneas. En realidad es la continuación de una guerra que comenzó el 11 de Septiembre de 2001, pero fueron pocos los que se dieron cuenta. Y los demás no se dieron cuenta porque no entendieron que el Imperio había entrado en una crisis que ya era irreversible y que estaba tratando de predisponer los instrumentos políticos, militares, psicológicos para cambiar el curso de la historia y prolongar a toda costa (a costillas nuestras) su poder. Por lo tanto estamos en guerra desde hace doce años, pero nos cuesta entender cómo puede ser que las cosas vayan cada vez peor y cómo puede ser que los acontecimientos aceleren su caída a pique.
Es porque, una vea más, no entendimos bien lo que está ocurriendo.

Kosovo, Afganistán, Irak, “primaveras árabes”, Libia, golpe de Estado en Egipto, eran y son movidas del mismo partido.

La de Siria es la última en orden de tiempo, pero sin lugar a dudas no es la última.

Como todo jugador de ajedrez que se precie de tal, no se puede ganar ningún partido si no se sabe intuir las próximas movidas. La próxima será la de Irán. Y cada paso al frente que den los peones será aún más grave que el anterior, ya que el Imperio ha perdido el control y su “cura” para la crisis es peor que la enfermedad. No funciona. ¿Y sabéis porqué? Porque Imperio quiere decir crecimiento infinito. Y el crecimiento infinito en cambio es “finito”.

Terminó “la era de la abundancia” y comenzó “la era de la insuficiencia”. Y, si se podía, convencer, obligar, a comprar todo lo comprable, con la atracción de la belleza y, justamente, de la abundancia; es muy difícil convencer a la gente de que se ajuste el cinturón. Es necesaria la violencia para obtener este resultado. Entonces digamos que nos están haciendo entrar en la fase pedagógica en la que tenemos que aprender a padecer la violencia.

Pero hay mucha confusión bajo el cielo. Esta nueva vuelta de tuerca tiene algo de descabellado. Incluso los Dueños Universales parecen estar bajo el efecto de la urgencia del tiempo. Entonces chapucean. Sin lugar a dudas las anteriores guerras eran preparadas mucho mejor. Esta parece estar comenzando en medio de graves convulsiones. El Parlamento británico se rebela y pone a Cameron contra las cuerdas.
Obama se ve obligado a dar marcha atrás y a pedir la opinión del Congreso. Creo que la obtendrá, pero sería útil recordar que Obama toma una decisión semejante contra la voluntad de todo el staff de su Consejo de Seguridad. ¿Y sabéis con qué argumento? Éste, en síntesis: podríamos atacar sin el aval del Congreso, pero tenemos que saber que después (la “próxima movida” de la que ya hablé anteriormente, n.d.r) cuanto tengamos que ir en contra de Irán, es decir, cuanto tengamos que lanzar una nueva guerra de grandes proporciones sin límites de tiempo ni objetivos, entonces necesitaremos una autorización formal. Por lo tanto es mejor pedírsela ahora también. Dijo el New York Times y yo confío mucho en New York Times cuando anuncia la guerra.

Esta ha sido la razón de la postergación del ataque. Que será de apenas unos días. Los lobbies de tendencia israelita y los de tendencia saudita que maniobran en Washington seguramente tendrán razón para cualquier tipo de titubeos.

América del Norte, cuando está en juego el destino del Imperio, no se divide.
Por ahora.

Todas las encuestas dicen que el 60% de los norteamericanos está listo para apoyar un ataque contra Irán. Entonces que se proceda. Algo singular y curioso (pero ya que estamos en pleno delirio podemos reír también un poco), es que los inspiradores principales de esta guerra y de la próxima son los fundamentalistas religiosos: los jefes sionistas de Israel y los jefes wahabiti de Arabia Saudita. Todos ellos decididos a destruir a la serpiente chiíta de Teherán.

Por lo tanto la guerra imperial ahora se encuentra bajo la égida de una especie de  guerra de religión conjunta. Sugiero que no se menosprecie el significado, sobre todo a los optimistas (que nunca faltan): cuando Dios entra en este síndrome, la ley de Murphy (“si algo puede salir mal, saldrá mal”) se vuelve inexorable.

El hecho es que los Estados Unidos ya no tienen una línea propia. Antes representaban el brazo armado del Imperio. Pero como Estado que es también tendrían que someterse a ciertas reglas. Al menos a algunas. Y aquí viene el problema porque también en Occidente comienzan a manifestarse algunas fisuras, que antes no existían. Los Masters of The Universe quieren ir al enfrentamiento con el resto del mundo, porque son conscientes de que toda alternativa de paz y cooperación tiene que quedar excluida, ya que decretaría el final del Imperio.

Pero el resto del mundo no es virtual: están China y Rusia. Hay 6000 millones de individuos que quieren vivir y no simplemente sobrevivir.

Es aquí donde se desmorona América del Norte, que ya no está en condiciones de manejar las convulsiones.
Digamos que estamos observando una crisis de hegemonía. Hay una gran confusión. Son muchos los actores, poderosos a esta altura, que hablan. Hasta Emma Bonino, la Ministra de Asuntos Exteriores de un país inexistente, intenta sobresalir. Nunca antes se había visto algo igual.

El Papa de Roma (¡larga vida al Papa Luciani!) parece un engranaje anómalo de un coche que apenas logra marchar. Ve la tercera guerra mundial y, encima, lo dice sin ni siquiera pedir la autorización de Washington. A diferencia del Santo Juan Pablo II, no tiene que rendir cuentas de los mil millones de dólares que recibiera para dárselos a Solidarność. Y por lo tanto habla. Y ayuna: que desastre para la imagen de Obama. Que irá a la guerra, pero con el Occidente dividido, y lo seguirá tan solo la marioneta de Hollande, quien fuera elegido con los votos de la izquierda. Se procederá a ojos vista a todo o nada. Luego se asomará a las fronteras de Irán.

