Por Matías Gufantti, Coordinador sudamericano de Our Voice-18 de junio de 2019
Después de la última dictadura cívico-militar, el país, no había padecido una gestión en seguridad tan violenta y sangrienta, con una línea ideológica tan marcada hacia la extrema derecha.
La muerte, la represión a los pueblos originarios, a jubilados, a trabajadores; el gatillo fácil, la persecución política a medios y organizaciones políticas, sindicales y de derechos humanos y a parte de la justicia, más el agregado de políticas concretas que exteriorizan un constante desprecio por los más vulnerables, no se habían visto tan a flor de piel en nuestro país en estos últimos 36 años de democracia.
Pero como si esto no fuera motivo suficiente para llegar a la indignación extrema y a la impotencia, las declaraciones y respuestas a todos estos hechos nefastos, parecen sacadas de una película surrealista, donde todo se exagera para hacer llegar a los espectadores al humor. Lo triste es que todo esto no es una película. Es nuestra realidad.
Durante el día de ayer una chica de 17 años murió luego de agonizar dos días por un balazo en la frente de un policía que intentaba hacer un allanamiento en su domicilio sin orden judicial. Ella, Silvia Verónica Maldonado, que en el momento del operativo tenía a su bebé de 2 meses en brazos, intentó evitar el ingreso de las fuerzas de seguridad y sin dudarlo le dispararon. El operativo se estaba realizando en un barrio de Santiago del Estero, por el robo de una herramienta a un vecino, más específicamente: el robo de una amoladora. El Cabo Primero José Abraham, quien se declaró culpable del asesinato, horas antes le había dicho a la hermana de la joven: “Mirame bien a la cara, yo soy el que le metió el `cuetazo´ a tu hermana".
La indignación de gran parte del pueblo argentino no se hizo esperar, pero ¿cuál fue la respuesta de la Ministra de Seguridad de la Nación, señora Patricia Bullrich? Ninguna. Pero no sólo no se refirió a este caso que se sumó a tantos otros de gatillo fácil, en medio de un silencio que huele a permiso para que se siga adelante con la misma dureza injustificada a jóvenes inocentes, sino que decidió publicar en las redes un delirante video donde ella, de pie frente a un horno, tira paquetes de droga incautada a la antes famosa banda de la ciudad de Rosario ya desarmada, procesada y condenada hace años: Los Monos, y dice en textuales palabras: “¡COCAÍNA, MARIHUANA, PASTILLAS, PACO! Incineramos más de 2.200 kilos. Droga de bandas muy pesadas que pusimos tras las rejas como la de “Los Monos”, una de las más sangrientas del país. Droga que se incauta, droga que se quema. Así construimos una Argentina Sin Narcotráfico”. Palabras impresentables en un país donde reina la corrupción y el encubrimiento al narcotráfico, que no nos dejan más que impotencia ante la mentira que se lleva tantas vidas de nuestro pueblo.
Tuve la oportunidad de ver a la Ministra de Seguridad junto al presidente Mauricio Macri y la jefa de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso (hoy denunciada y acusada de no responder a los requerimientos más elementales y de negarse a suministrar información, entre otras cosas, a la Auditoria General de la Nación) en el seminario Antimafia Ítalo Argentino que organizó el Diputado Fernando Iglesias. Tuve la oportunidad de ver, en ese mismo seminario, cómo se le negaba la palabra al director de la revista Antimafia Duemila, Giorgio Bongiovanni, cuando quería hacer preguntas sobre los expedientes judiciales de las investigaciones italianas en los que se afirma que desde los puertos argentinos salen toneladas de droga, de la cual un 10% ya está destinada a terminar en los operativos policiales, la que se toma como un gasto más en el gran negocio del narcotráfico internacional.
Tuve la oportunidad de estar en cientos de conferencias antimafia en Italia y en Argentina, de conocer jueces y fiscales respetables de varios países, de estar con varios pueblos originarios de nuestro país, de conocer a la familia Maldonado, de conversar con la familia de Rafael Nahuel, de recorrer y hablar con familiares de otras víctimas de graves injusticias en el país vinculadas a las fuerzas de seguridad y, habiendo tenido todas estas oportunidades, es que me pregunto y le pregunto a la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, que sabe muy bien lo que está haciendo:
¿Por qué en países como Argentina, donde a la industria farmacéutica le alcanzaría con importar un millón y medio de toneladas de precursores químicos, se importan 21 millones de toneladas?
¿Nadie en los puertos, ni de las fuerzas de seguridad ni del Gobierno, sabe de la existencia de las toneladas de cocaína pura que se transportan a Europa?
¿La señora Ministra desconoce que, como dicen las investigaciones del periodista Carlos Del Frade en sus varios libros, parte de Gendarmería Nacional, no sólo negocia con el pase libre de la droga por las fronteras, sino que custodia las cocinas de cocaína en el interior del país?
¿Sabe usted señora Ministra, que Argentina ya pasó de ser un país de tránsito de droga a uno que la produce?
¿Señora Ministra Bullrich, Los Monos, que operaban en un barrio periférico de Rosario, son realmente la banda más sangrienta del país, o es el gobierno argentino, en este momento, la banda más sangrienta del país?
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