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Barbara-Spinelli1EDITORIAL: CLIMA Y CRISIS  
por Bárbara Spinelli
El acuerdo europeo
Había una vez una confraternidad de voluntarios que pretendió ver, en Irak, los hongos atómicos inexistentes y las armas de destrucción masiva que no se encontraban. Lanzaron una guerra; en contra de estas quimeras, esparciendo caos en el mundo. Es extraño, pero hoy son esos mismos voluntarios los que piensan que es quimérico el desastre ambiental, que sin embargo existe y que son vanos además de costosos los planes de salvación de la Tierra. Mucho más vanos todavía en tiempos de crisis económica. El más explícito es el presidente del Consejo italiano que ha declarado: “Es absurdo hablar de clima cuando hay crisis: es como si uno con la pulmonía piensa en ir a la peluquería”. Se unen los europeos del Este, entre los que destaca el jefe de Estado checo: según Vaclav Klaus (próximo presidente del Consejo europeo), la batalla climática es un “estúpido producto de lujo”. No es el clima el que está en peligro, sino la libertad, amenazada por una ideología verde que “quiebra la confianza en el desarrollo espontáneo de la sociedad humana”. La política que se entromete es el comunismo planificador que regresa y la ecología es la reencarnación. Peor todavía: Alemania abdica al rol de guía que ha tenido en este campo.
La administración Bush ha guiado también esta coalición, como en Irak: la destrucción del planeta “no es el producto accidental de su ideología”.
“La destrucción es la ideología. El neo-conservadurismo es un poder que se expresa demostrando que puedes transformar en escombros cualquier parte del mundo”, escribe George Monbiot en The Guardian, denunciando a los “Nuevos Vándalos” del clima. La guía de los voluntariosos ha empezado a vacilar, con la elección de Obama, pero influye todavía en los afiliados. Su dicho es: “Hasta cuando no veamos la ruina aquí, entonces no existe. Quizás existirá para nuestros descendientes, pero, ¡que importan los descendientes!” Ayer vimos en Irak la pistola que echaba humo que no había. Hoy el planeta mismo es una pistola que echa humo y no lo ven..
El acuerdo europeo del viernes, ratifica, por suerte, el objetivo decidido para el 2020: reducir un 20 % las emisiones de dióxido de carbono, aumentar un 20 % las energías renovables, mejorar un 20 % la eficiencia energética. Pero el acuerdo está lleno de concesiones a los reluctantes: Italia, Alemania, Polonia están exentos de vínculos rígidos, como ha explicado Enrico Deaglio en La Stampa. Todos están contentos de la cumbre europea porque la unanimidad, cuando existe un fuerte disentimiento sobre temas fundamentales, da origen a acuerdos falsos y no elige entre las posiciones preservándolas insensatamente todas. Una parte de la Unión Europea no considera que la Tierra esté en peligro. No entrevé amenazas sino absurdos caprichos: “ir a la peluquería”, un lujo que abolir cuando hay que apretar la cintura en la economía.
Dicen que comportamientos similares son pragmáticos, atentos a los intereses nacionales. Así es como se presentó la revolución conservadora, cuando nació en los años 70 y teorizó el mercado que encuentra su equilibrio espontáneamente, sin incumbencias estatales o políticas. La burbuja financiera que se ha roto este verano ha demostrado hasta qué punto fuese irreal e ideológico este pragmatismo. Exactamente lo mismo sucede con el clima; solo que la burbuja, que es aún más enorme, se niega a desaparecer. El gobierno italiano por otra parte está aficionado a las burbujas, tan acostumbrado como está en jugar con la ilusión televisiva. Según Berlusconi “la crisis económica es psicológica, hecha de miedo anti-consumista”. Esto es lo que afirma en las elecciones de EEUU el consejero de McCain, el empresario Phil Gramm (“Esta es una recesión mental: nos hemos convertido en una nación de llorones”, dijo el Washington Times el 9 de julio 2008). Se ha visto cómo ha terminado esa engreída certeza. El sentido del tiempo de los que no se fían de la cuestión climática, está privado de conocimiento pragmático. Berlusconi añade que “esta no es la hora de los Don Quijote. Tenemos tiempo…”
