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bongiovanni-studentiPALERMO, LOS ESTUDIANTES: “NO NOS SENTIMOS TUTELADOS”
 Por Sonia Cordella - 29 de Noviembre de 2013
ANTIMAFIADuemila y el Movimiento de las “Agendas Rojas”
en el Liceo Científico Galileo Galilei

Palermo. En una sociedad que se dignara de ser definida como tal los jóvenes merecerían una viva atención por parte de los adultos, de las familias, de los educadores, de los gobernantes, con el objetivo de darles una dirección e instrumentos necesarios para su crecimiento. El trabajo de los adultos tendría que estimularlos y allanarles el terreno a esos jóvenes a fin de que puedan expresar al máximo sus potencialidades, que puedan hacer emerger y desarrollar sus talentos personales de los cuales se beneficiará toda la comunidad del presente y del futuro. Esta tendría que ser la base sobre la cual una humanidad tendría que crecer y evolucionar para un continuo mejoramiento del bien común y de la calidad de la vida. Este tendría que ser el principio básico sobre el cual construir una sociedad sana y feliz. Entonces habría que focalizar el interés no en el crecimiento y desarrollo económico sino en el crecimiento y el desarrollo de los valores morales y de la justicia social.
Por lo tanto estamos muy lejos de esa realidad ideal.

El Liceo Científico Galileo Galilei de la ciudad de Palermo ha sido ocupado. Los chicos se encuentran frente al portón del Instituto para vigilar la entrada. Se sientan alrededor de una larga mesa cubriéndose las piernas con mantas por el frío. Hay muchos otros que están de pie, bromean, ríen, fuman, juegan, hablan, caminan de aquí para allá. La primera sensación que tengo es de infinita tristeza. Jóvenes a la deriva. Jóvenes a los que les han sido arrebatados todos los derechos, hasta los más elementales.
Manfredi Cavallaro, un joven estudiante de quinto año, nos recibe en el ingreso. Él junto a otros chicos es el valiente organizador del evento que lleva al debate de un tema muy candente: “La negociación entre la mafia y el Estado”. “Sentimos la necesidad de informarnos sobre los temas culturales y de actualidad como este” dice Manfredi al realizar la apertura de esta reunión e inmediátamente le pasa la palabra a Irma Digrandi, quien en esta ocasión representa al movimiento de las “Agendas Rojas” de Palermo, y presenta el tema a los chicos para luego pasar la palabra al director de la revista Antimafia Duemila, Giorgio Bongiovanni. El director cuenta la historia de la negociación a los alumnos. Los chicos preguntan, quieren saber, entender. “¿Ésta negociación no es tan vieja como la historia de Italia?” pregunta uno de ellos “¿no había comenzado ya una negociación en el momento que los norteamericanos desembarcaron en Sicilia, después de la segunda guerra mundial?” Es cierto, muy cierto. Lamentablemente.

Bongiovanni les habla de grandes hombres como el General Carlo Alberto Dalla Chiesa y los Jueces Falcone y Borsellino, que saltaron por los aires por haber obstaculizado a ese poder que pacta con la mafia. De la fuerte reacción popular que obligó al Estado a aprobar leyes que habían solicitado los Jueces asesinados y que después fueron todas desestimadas. De otros Jueces honestos que continuaron el camino de sus valientes colegas como los Jueces Gian Carlo Caselli, Antonio Ingroia y otros. “Chicos, tenemos que tomar conciencia” continúa el director “de lo que está ocurriendo en nuestro País y tenemos que apoyar a estos magistrados”. Bongiovanni nombra uno a uno a los hombres del pool de Palermo y de Caltanissetta, quienes en este momento se encuentran bajo los reflectores de ojos realmente malvados, sosteniendo que lo que hizo recientemente Riina no fue lanzar una amenaza sino una verdadera orden a sus hombres que aún están en libertad. “Existen aliados de la mafia, personas que anidan en nuestro Estado, uno de ellos fue expulsado hoy” continúa, refiriéndose a Silvio Berlusconi, “y son precisamente estos personajes quienes le piden a la mafia que asesine a los mejores hombres de nuestro Estado.

