DATAGATE, O BIEN, EL ARTE DE FINGIR ESTUPOR Por Giulietto Chiesa - 2 de Julio de 2013
Ahora lo han llamado “Datagate” (inspirados en el famoso Watergate que hundió a Richard Nixon), pero habrían podido llamarlo “Echelon-2”, ya que es nada menos que una reedición del escándalo que reveló a los europeos la desagradable circunstancia de haber sido espiados larga e impunemente por el gran aliado del otro lado del Océano, hace ya una decena de años. Ahora el gran aliado se ha quitado la máscara mostrando su rostro marmoreo de “Gran Hermano”. Ahora sabemos, gracias al Sakharov de nuestros días, Edward Snowden, que los Estados Unidos, mejor dicho, su “Spectre”, denominada NSA (National Security Agency) espía a todo el mundo, en todas las direcciones, con todos los medios que pueden ofrecer las tecnologías modernas. Y Washington cuenta con todas ellas ya que es allí donde todas fueron inventadas.
El tema es que Washington espía no solo a los malos, sino también a los buenos, es decir a sus aliados. Algo que ofusca de manera fatal la justificación que habría podido adoptar (y de hecho adopta) según la cual esta fea acción (mirar por el agujero de la cerradura) sería realizada para identificar y atacar con tiempo a los terroristas. Pero ocurre que gente como, por ejemplo, Van Rompuy, o Emanuel Barroso, hasta ayer no habían sido considerados terroristas por Washington.
Ya se, ya se que son muchos, en Europa, quienes los consideran terroristas, y con razones bastante discretas. Pero en otro sentido, no menos peligroso. En todo caso Washington los considera amigos (oficialmente). Y entonces uno se pregunta ¿cómo puede ser que la OTAN ponga micrófonos en las oficinas del Palacio de Bruselas Justus Lipsius, donde se sientan y trabajan los ministros de toda Europa. ¿Qué quieren saber de ellos? La respuesta es: todo. Quieren saber todo: cómo y con quien van a la cama, sus cuentas bancarias, dónde se encuentran atracados sus yates, dónde estudian sus hijos y adónde van sus mujeres y amantes a hacerse el pedicure.
Esto es lo más importante, porque les permite, a quienes escuchan, chantajear a quienes son escuchados. De lo que desciende, “por las ramas”, todo el resto. Ya que todos saben que ni siquiera los buenos son buenos al cien por cien, o las 24 horas del día, y por lo tanto podrían volverse caprichosos de un momento a otro. ¿Y qué ocurriría si se volvieran caprichosos? Tomemos por ejemplo el destino del pobre Strauss-Kahn: evidentemente se volvió caprichoso. Entonces decidieron aprovechar de alguna de sus numerosas “debilidades” y lo liquidaron.
De esta manera se explica el falso estupor de la cantidad de líderes europeos que se pronunciaron inmediátamente. Ellos saben perfectamente que son chantajeados. Si no lo supieran querría decir que son más estúpidos de lo que ya resulta evidente. Pero decir algo por el estilo no se puede: quedarías muy mal. Entonces se hacen ver escandalizados y sorprendidos. Luego agregan, por ejemplo, frases de este tenor: “si fuera cierto sería muy grave, sería horrible”. Indicando, de esa forma, un verdadero proyecto político, que consiste en pedir la creación de una comisión de investigación, para “comprobar la veracidad de las acusaciones” contra los Estados Unidos. Investigación destinada a durar algunos años y luego ser enterrada en algún archivo, lo mismo si se llegara a descubrir alguna verdad o que no se llegue a descubrir nada.
No cambia nada. Mientras tanto el mainstream ya se habrá olvidado del tema y habrá pasado a otro argumento y por lo tanto no dedicará más que algunas pocas líneas en la página Nº 57 a este tema que ya se habrá vuelto obsoleto. En cambio el público no sabe nada y se le toma por el pelo como se quiere, haciéndole creer que es él, el señor Fulano de tal en persona quien es vigilado por la NSA. De esta forma Fulano de tal se siente incluso un poco más importante de lo que creía ser: “¿Has visto? ¡Hasta a mi me controlan!”
En cambio de él no le importa nada a nadie. Es obvio que también espían a Putin, a Xi Jinping y a Rohani. O bien entre los que ya pasaron a mejor vida: Yasser Arafat, Muamar Gadafi, Saddam Hussein, Osama bin Laden, Slobodan Miloševic. Pero esto todos están dispuestos a aceptarlo. Son los más malos. Aquellos a quienes es mejor primero espiarles y luego, si es posible, matarlos. Si no es posible matarlos, al menos crearles problemas, hacerles la vida difícil. El hombre de la calle está listo para dar su pleno apoyo a esta misión.
Más difícil es explicarles porqué le ponen la correa a los mayordomos que lo gobiernan y que sin lugar a dudas son personas “correctas”. Así se expresan también muchos de los opinólogos calificados, uniformándose con el sentir común de los que ya han sido lobotomizados.
Todos miran el dedo y no miran la Luna. En la Luna está escrito, en letras claras: todos sois súbditos del Imperio. No contáis para nada. Europa tiene una soberanía limitada, es más, muy limitada, así como la que tenían los satélites de la ya difunta Unión Soviética. Quienes levantan la voz saben que serán castigados. Es por ello que casi nadie alza la voz.
Parecería que no tiene nada que ver con el tema del que estamos hablando. En cambio tiene mucho que ver. En estos días salió a la luz la revelación de que Cossiga, que en ese entonces era Ministro del Interior, aparentemente se encontraba en Via Caetani, vigilando las modalidades con las que se descubriría el cadáver de Aldo Moro, apenas dos horas antes de que Valerio Morucci hiciera la famosa llamada telefónica anónima. ¡Qué coincidencia! O bien lo sabía de antemano. Pero Cossiga me interesa menos. Me interesa recordar que Aldo Moro, el apacible Aldo Moro, había tenido el atrevimiento de empecinarse ante Henry Kissinger.
Los falsos estupores de los líderes frente al Datagate son las estrategias de los viles, que no tienen la más mínima intención de obstaculizar los planes del Gran Hermano. Así es si os gusta. Si no os gusta tendréis que echarlos.
http://www.ilfattoquotidiano.it/2013/07/02/datagate-ovvero-larte-di-fingere-stupore/643223/