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Por Carolina Seijas de Our Voice-23 de mayo de 2019

“Que nos digan dónde están, contra la impunidad de ayer y hoy” fue la consigna utilizada este año en una nueva Marcha del Silencio organizada por Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos.

La lluvia marcó su presencia y dejó un gran mensaje este lunes 20 de mayo. No era solo el eco de los pasos por sobre las mínimas respiraciones al guardar silencio, la lluvia también hablaba de alguna manera.

Debido a la lluvia, desde un principio se percibía cierta incertidumbre sobre su realización, porque los uruguayos gustamos más quedarnos en nuestra casa, que cumplir con compromisos que no necesariamente son personales o familiares. Pero este lunes la lluvia no fue un impedimento: fue un impulsor, una fuente de energía.

Hemos de destacar la presencia de “los mayores”, quienes padecen la impunidad desde el día uno, que son los que vivieron las desapariciones y el terror en carne propia, y que podrían haber decidido resguardarse, dadas las condiciones, pero no lo hicieron. Así como debemos marcar con gran orgullo la presencia de la juventud. Personas dentro de un rango de 15 a 30 años de edad que nacieron una vez culminada la dictadura, y tuvieron que criarse en medio de las ruinas emocionales del pueblo. Personas que se apropian de la lucha sin pensarlo dos veces, con total empatía y hambre de verdad y justicia.

Nuevamente presentamos los títeres: cinco diferentes personajes que ayudan a contar la verdad. Cada personaje marchaba con su respectiva descripción, explicación. La desaparecida preguntando “¿Por qué no me encuentran?”, el militar aclamando ser “(Soy) traidor y cobarde”, el político afirmando ser “(Soy) el vendido”, el Plan Cóndor posicionándose como “(Soy) el sistema”, y la periodista que afirma que es “(Soy) el periodismo que calla”. El mensaje queda más que claro en el orden que se nombran y marchan.

Cuando la marcha llegó a su punto de finalización, con los personajes previamente posicionados, el público permaneció atento frente a tal manifestación. Allí estuvimos estáticos por treinta minutos, tanto personajes como los compañeros que sostenían los carteles y los que estaban de apoyo.

Con la lluvia como inspiración, parecía que habían relámpagos de la cantidad de personas que con sus flashes nos iluminaban constantemente.

La gota que derramó el vaso fueron los aplausos. La gente conmovida y nosotros orgullosos, felices de ser capaces de transmitir nuestro mensaje, nuestra posición de lucha frente a la situación.

La emoción nos inundó, las gotas no se sentían.

Por un segundo todo se redujo a ese momento mágico de conexión: de lucha mutua y de ansias de justicia.

Así concluimos nuestra participación en la vigésimo cuarta Marcha del Silencio en Montevideo: en denuncia de las aberrantes mentiras.

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*Foto de Portada: Carolina Seijas de Our Voice

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