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El nuevo subjefe del Dap, Tartaglia, está en la mira antes de empezar

Por Giorgio Bongiovanni – 29 de abril del 2020

Ni siquiera tuvo tiempo de comenzar su trabajo como subjefe del DAP (hoy el pleno del CSM autorizó la confirmación de su nombramiento en otro rol) que el fiscal Roberto Tartaglia está en la mira de los habituales "periódicos" y comentaristas "anti Tratativa Estado-mafia". Esta vez el protagonismo lo tiene Il Riformista, dirigido por Piero Sansonetti (en la foto).

"Un pequeño Di Matteo a cargo de las cárceles. ¡Santocielo!" titula en la portada. Y luego, en el interior: "Un gran trabajador, antimafioso de profesión".

Por supuesto, no había necesidad de leer el periódico de hoy para saber cómo piensa Sansonetti sobre ciertos temas. Él es uno de los que afirmó abiertamente que "la tratativa Estado-mafia fue sacrosanta" porque "salvó vidas humanas", a pesar de ser un hecho que, después de ese diálogo habido entre carabineros del ROS y el alcalde mafioso de Palermo, Vito Ciancimino, no se salvaron vidas, por el contrario, murieron víctimas inocentes en los atentados de Via d'Amelio, Florencia, Milán y Calabria.

Bombas que, nos guste o no, fueron de alguna manera percibidas como una amenaza por los altos niveles de nuestras instituciones. Basta recordar el testimonio del ex Jefe de Estado, Giorgio Napolitano, del cual nuestro columnista y escritor Saverio Lodato también habló varias veces, quien, escuchado en una audiencia extraordinaria en el Quirinale, el 28 de octubre del 2014, dijo claramente que las bombas de 1992 y 1993 fueron para el Estado un "chantaje con fines desestabilizantes para todo el sistema".

Ciertos argumentos, hoy vuelven con fuerza a la palestra, cuando hay magistrados que lanzan un grito de alarma sobre la excarcelación de una serie de jefes mafiosos detenidos bajo el régimen de Alta Seguridad o del 41 bis.

Y he aquí que la prensa habitual vuelve a la carga, a priori, yendo más allá del derecho de crítica – que incluso puede ser duro – para expresar la libertad de pensamiento, pero sin conducir a un ataque desvergonzado contra la persona.

Cada vez que esto sucede nos invade un sentimiento de consternación. Muchas veces nuestro periódico se ha encontrado defendiendo los méritos de los magistrados de los ataques que provienen de los círculos más dispares (de la política, de otras instituciones, de funcionarios del Estado, abogados o intelectuales), pero de alguna manera nos sentimos heridos cada vez que estas invectivas provienen de una prensa que, ciertamente, puede expresar críticas y opiniones de manera constructiva, pero sin ir más allá de los hechos que, como se sabe, siguen siendo hechos y no pueden cancelarse.

¿Por qué estos ataques personales y gratuitos?

Esto es lo que sucedió hoy con Roberto Tartaglia, cuya figura ya fue menospreciada por haber sido parte del grupo de magistrados que tuvieron la osadía de llevar a juicio, además de a los jefes, también a oficiales del arma y ex senadores, obteniendo condenas muy pesadas en primera instancia. Como si tratar de arrojar luz sobre ciertos hechos fuera algo aberrante.

Pero sabemos que esa parte de la historia, tan incómoda de recordar y en la que todavía no hay una verdad completa, es indigesta.

En su doble artículo, Sansonetti escribe una larga serie de ataques desvergonzados, inexactitudes y falsedades que demuestran al menos cierta ignorancia (en el sentido de que no se conoce) en la exposición de los hechos que han surgido hasta ahora de sentencias y procesos. Desde las masacres, pasando por la Tratativa Estado-mafia, hasta la carrera del general Mario Mori, retratado como el "habitual" héroe estatal a pesar de que las mismas sentencias de absolución subrayan serias responsabilidades sobre ciertas acciones que tuvieron lugar, con respecto a no buscar en la guarida de Totò Riina y por el fallido asalto en Mezzojuso, donde Bernardo Provenzano se escondía en 1995). Una letanía repetida hasta el cansancio. Frente a un periodista de larga data como el director de Il Riformista, queremos pensar que es realmente por una arrogante suposición basada en la falta de conocimiento de los hechos. Aunque haya más de una sospecha de que pueda ser pura y simple mala fe.

Y no es sólo una cuestión de dialéctica. Porque cuando se usa la expresión "profesional antimafia" en forma sibilina y se cita a Sciascia, se trata de traer al presente viejas consideraciones, aunque, vale la pena recordar, esa frase nunca haya sido utilizada por Sciascia.

Sin embargo, cada vez que el objetivo tiene la cara de un magistrado, un investigador o un colaborador de justicia, se vuelve a hablar del profesionalismo de la antimafia.

Pero hay más. Porque Sansonetti mezcla falsedades para atacar, como si fuera un mantra, al fiscal Di Matteo y sobre Tartaglia propone una biografía publicada por Ansa, dando rienda suelta a una larga serie de maldades gratuitas. Dice Sansonetti: "Está escrito que investigó a los corleoneses de Totò Riina y que llevó a cabo investigaciones para la captura de Matteo Messina Denaro. Pero bueno: Riina fue capturado (por el general Mori, es decir, el que Tartaglia ayudó a llevar a juicio) en enero de 1993: Tartaglia tenía 10 años. Quinto grado. Y Messina Denaro, si no estamos mal informados, todavía está libre. Así es: las cárceles están ahora en manos de este hombre. El 'pequeño' Di Matteo".

Si las divagaciones hablan por sí mismas, puede ser útil revisar las acusaciones. Y es difícil entender cuál es el escándalo. De hecho, se reconoce el compromiso de Tartaglia con la investigación de la llamada Tratativa Estado-mafia, así como las decenas de investigaciones realizadas a los clanes, como la de 'Apocalipsis', que condujo al arresto de más de 100 jefes de la mafia y sobre la que se dice: "ha arrojado luz sobre las estructuras de las 'familias' más poderosas de Palermo, incluida la de los corleoneses de Totò Riina, y se ha ocupado de varias líneas de investigación sobre la búsqueda del jefe fugitivo Matteo Messina Denaro".

Pero Tartaglia, durante sus años palermitanos, también se ocupó de las medidas de prevención contra la mafia, y manejó a varios reclusos del 41 bis – Riina, Bernardo Provenzano y Salvatore Madonia, por nombrar algunos – e importantes colaboradores de justicia como Giovanni Brusca y Gaspare Spatuzza. Por todos estos motivos, su nombramiento como número dos del Dap aceptado hoy por el CSM, no puede sorprender a nadie.

Pero para los Sansonetti de turno, el verdadero problema tal vez sea otro. Y es que Tartaglia, junto con sus colegas, se encuentra entre esos magistrados que investigaron tratando de arrojar luz sobre las tramas oscuras entre la subversión negra, los servicios desviados y el crimen organizado. Todas cosas que surgieron durante los procesos, y que el "buen" general Mario Mori conoce. Pero los lectores de Il Riformista nunca oirán hablar de estas cosas.

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*Foto de Portada: © Imagoeconomica

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