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Los jefes en prisión aplauden al Ministro de Justicia

Por Giorgio Bongiovanni-15 de julio del 2020

"Están rompiendo la pija". Sí, justamente así. La referencia es a Massimo Giletti, conductor de Non è l'Arena, y al magistrado Nino Di Matteo, que fue invitado a ese programa. Esas palabras, pronunciadas por el jefe de Brancaccio Filippo Graviano, hermano de Giuseppe, fueron reportadas en un informe del GOM incluido en el libro, U Siccu "Matteo Messina Denaro: el último jefe de jefes" (Rizzoli), escrito por el sub director de L'Espresso, Lirio Abbate. Y si el primero en hablar con el diario "La Repubblica" fue Salvo Palazzolo, el primer comentario en este periódico fue de nuestro editorialista Saverio Lodato.

Ahora bien, honestamente, no podemos no volver sobre el punto porque cuando un jefe de la estatura de Filippo Graviano, al que los colaboradores de justicia definen como la "mente financiera" de la familia de Brancaccio, junto con otros, llega a maldecir a Nino Di Matteo y Massimo Giletti, el tema merece ser profundizado.

El ministro de Justicia podría decir: "¿Y yo qué tengo que ver con esta historia?". Bueno, tiene que ver desde el momento en que los jefes de las masacres dijeron algo más, al aplaudir el trabajo del ministro ("El ministro hace su trabajo y ellos rompen la ...", dijo Graviano mientras hablaba en voz alta con el 'ndranghetista Maurizio Barillari).

Debe recordarse que el tema debatido en esos meses en Non è l'Arena era la excarcelación de varios jefes mafiosos, detenidos bajo el régimen del 41 bis, debido a la emergencia de Covid-19. Tema que cobró "vigencia" sólo después de una larga serie de alarmas lanzadas por la magistratura, algunos organismos de información y familiares de las víctimas de la mafia, debido a las medidas que devolvieron a la cárcel a varios prisioneros que habían obtenido arresto domiciliario o aplazamiento de la pena. El 10 de mayo, entonces, se volvió a hablar con valentía del sonado retroceso del ministro Bonafede, que se echó atrás en la decisión de nombrar a Di Matteo como jefe del DAP.

El ministro Bonafede tiene que ver porque los jefes asesinos, conocedores de los secretos de las masacres de Estado, alzan sus voces y aplauden sus acciones y, por el contrario, acusan a Nino Di Matteo, al que no querían como director del Departamento de Administración Penitenciaria en el 2018, y a Giletti.

Y cuando los jefes mafiosos hablan, nunca es por casualidad. Porque también a partir de estas señales podemos extraer elementos para nuestros análisis.

Y como hemos dicho varias veces, queda claro que el hecho de no nombrar a Di Matteo en el DAP fue una decisión equivocada del ministro Bonafede. Más aún si consideramos que el Guardasellos, como él mismo admitió, estaba al tanto de los informes del GOM sobre las protestas de los mafiosos que no querían a Di Matteo como jefe de las cárceles italianas. La única respuesta lógica a esas quejas, si realmente quería mostrar fortaleza ante los deseos de los jefes, era nombrar al magistrado en ese cargo.

En cambio, Bonafede hizo lo contrario. Tal vez no fue presionado por los jefes mafiosos, pero les gustó el cambio y, al leer los nuevos comentarios del jefe de Brancaccio, la sospechase vuelve legítima.

Esto es lo que deben entender los periodistas que siempre han estado atentos y comprometidos con el análisis de los hechos graves, y no tanto, mafiosos o no, como Marco Travaglio. El director de Il Fatto Quotidiano en estos días se ha dedicado, con razón, a reconstruir todo el panorama de investigaciones, escándalos, juicios y sentencias referidos al universo de Silvio Berlusconi. Baste recordar, por ejemplo, los hechos comprobados en la sentencia de condena a siete años por concurso externo en asociación mafiosa de Marcello Dell'Utri, amigo y cofundador del partido Forza Italia, que demuestra que el entonces empresario Berlusconi en 1974, con la intermediación de Marcello Dell'Utri, había cerrado un pacto con altos representantes, altos jefes de Cosa Nostra palermitana. Pacto de protección y apoyo mutuo. Y que ese pacto se había respetado desde 1974 hasta, por lo menos, fines de 1992.

Travaglio recordó acertadamente los hechos frente a la grave y trágica voluntad de sujetos como Prodi, y otros como él, que sensacionalmente parecen querer sacar a Berlusconi de la galera para ofrecerle una nueva vida política.

Pero al mismo tiempo, Marco Travaglio insiste en no contar la otra cara de la moneda del mundo político, el de un gobierno (el actual, con la marca Cinco Estrellas-PD) que en la lucha contra la mafia permanece inmóvil. Porque no alcanza con algunas buenas leyes y reformas (voto de intercambio, corrupción, bloqueo de la prescripción) para lograr un equilibrio positivo. Sin embargo, el ministro Bonafede, que no está en colusión con la mafia, ha cometido una larga serie de errores y detrás del "No" a Di Matteo (nunca aclarado) se entrevén presiones ulteriores. Es el mismo Di Matteo quien lo recordó en la Comisión Parlamentaria Antimafia: "Bonafede insistió varias veces, y cuando se despidió me dijo 'Me siento mal, por favor piense en ello, para este otro trabajo no tenemos oposiciones ni falta de aprobación".

¿Cuándo explicará el ministro el significado de esas palabras?

Por el momento no se sabe. En tanto, encontramos a un presidente del Consejo que ha hecho un excelente trabajo en el frente europeo y en la gestión de la emergencia del coronavirus, pero que sigue haciendo oídos sordos a este tema, confiando en un Ministro de Justicia inepto e inexperto y en un Ministro de Interior que en la lucha contra la mafia no deja ninguna huella.

Y esto sucede mientras las mafias continúan aumentando sus ganancias, llegando a invertir en el mercado de valores y obteniendo un gran capital gracias al tráfico internacional de drogas. Y en este último campo, la 'Ndrangheta tiene el monopolio mundial "embolsando" 80 mil millones de euros al año. Un mercado próspero que, según los dictados europeos, también se incluye en el cálculo del PBI. Provocativamente podría pensarse que nuestro país, así como varios países de Sud y Centro América, también es un "Narco Estado".

Pero es mejor no hablar de ciertas cosas. Es mejor no decirle nada a la opinión pública.

Aquí está el gobierno absurdo del "no cambio". Mientras tanto, Di Matteo, ya condenado a muerte por Totò Riina y el jefe súper fugitivo de Cosa Nostra Matteo Messina Denaro, ahora también con el prisionero Giuseppe Graviano, se ve nuevamente amenazado por los dardos de los jefes de las masacres, junto a un periodista. En el fondo, el terrible escenario de un regreso del "Caimán" Berlusconi, o quien él decida, es el signo del gatopardismo: "todo cambia, para que nada cambie". Y el sistema criminal del Estado-mafia bien, gracias.

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*Foto de Portada: ANTIMAFIADuemila/ Los hermanos Graviano, Giuseppe y Filippo, y Alfonso Bonafede

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