No se puede pactar con una organización criminal y sin embargo nuestro Estado lo hizo y se ensució con este grave crimen” continúa, “se trató de un atentado de Estado. El atentado de Via D’Amelio fue un atentado de Estado y hoy este proceso judicial que se está llevando a cabo podría destapar varias ollas... vosotros sois jóvenes y tenéis que pensar en vuestro futuro, tenéis que observar los acontecimientos que ocurren en vuestra ciudad, saber a quién votar, pero tenéis que recordar que en esta ciudad no tendréis futuro si primero no descubrís la verdad porque seguiréis teniendo basura, miseria, barrios abandonados. Quienes os gobiernan pretenden que permanezcáis en la ignorancia y entonces probablemente conviene hacer algún pequeño sacrificio con tal de descubrir la verdad... Por lo tanto apoyemos a los magistrados, preguntemos, protestemos porque quizás así podremos ser un obstáculo para los verdugos... Os doy un consejo: no tenéis que mirar las banderas, sino los hombres, lo que hacen, con quiénes andan, tenéis que mirar sus currículum y tenéis que ver si están dispuestos a dar la cara en contra de la mafia”. Las preguntas de los chicos manifiestan todo su deseo de saber, de entender: “¿Pero cómo hace Riina para saber lo que ocurre afuera?”; “¿Pero, la ‘Ndrangheta está al mando de la mafia?”; “¿A Provenzano lo golpearon, qué fue lo que le pasó?” Cada inquietud queda satisfecha por una precisa respuesta por parte de los oradores. Pero la ausencia de los profesores, del Director, del vice Director revive en mí esa sensación de profunda tristeza que tuve desde el comienzo. A menudo nuestros jóvenes se encuentran solos frente a los problemas que tienen que afrontar y teniendo que vivir otros que no tendrían que ser propios. Me consuela la presencia de una docente (los chicos me dicen que es profesora de inglés), acompañada por su marido, ambos muy interesados en los temas en cuestión, que en ese contexto me gusta observarlos como representación de esa pequeña parte de educadores que realmente aman a los jóvenes y que trabajan por el bien de su futuro.
“Según mi opinión” dice otro estudiante “la mafia es una actitud, no es una institución, porque nace de gente pobre, víctima de injusticias”.

Bongiovanni retoma la palabra explicando que el fenómeno mafioso, si bien a menudo ha ayudado a la pobre gente que ha sido dejada de lado por un Estado que abandona a sus ciudadanos, en realidad elige a sus mejores hombres entre esa gente, pero solo por mero interés de la organización criminal y siempre al lado del poder más fuerte, porque el verdadero fin de la mafia es simplemente el poder.

Con gran ímpetu Irma Digrandi alienta a los chicos a reflexionar sobre los muchos “porqué” de esos absurdos atentados del ’92, contando el escalofriante caso de la desaparición de la “agenda roja” de Paolo Borsellino, de los criminales despistajes sobre la dirección de las investigaciones a la sombra de muchos, demasiados hombres de Estado; haciendo hincapié en el gravísimo comportamiento del Jefe de Estado en relación al proceso judicial más importante de la historia de Italia. Irma le explica a los chicos lo importante que es ser promotores de la legalidad, a partir de las pequeñas cosas de la cotidianidad, como por ejemplo pedir el ticket después de cada compra. Los chicos dicen: “¡Pero a nosotros el Estado no nos tutela! ¡Nadie nos tutela!” “¿Pero porqué tenemos que arriesgarnos nosotros si luego el Estado nos deja solos?”

Digrandi responde: “¡Pero nosotros, los chicos, tenemos que hacer nuestra parte! Vosotros tenéis que hacer vuestra parte!” explicándoles a los chicos que la verdadera ocupación tendría que hacerse pidiéndole a los educadores que den clases también por la tarde para hablar de cultura, de legalidad, de actualidad. “Pero estamos hablando” responde otro estudiante “de una generación que prefiere pensar en el presente, porque no quiere mirar al futuro porque éste es demasiado oscuro. No vemos una mejora entonces nos divertimos y pensamos en el hoy y nada más, si de todos modos nos mantienen nuestros padres”. Una realidad dramática que refleja en estas palabras el sentimiento de muchos jóvenes de nuestra pobre Italia. Pero desde las últimas sillas del hall del instituto, una estudiante de jurisprudencia muy graciosa alienta a los chicos: “Yo tengo apenas unos pocos años más que vosotros y se que a vuestra edad no se piensa en ciertas cosas, pero os aseguro que después de haberlo entendido tuve que correr para recuperar el tiempo perdido porque comprendí que tengo que luchar por mi futuro”.

