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Por Giorgio Bongiovanni - 25 de abril del 2020

7 de febrero del 2011. Italia está conmovida por la muerte de cuatro niños romaníes, Raúl, de 4 años, Fernando, de 5, Patrizia, de 8, y Sebastián, de 11, fallecidos en las llamas de un incendio abrasador causado por la chispa de un brasero dentro de su humilde vivienda. Estaban solos, acurrucados en el frío y dormidos. Al día siguiente, hablando en Radio 24, Tiziana Maiolo, en ese momento portavoz milanés de Futuro y Libertad (el partido de Gianfranco Fini), dijo textualmente: "Es más fácil educar a un perro que a un rom. Los perros y los niños se pueden educar, pera no los romaníes, es más fácil educar a mi perrito. Los niños son como los perros: se los puede educar. Los rom hacen pipí en las paredes: ¡pero mi perrito no hace pipí en las paredes!". La misma Maiolo, al día siguiente, renunció a ser portavoz de FLI, disculpándose por esas frases tan indecentes y tan poco felices.

Años después, el tema cambia, pero la insolente violencia de las palabras permanece.

En la mira de la periodista y ex política de mil rostros (que ha pasado de la extrema izquierda a los radicales, luego a la derecha de Fini, para terminar convirtiéndose en paladín de Berlusconi y del partido fundado por un condenado por asociación mafiosa como Marcello Dell'Utri) ahora está el magistrado y consejero togado del CSM, Nino Di Matteo.

Un artículo lleno de veneno, publicado en las páginas del Riformista (protagonista de la época de los ataques a los fiscales antimafia) para dar los "buenos deseos de cumpleaños" al magistrado, nacido el 26 de abril, con muchas "velitas" de insultos.

No tenemos nada personal contra la Sra. Maiolo, pero no podemos permanecer en silencio frente a la enésima secuela de ofensas y mentiras que lleva impresa su carta contra los magistrados.

Un "disco" continuo contra Nicola Gratteri, Nino Di Matteo y Roberto Scarpinato, los fiscales de la Tratativa Estado-mafia en primera y segunda instancia, y ex magistrados como Gian Carlo Caselli o Antonio Ingroia.

En estas semanas, en las que el país atraviesa la emergencia del coronavirus, el debate se ha encendido con la liberación de los jefes mafiosos, los de las masacres, de todas las figuras que han atentado contra la democracia de nuestro país al son de bombas. Una verdadera bofetada en la cara a tantas víctimas, a los familiares de víctimas de la mafia y a los ciudadanos honestos.

Hemos visto cómo, contra los magistrados que primero dieron la alarma sobre las excarcelaciones, ocurridas temporalmente después de los enfrentamientos en varias instituciones penitenciarias de Italia, se levantó un verdadero alboroto.

Este clima de odio contra la magistratura, para nosotros, no ha sido casual.

Y no es casualidad que el propio Di Matteo sea atacado en este momento. Vale la pena mencionar que el fiscal ha sido objeto de una condena a muerte, nunca revocada, por parte del jefe de jefes Totò Riina y el súper fugitivo Matteo Messina Denaro, con el Tnt que, según lo declarado por el jefe, hoy arrepentido, Vito Galatolo, ya había llegado a la capital siciliana. Un proyecto de atentado que, según lo escrito por los fiscales en el decreto que ordena el archivo de la investigación, "todavía está en marcha". En su contra, en los últimos días, ha habido un verdadero bombardeo de varios profesionales y viejos periodistas, ex políticos dentro de ese partido (Forza Italia) fundado por un hombre condenado por asociación mafiosa (Marcello Dell'Utri) y por alguien que, como está escrito en las sentencias, la pagaba a la mafia (Silvio Berlusconi).

Sin pausa

En los últimos días, el presidente de la Unión de Cámaras Penales, Gian Domenico Caiazza, puso el grito en el cielo por algunas palabras dichas por el consejero togado del CSM, "culpable" de haber comentado sobre la liberación del jefe Bonura que estaba bajo el régimen del 41 bis, explicando que ese acto puede ser leído como "una señal tremenda que corre el riesgo de parecer una rendición del Estado ante el chantaje de organizaciones criminales que se ha materializado con la violencia y las protestas de las últimas semanas en las cárceles de toda Italia". No es raro (y en este caso no me estoy refiriendo específicamente a la intervención del presidente Caiazzo) que detrás de ciertas intervenciones y ataques haya círculos específicos del poder, criminales, para criminales o masónicos que tienen el claro intento de descalificar no sólo a toda una categoría, sino también a hombres en particular.