Pero hay que tener cuidado con los simplones que sueñan con una reacción militar inmediata de Moscú, mucho menos de Pekín. No habrá ninguna reacción militar. Moscú y Pekín responden y responderán asimétricamente. No son tontos y quieren esperar sentados en la orilla del río. El verdadero enfrentamiento – que hoy en día nadie puede saber qué dimensiones y qué forma asumirá, incluso porque nadie sabe con precisión qué armas se utilizarán – todavía está en preparación y requerirá un cierto período de tiempo, muchas verificaciones de campo, mucho estudio de movidas y contra-movidas recíprocas.

Pero la aceleración se ve y se siente. ¿Tenéis presente cómo se mueve una avalancha? ¿Tenéis presente que entre 1929 y 1939 (inicio de la Segunda Guerra Mundial) pasaron diez años? ¿Tenéis presente que la explosión de la economía mundial comenzó en 2008? Entonces tenéis que sumarle diez años y dará 2018.
Se que la historia nunca se repite. Pero la estupidez humana (sobre todo la de las élites dirigentes) es una constante universal.

Y, si observamos el enloquecimiento general que distingue incluso a los mentirosos, los gatekeepers, tendríamos que estar muy preocupados. Porque se puede mentir de forma creíble, recogiendo argumentos de los ropavejeros del sentido común. Pero aquí nos encontramos frente a portavoces que no solo se contradicen, sino que mienten sin argumentos. Mentirosos sin ideas, que repiten como loros lo que les dicen que tienen que comunicar.

Todo el mainstream, desde aquellos como Giuliano Ferrara, Aldo Cazzullo, Vittorio Zucconi, Ferruccio De Bortoli, Gad Lerner, hasta Giovanna Botteri, dan por descontado (es decir, que Assad utilizó armas químicas) sin ni siquiera detenerse por un instante en las pruebas: que está clarísimo que faltan. Y que seguirán faltando después, así que la mentira ya está ahí, al desnudo. Sin embargo no la ven y la repiten con miradas perdidas, sin ningún tipo de vergüenza, fuertes por la impunidad que tienen garantizada, junto a los sueldos que cobran a fin de mes. Algo preocupante porque ya nos anuncia cómo gritarán ante el primer bombardeo a Irán. Ya ahora le endilgan a Bashar frases que no ha dicho, amenazas que no ha lanzado. ¡Imaginemos lo que dirán en contra de los Ayatollah!

Estamos en un pantano miasmático lleno de flatulencias insoportables que dejan al descubierto lesiones cerebrales e intestinales que ya son irremediables. Cuidado con estos que están preparando la guerra en casa. Y lo harán hasta que no vayamos a sacarlos de sus despachos electrónicos y los obliguemos – como es nuestro derecho – a que nos digan porqué han mentido conscientemente. Y luego los despediremos, porque cumplen con su deber pero sin autorización deontológica.
De hecho tenemos las pruebas – nosotros si que tenemos las pruebas – de que mienten. Porque bastaría con que fueran a leer las noticias que pululan en la web, comprobables, probadas, seguras, para descubrir que la guerra se hace por causas completamente diferentes a las, supuestamente humanitarias, que ellos invocan.

Entre ellos hay algunos (como Giuliano Ferrara, ex agente informador de la CIA) que, completamente fuera de lugar, incluso haciendo gracia, nos llegan a comunicar que las razones humanitarias son un inútil oropel para dorar la brutalidad de los intereses del imperio. Es preferible él, con su arrogancia, antes que los periodistas y directores televisivos cobardes que, con sus empalagosas palabras, aflojan las espoletas que matarán a los civiles sirios.

Por lo tanto no nos queda otra que prepararnos. Esto significa decir, fuerte y claro, que la paz es la única forma de sobrevivir. Lo que implica que tenemos que construir nuevamente un inmenso movimiento pacifista, italiano, europeo, mundial.  

Tenemos que preparar todo tipo de resistencia contra la guerra. Esta es una palabra de orden que tiene el consenso de la gran mayoría. Lo sabemos. Aquí se va con la corriente, no contra la corriente. Simplemente tenemos que ser muchos los que rememos.

Y una pequeña aclaración más. El ajuste de la crisis ha dejado en la sombra a toda Europa e incluso un montón de habladurías sobre el euro y sobre la soberanía monetaria. Se ve que el acento está en otro lugar. Europa, esta penosa Europa, no es el centro de la crisis.

La crisis – vista en su acepción inmediata, la que se está quemando en el pánico de estos meses – es financiera y mundial, pero también energética y mundial, así como climática y mundial. Este es el contexto en el que, lo querramos o no, nos tocará afrontar. Es evidente que la crisis financiera y militar no se eliminará una con otra, sino que se sumarán de manera devastadora, desembocando en crisis políticas, en gobiernos que caerán, en payasos que resurgirán como zombies. Se violarán las Constituciones. Todo en el lapso de unos pocos meses. Es cuestión de actualidad. Lo digo porque, una vez más, tenemos que recordar, incluso a nosotros mismos, que teníamos razón, nosotros a los que nos definían como catastrofistas.

Hasta el día de hoy escucho que a veces nuestra tarea es la de “dar esperanzas”. Queda claro que la esperanza es algo hermoso, pero cada vez estoy más convencido de que si lo hiciéramos cometeríamos un grave error. Ahora más que nunca es el momento de la verdad, ya que estamos en la era de la mentira.

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