Con un tono calmo pero determinado les transmite que ha comprendido cuán importante es la búsqueda de la verdad y cuán indispensable es oponerse al sistema corrupto para poder cambiar las cosas y decidir estar del lado de la legalidad. “La libertad es un derecho” continúa “pero en el momento en el que aceptamos el chantaje perdemos nuestra libertad. Por lo tanto comencemos a decir que no a estos cotidianos actos ilícitos”. Un aplauso manifiesta el consenso por sus palabras, pero otra joven rompe una vez más el hechizo de la esperanza: “La mafia existirá siempre” afirma con rabia y luego cuenta un episodio ocurrido precísamente hace pocos días, cuando incendiaron una furgoneta “solo porque el propietario no había pagado el pizzo (peaje mafioso)”. “Pero si para tener esa furgoneta” continúa la estudiante “que servía para trabajar, esa pobre familia había tenido que pedir un crédito ¿me podéis explicar qué tiene que hacer un padre de familia para darle de comer a sus hijos? ¿Qué tiene que decirles a esos hijos?” ¿Cómo se puede responder a estos jóvenes que quieren que los adultos les respondamos con cosas concretas, con coherencia, y no con lindos discursos, cómo se les puede responder a estos jóvenes que se ven obligados a convivir con el miedo y para los que la ley de silencio mafioso es el único camino para fingir que está todo bien? Si de todos modos las cosas no cambian.

“Mi generación ha perdido, ha fracasado” confiesa Giorgio Bongiovanni a los jóvenes “tenéis razón. Tenéis razón en ocupar las escuelas, es más, tenemos que agradeceros porque no sois unos vándalos... Vuestra rebelión es mucho más avanzada a nivel espiritual interior de la de nuestra generación que se revelaba salvajemente en contra de las instituciones, incluso cometiendo delitos en muchos casos... el Frente de la Juventud, Lucha Continua... No tengo nada que reprocharos, simplemente tengo que pediros disculpas porque yo, nosotros, los padres en general, hemos fracasado en esta sociedad que no os ha dado un futuro.
Solo puedo pediros humildemente: acompañadme y digo a mi porque no sé como piensan los demás, acompañadme en esta búsqueda de la verdad, yo puedo prometeros solo que daré la vida por vuestro futuro. Claro que no tenéis que ser malcriados o caprichosos, tenéis que asumir vuestras responsabilidades pero sé que cuando alguien amonesta a otra persona tiene que estar limpio, mientras que mi generación se ha ensuciado ¿sobre qué os puede reprender? ¿Qué ejemplo ético os puede dejar? Lo único que os puedo decir: Chicos, no os equivoquéis. No cometáis el mismo error que cometimos nosotros: desinteresarnos por vuestro futuro, en cambio tenéis que organizaros, luchar por el futuro de vuestros hijos. Yo soy un padre que quiere redimirse, no quiero irme de vacaciones, ni ver el partido de fútbol, lo único que quiero es encontrar la verdad con tal de que algún día mis hijos puedan decir: nuestro padre no fue alguien que se desinteresó, no fue alguien que se corrompió. Él se esforzó, luchó por nosotros. Antes de amonestaros o indicaros un camino, los padres tenemos que tener la humildad de admitir lo que no hicimos por vosotros”. Los chicos asienten, comparten ese discurso, se predisponen a escuchar de una forma diferente, se sienten comprendidos. “Ser normales en esta ciudad significa ser héroes” afirma Simone Cappellani, uno de los cuatro representantes del movimiento de Salvatore Borsellino, mientras que Giulia Rizzuto alienta a los chicos a comunicarse con el movimiento de las “Agendas Rojas” de Palermo a través de Facebook, invitándolos a las manifestaciones en defensa de los magistrados, la próxima se realizará el 6 de Diciembre frente a la comisaría de la ciudad, para reclamar al estado que la escolta del Juez Di Matteo reciba en dotación el dispositivo “bomb-Jammer”. “Tenéis que ser parte activa” exhorta “si estáis vacíos, todos os pueden manipular porque os falta la conciencia crítica y cuando vayáis a votar terminaréis votando precísamente a quien no tendríais que votar”.

“Al final el Estado somos nosotros” concluye Simone “tenemos que recuperar nuestra dimensión de comunidad”.

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