Un "modus operandi" que hemos visto repetirse a lo largo de nuestra historia desde los tiempos de Giovanni Falcone y Paolo Borsellino.

En varios juicios, el colaborador de justicia Antonino Giuffrè dijo que, en lo que respecta a los asesinatos deliberados de fines de 1991, contra políticos, magistrados y sujetos institucionales "hubo un trabajo de aislamiento de las víctimas y hubo un trabajo de deslegitimación. Cuando se pensó que el discurso estaba maduro, por ejemplo, sobre Falcone y Borsellino, actuamos". Antes de actuar, sin embargo, se había "tomado el pulso".

El aislamiento, por lo tanto, fue un paso clave. Y eso es lo que está sucediendo también a través de ciertos ataques que van más allá del legítimo derecho de crítica, llegando al nivel personal.

Siguiendo el ejemplo de la víspera del cumpleaños, el artículo de Il Riformista está lleno de desprecio e insultos. Se cuenta una historia mistificada cuando, entre líneas, el magistrado es acusado de haber tenido la responsabilidad de la "construcción de escritorio de un falso arrepentido de la mafia", Vincenzo Scarantino, cuando se sabe que las investigaciones en las que "se había vestido el títere" son las que se desarrollaron entre 1992 y 1994.

Se usa la rabia de Fiammetta Borsellino para criticar al magistrado, incluso llegando a afirmar que "el proceso - farsa siguió adelante con su presencia hasta 2017, cuando no los jueces, sino un 'arrepentido' llamado Spatuzza les resolvió el caso".

Ya en otras ocasiones hemos explicado en ANTIMAFIADuemila por qué Di Matteo no tiene nada que ver con el despiste de la investigación. Recordemos que el fiscal de Palermo sólo se ocupó de manera marginal de las investigaciones que surgieron en el llamado "Borsellino bis", donde ingresó a un debate ya iniciado, mientras que instruyó por completo el "Borsellino ter", la sección dedicada a determinar las responsabilidades internas y externas a Cosa Nostra que condujeron a la sentencia definitiva de jefes del calibre de Giuseppe Calò, Raffaele Ganci, Michelangelo La Barbera, Cristoforo Cannella, Filippo Graviano, Domenico Ganci, Salvatore Biondo (clase '55) y Salvatore Biondo (clase '56). Un proceso que no se vio afectado por la "revisión" que ha preocupado al "uno" y al "bis".

Tal vez Maiolo debería releer los archivos. También debería leer las 5.000 páginas de sentencia del Tribunal Penal de Palermo sobre la Tratativa Estado-mafia, en lugar de detenerse en las 500 de la sentencia Mannino que, vale la pena recordar, fue absuelto por "no haber cometido el hecho" y no porque "el hecho no exista". También debería releer la sentencia Dell'Utri. En las motivaciones de la condena a siete años por concurso externo, se dice claramente que durante dieciocho años, de 1974 a 1992, el ex senador fue el garante "decisivo" del acuerdo entre Berlusconi y Cosa Nostra con un papel "relevante para ambas partes".

Ahora bien ¿qué hay detrás de estos artículos que continuamente atacan a los fiscales en este momento tan difícil?

En nuestra opinión, estas no son acciones casuales sino causales.

Y no es sólo porque estos magistrados han puesto en evidencia cómo, aprovechando la emergencia del coronavirus, se ha abierto una brecha para los jefes dentro de las cárceles italianas (por cierto, esperamos que sea incisiva la intervención del Ministro de Justicia en el Dap que estaría preparando una nueva circular según la cual las solicitudes de los detenidos pertenecientes al circuito de alta seguridad o sometidos a 41 bis, a su llegada a la magistratura de supervisión, deben enviarse a los fiscales nacionales antimafia y de distrito).

Existe una sospecha legítima de que se está aprovechando la emergencia del coronavirus para volver a proponer viejos argumentos y deslegitimar a los magistrados que luchan en primera línea contra la mafia y los grandes poderes aliados.

Una vieja metodología, desafortunadamente ya usada muchas veces que, como hemos visto a lo largo de nuestra historia ha llevado al aislamiento, a la deslegitimación y a los ataques al Estado. "A veces vuelven" se llamó la película de 1991, basada en la historia de Stephen King, que da título a la colección del mismo nombre. No quisiéramos que, después de casi veintiocho años, después de las masacres de Capaci, vía d'Amelio, Florencia, Roma y Milán, estos fantasmas y monstruos regresen.

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*Foto de Portada: © Imagoeconomica

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