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lodato200SAVERIO LODATO: “!QUE MANCINO HABLE!”
Por Saverio Lodato – 23 de octubre 2012
Distinguido Señor Nicola Mancino, me dirijo a Usted como privado ciudadano, con la intención de hacerlo par a la par – es decir, de privado ciudadano a privado ciudadano- aún conociendo su curriculum: el curriculum de alguien que, indiscutiblemente, ha Sido el Estado, habiendo Usted ocupado los cargos de ministro del Interior, presidente del Senado, vicepresidente del Csm (Consejo Superior de la Magistradura).
Me permita que le diga que usted ha armado un lío.
Los italianos, un pueblo al que se le pide que cargue sobre la espalda no solo una cruz, sino varias cruces contemporaneamente, se dejan detrás un verano de polémicas y venenos sobre ese maldito tema de la mafia, que data en nuestro País de hace más de 150 años. Son cosas que Usted sabe, habiendo Sido Estado, por tanto tiempo, el Estado. En este affaire, Usted será engarzado por parte de los históricos como uno de los protagonistas, o quizás el principal. No se si es justo o equivocado, en base a indicios o pruebas ciertas, por íntima convinción o mala intención de alguien, pero Usted, junto con otras once personas, se encuentra como imputado por la negociación Estado-Cosa Nostra que tuvo lugar antes, durante y después de los atentados del 1992-1993.
El no querer reconocer acto de esta condición, el temor de las consecuencias, su –humanamente comprensible- “no lo acepto”, es la causa desencadenante de ese gran lío en el cual Usted, primero ha involucrado a Loris D’Ambrosio, consejero del Quirinal*, y después al mismo Jefe del Estado, en la persona de Giorgio Napolitano. En aquel momento Usted agarró el teléfono. Manifestó sus protestas. Pidió ayuda. Solecitó al Quirinal que desviara el curso natural de la investigación a su cargo. No sabía que usted era interceptado, pero lo era. Y legítimamente, siendo hoy un privado ciudadano. Y precisamente Usted, que ha Sido el Estado, admitirá que el contenido de esas telefonadas suyas con el consejero D’Ambrosio (otros Poderes, mucho más grandes que yo y que Usted, se están ocupando de blindar el secreto in saecula saecolorum de aquellas entre Usted y el jefe del Estado), es un bien que haya sido puesto en conocimiento de los italianos. Los italianos pretenden saber. ¿Qué es lo que quería decir cuando decía que no quería quedarse solo con la vela en la mano, que se sentía un hombre solo, y que hay que defender a este hombre solo y que si no se defiende a este hombre solo llamaría en causa a otras personas? Palabras desentonadas, pronunciadas por una persona con un curriculum como el suyo. Hubiera podido decir que no sabía nada de esa negociación; que había caído en esa investigación por equivocación; que no sabía de lo que estaba hablando. Claro. Cada uno dice lo que le parece. Pero lo que ha dicho es lo único que no habría tenido que decir. Es evidente que Usted sabía, y sabe, de lo que está hablando. Se ha desencadenado una tempestad en un vaso de agua: un complot contra el Quirinal; insultados los magistrados “reos” de haber interceptado al Jefe del Estado; elevado un conflicto de atribuciones entre los poderes, sobre lo cual la Corte Constitucional dirá lo suyo.

Ahora usted ha vuelto a la sombra. Distinguido Señor Nicola Mancino, a este punto tiene solo un deber: colaborar con la justicia italiana. En el recuerdo de Falcone e Borsellino, se arrepienta. Devenga en el nuevo Buscetta de mafia y política. Diga los nombres de esas “otras personas” a las cuales, crípticamente, aludió en esa telefonada al consejero D’Ambrosio: los nombres de aquellos que trataron con Cosa Nostra. Diga lo que ofrecía el Estado y lo que pedía la mafia. Y porque la negociación se estancó. Y explíquenos porque, durante casi una media docena de años, se presentó en la televisión mostrando la página blanca de su agenda – el 1º de julio del 1992, día que le nombraron ministro del Interior-, para demostrar que no había encontrado nunca a Borsellino, mientras después recordó, en un complaciente salón televisivo, al día siguiente de quedar inscripto en el registro de los indagados, que sí, efectivamente ese día Borsellino Le había dado la mano pero no recuerda que cara tenía.

Si las relaciones de la mafia con la política, las instituciones, la economía y la finanza no serán cortados de raíz la mafia permanecerá exactamente en el lugar que ocupa ahora. Cuente todo lo que sabe. Le serán gratos los italianos, el Jefe del Estado, la magistratura de Palermo. Y quedará en paz con la conciencia.

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Tratto da: Il Fatto Quotidiano

Quirinal: Residencia del Jefe de Estado italiano.

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