No es verdad que lo tenemos y lo confirman no solamente los informes de la ONU del 2007, sino los datos más recientes. De aquí al verano 2013, el Polo Norte habrá perdido los glaciares. Y el permafrost en Siberia se está derritiendo, liberando metano letal. Lo repetimos desde hace meses: no había una crisis financiera como esta desde el 1929. Johann Hari ha escrito en el Independent que hace tres millones de años que no se veía el derretimiento del glaciar ártico
Los reluctantes tienen esto en común: son dirigentes que desdeñaron intensamente la política, que son voceros de las empresas más influyentes, que hacen referencia al Estado pero no para reforzar de verdad sus funciones. También por esta razón no entienden la existencia de una economía que destruye sin crear nada.
Para estas personas, la lucha contra la crisis, no tiene nada que ver con la lucha climática. Desconocen lo que tienen en común: las patologías, las oportunidades comunes, los pecados de omisión que la política ha cometido en ambos casos, que Jürgen Habermas ha ilustrado muy bien en la entrevista a Zeit del 6 de noviembre, y la indiferencia a largo plazo, hacia la posteridad. Los reluctantes se aferran a paradigmas de un mundo que ya es viejo, en el que no es la política la que impone el bien público por encima de los intereses constituidos, sino que son estos últimos los que mandan. Y mandan las industrias más contaminantes, no los grupos de presión verdes más débiles. Si no fuese así, la perspectiva sería muy diferente. El clima sería analizado no solo desde el punto de vista de los costos, sino de los beneficios.
La perspectiva sería la que el economista Marzio Galeotto ha ilustrado magistralmente, el 10 de diciembre en la página web www.lavoce.info. Se verían con claridad los daños evitados gracias a la disminución de las emisiones de gas invernadero. Es suficiente recordar el fuerte calor del 2003, que según la Organización Mundial de la Salud cobró 52.000 muertos en Europa. O el ahorro de gastos sanitarios, que se obtendrán si las emisiones disminuyen un 20 %: 51.000 millones de euros (76 con un recorte del 30). La independencia energética italiana aumentaría, con una ganancia de 12.300 millones de euros. En lo que se refiere a puestos de trabajo, ya actualmente la industria europea de las energías renovables da trabajo a más de 400.000 personas, con un volumen de negocios de 40.000 millones de euros (los puestos de trabajo aumentarán a dos millones en el 2020). Importantes inversiones en este sector crearían en Italia más de 100 mil ocupados en 12 años.
La crisis actual es una oportunidad, si crecimiento y energía verde van unidos. Es la tesis de Obama, que quiere crear 5 millones de puestos de trabajo e invertir 150.000 millones de dólares abandonando el petróleo: este recurso cada vez más caro, raro, que políticamente quema. No es por casualidad que haya elegido a un Nobel de física, el ecologista Steven Chu, como ministro de Energía. Los esfuerzos se concentrarán en el ahorro en la construcción y en el modernizar las casas (el 40 % de las emisiones de dióxido de carbono en Norteamérica proviene de ellas, según Al Gore). Estos son precisamente los esfuerzos que Roma abandona, no de cierto por pragmatismo, sino por cínico tedio. Las medidas adoptadas por Prodi, que facilitaban fiscalmente las obras domésticas de ahorro energético han sido abolidas.
Mientras sigamos pensando que todas estas crisis son “mentales”, no haremos nada, pensando que nada valga la pena. Es un poco como en la “Dolce Vita” de Fellini. En el campo romano, hay una familia de origen real que posee un chalet del 1500 un poco en ruina. El jefe de la familia pasea alrededor de las ruinas, sueña de poner un pilar aquí, una viga allí. Se queja con el hijo inerte, cansado de todo. “¿Pero que quieres que haga, papá?, contesta nauseado.
Es la cínica, ácida respuesta de un último vástago aristocrático. ¿Que queréis que hagamos por la Tierra? Los falsos pragmáticos la tratan como si fuera propiedad personal, que muere con ellos. Los profetas y videntes ven a largo plazo, el planeta por entero y piensan como los antiguos indios de América: “Nosotros no hemos heredado la tierra de nuestros antepasados, sino que la hemos tomado prestada de nuestros hijos”.

LA STAMPA

14 de diciembre 2008

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