ANTIMAFIADUEMILA

Conocimos a Gioacchino Genchi hace más de diez años. A menudo lo encontramos en su despacho cuando todavía era consultor informático de las fiscalías, cuando pasaba horas frente a la computadora desentrañando listados de llamadas telefónicas para reconstruir minuciosamente los contactos entre los diferentes investigados, fueran éstos mafiosos u hombres políticos locales y nacionales.

De su historia profesional conocíamos su colaboración con Falcone y Borsellino, así como también su trabajo de meticuloso investigador para el pool Falcone-Borsellino, en las investigaciones sobre los atentados de Capaci y Via D'Amelio. Durante años defendimos con convicción a Gioacchino Genchi y a su accionar de los vergonzosos ataques lanzados, transversalmente, por un mundo político connivente, que veía en él a un enemigo al cual derribar. De alguna manera el ensañamiento político-judicial-mediático, del que ha sido víctima – y que desembocara finalmente en su destitución de la Policía – reveló, como fruto de sus investigaciones el oprobio de una clase dirigente unida a cierta magistratura y a algunos exponentes de las fuerzas del orden, integrados completamente dentro de un poder criminal. Junto a muchos italianos honestos nos hemos opuesto a esa reptante forma de violencia y hemos apoyado a quienes como él han osado enfrentar a ese sistema mafioso. Pero hoy no logramos comprender lo que mediáticamente ha sido definido como “la nueva vida garantista de Gioacchino Genchi” en su carácter de abogado. No compartimos en absoluto su decisión de defender a un personaje cercano a los ambientes mafiosos como el ex presidente de Confindustria Caltanissetta, Pietro Di Vincenzo, condenado en 1º grado a 10 años de reclusión por extorsión, por el cual actualmente se está celebrando un proceso ante la Corte de Apelaciones de Caltanissetta, en relación a la confiscación de algunos bienes de su propiedad equivalentes a 265 millones de euros
Para el fiscal general Roberto Scarpinato, Di Vincenzo formaba parte de un verdadero sistema mafioso y habría sido favorecido por su cercanía al ex “Ministro” de Obras Públicas de Cosa Nostra Angelo Siino. Para Gioacchino Genchi en cambio Pietro Di Vincenzo habría sido solo una “víctima” de la mafia. Encontrar en los tribunales a un profesional como Genchi, con su historia, que intenta desestructurar el trabajo de un magistrado como Scarpinato, con su historia, para tratar de defender a su propio cliente es algo que desorienta gravemente a quienes han conocido al ex consultor de las fiscalías bajo un hábito diferente.
Es más que justo que Gioacchino Genchi restablezca su posición profesional después de lo que ha sufrido injustamente. Pero aquí se trata de elegir a quién se quiere defender y qué camino se quiere seguir. La vida de todo hombre se ve marcada constantemente por elecciones de vida que determinan una dirección en lugar de otra. Muchos “justos” que han trabajado en esta tierra han elegido de qué parte estar manifestando hasta al final un espíritu de servicio que ha dejado su huella. En una ciudad como Palermo, más que en cualquier otro lugar, uno se ve obligado a elegir de qué parte estar.
La “deuda moral” que cada uno de nosotros tiene frente a estos “justos” tiene que ser honrada por medio de elecciones conscientes. Con coherencia, sacrificio, humildad, determinación, hasta incluso ir más allá de nuestras posibilidades para no traicionar esos ideales de los cuales nos hemos hecho portadores.
Es por ello que desaprobamos la decisión de Gioacchino Genchi de defender a Di Vincenzo, ya que lo consideramos una traición de los principios que él mismo supo honrar mientras luchó en contra de la mafia y de esos sistemas criminales que dominan nuestro país. Por lo tanto no se trata de quedar “sorprendidos” manifestando “críticas” inútiles, y mucho menos puede valer la comparación que el mismo Genchi realizó en referencia a su elección, discutible seguramente, de algunos fiscales de pasar de la función de fiscales a la de Jueces de la Corte en el mismo distrito judicial.
Nuestro razonamiento es más profundo y concierne exclusivamente la esencia de la elección realizada. Más allá de las palabras son siempre las acciones las que cuentan y que califican la vida de un hombre. Sin ningún tipo de rencor, pero si con mucha franqueza.