EL PAÍS HA CAMBIADO, QUERIDO NINO: NO ESTÁS SOLO Por Luigi Ciotti - 14 de Noviembre de 2013
Querido Nino Di Matteo:
Tienes que saber que no estás solo, que todos vosotros, allí en Palermo y en cada rincón de Italia, nunca más estaréis solos. Desde la temporada de los atentados ha crecido en nuestro país la conciencia de que el tema de las mafias no es simplemente de naturaleza criminal. Es un problema más profundo, hasta incluso cultural y social. Una cuestión que aún no sería tan grave si quienes lucharan en contra de las mafias fueran los Estados, además de la magistratura y de las fuerzas policiales, la conciencia limpia y el compromiso de la mayoría de los italianos. A lo largo de los años esta conciencia y este compromiso se han multiplicado con lentitud y con esfuerzo.
Por consiguiente querido Nino tienes que saber, a pesar de que algunos – mafiosos o cómplices de mafiosos – siguen amenazando y lanzando mensajes intimidatorios, que hoy tú y todos los demás magistrados estáis menos solos. Que amenazaros a vosotros significa amenazar a muchos de nosotros, a muchos italianos, que se han comprometido en diferentes ámbitos. Ciudadanos que no se limitan a salir a las calles, a indignarse o a conmoverse, sino que han elegido moverse, transformar su “no” a las mafias en un compromiso cotidiano en pos de la democracia, de la libertad y de la dignidad de todos.
Pero las luces esconden muchas sombras. En muchos ambientes sigue predominando la indiferencia o una simple y fácil respuesta emotiva. De la misma forma la política no siempre ha sabido afrontar la cuestión con la limpieza moral y el aliento necesario: pensemos simplemente en la enormidad de compromisos que han impedido una adecuada reforma de la ley sobre la corrupción y en los pactos por debajo de la mesa. El Estado, todo el Estado, tiene que protegerse a sí mismo y a sus ciudadanos. Pero en los últimos tiempos, como muchas señales dejan entrever, las mafias – sin ser molestadas en sus niveles más altos: economía, finanza, licitaciones, negocios – han aprovechado para organizarse en silencio.
Es decir que esas amenazas surgidas desde el interior de una cárcel dicen una verdad incómoda: si en el ámbito represivo y judicial se han obtenido importantes resultados, en el aspecto de la lucha política y social todavía queda mucho por hacer. Porque hay algo de lo que tenemos que estar seguros: derrotaremos a las mafias en el momento que sepamos eliminar las desigualdades sociales que permiten su proliferación. A las mafias no solo hay que perseguirlas: hay que prevenirlas. Prevención quiere decir, además, comprender la condición de dignidad y libertad responsable prevista por la Constitución, el primero y más formidable de los textos antimafia. De lo contrario, en el momento de hacer las cuentas entre las palabras y los hechos, seguirá insinuándose la más peligrosa y solapada de las mafias: la de la corrupción, del privilegio y del abuso de poder.
Te envío un fuerte abrazo de mi parte y de las más de 1600 asociadas a nuestra asociación “Libera”.
Extraído de: “La Repubblica”
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